Sunday, October 30, 2005
Double Leopards – Savage Summer Sun (Hospital Productions, 2005)
El nuevo disco de Double Leopards se sale un tanto de la órbita que imperaba en sus más recientes trabajos y los lleva nuevamente al drone industrial que caracterizaba a sus grabaciones de 2004. Éste nuevo disco se llama ‘Savage Summer Sun’ y está editado por Hospital Productions en formato de legímitimo cd. Si bien dicho formato hace pensar que Double Leopards han salido un tanto de su acostumbrada semi-clandestinidad, la fuente del material es nuevamente la oscura y transgresiva improvisación en vivo que les caracteriza como uno de los ensambles más radicales de hoy en día.
Las dos piezas que conforman ‘Savage Summer Sun’ están tomadas de dos presentaciones en vivo realizadas en marzo de este año. Ambas piezas fueron grabadas por Damian Romero y son muestra pulsante del poderío y rango de los leopardos. Su arte, no sabiendo definirse como ruido o música, tiene cualidades dinámicas plenamente diferentes a todo lo que circunda. Sus sonidos son envolventes e hipnóticos equivalentes de aguas pesadas; en ellos puede presentirse el vaivén de un Hades que desemboca en ojos violentos y en cuencas abismales, vertiginosas.
El sonido de los leopardos es inarticulable e imposible. Sugerir que exista algún ancla conceptual que permita definirlos es irrisorio; la banda sólo aprovecha lo efímero, la capacidad de tragarse al tiempo que posee la musicalidad para sustentar detalladas imágenes de horror en movimiento inmanente. La grabación correspondiente a la primera pieza es muestra bastante clara de ello. Tras volcar sobre los escuchas una marea sonora abrumadora por espacio de casi veinte minutos, la velocidad del oleaje sonoro decrece y el tiempo se torna visceralmente lento, agobiante y persistente. Las profundas aguas que parecían a punto de desbordarse se convierten así en una sombra que lentamente se desvanece, pero cuya oscura presencia no deja de vibrar cual enorme sombra tras vela alejándose hasta dejar una penumbra turbia y atemorizante.
La segunda pieza es sin embargo uno de esos momentos en que Double Leopards se sienten con menor cohesión. La pieza se basa casi totalmente en el revolver de una serie de loops que no ofrecen un marco capaz de albergar el espectro que la banda pretende evocar y que, cuando mucho en cuestión de instantes, se desintegra. A pesar de ello, la pieza no deja de ser lo suficientemente portentosa como para llevar al escucha al mesmerismo en pleno.
A pesar de su ambigüedad, ‘Savage Summer Sun’ tiene a bien la capacidad de enfocar ambos lados de los Double Leopards. El cd se extiende por allá de los setenta y tantos minutos en dos piezas y a pesar de que no se siente tan genuinamente extenso y completo como su anterior‘Halve Maen’, ‘Savage Summer Sun’ si ofrece una visión más exhaustiva de la banda que la mayor parte de su colección en vivo.
Friday Group (Beta-Lactam Ring Records/Records Are not for Baking, mt070/Baked 01, 2005)
Después de seguir a un artista por bastante tiempo, nos queda la impresión de que lo que haga ya no podrá volver a sorprendernos. Tom Carter no podría haberme desengañado más. Con sólo dos movimientos –el cd colaborativo que grabó con los fantásticos Bardo Pond- y éste, el lp que tiró como parte de The Friday Group, Carter ha sacado de balance todas mis premisas con respecto a su trabajo.
The Friday Group –el grupo de los viernes- practican música intimista, minimal que apenas parece mostrar movimiento. Más familiar al estilo de bandas como Mirror u Organum, las piezas de esta banda se componen de intensos drones –generados por órganos, slides sobre guitarra y feedback- apenas brevemente acentuados por la percusión frugal de campanas repicando intermitentes a la distancia.
El lado A de este disco, llamado The Friday Group 1’, es mucho más introspectivo. Las notas de teclados y guitarras se convierten por momentos en fantasmas intermitentes que se acercan y huyen, pero apenas haciéndose ver. Los sonidos son cuencas profundas, abismales de aguas oscuras fluyendo eternamente hacia la nada. Al cerrar esta pieza, la tensión se desata con espasmos violentos y sonidos más claramente persistentes.
‘The Friday Group 2’ sigue esta tónica. Enfocándose ahora en sonidos más superficiales, la banda suena mucho más consistente. Órganos y guitarras convierten sus notas en gritos de banshees, posicionándose unas arriba de las otras hasta que su canto se convierte en una sola voz. Las guitarras por momento se desprenden y ofrecen preciosos matices, tomando fuerza en los resuellos de la retroalimentación.
Este primer lp de The Friday Group es a su vez testimonio del reencuentro de Carter con su camarada Shawn McMillen, quien como parte del dueto Ash Castles on the Ghost Coast junto a Heather Leigh, grabara uno de los primeros álbumes en la historia de la disquera de los Carter, Wholly Other. Aparentemente The Friday Group parece ser un asunto un tanto más serio que tan sólo un proyecto; tras grabar este álbum, ofrecieron otro disco con material extra para Beta-Lactam –como podría esperarse de la disquera, sólo para suscriptores de un serial de doce lps, bastante inaccesible por cierto- además de un cdr editado en colaboración entre Wholly Other y Twilight Flight Sound llamado Wet Fur, el cual ofrece piezas grabadas en 2001.
La historia de la banda y cómo es que estas piezas se remonten a aquel año es un verdadero misterio. Sin embargo, The Friday Group parecen estar a punto de formalizarse y su música eterna, inmanente, con un poco de suerte, podría llegar a convertirse en una constante discográfica. Este lp para Beta-Lactam Ring Records está tirado en precioso vinil de 180 gramos, con portadas extra gruesas y muestra arte seriamente magistral; pero mejor cómprenlo directamente a Carter en Wholly Other –les va a salir mucho más barato.
(fotografía tomada de Kill Rock Stars)
Wooden Wand and the Vanishing Voice – Buck Dharma (Time-Lag, Time-Lag 026, 2005)
El último disco de Wooden Wand and the Vanishing Voice se ha convertido prácticamente de la nada en el disco más esperado del año. La edición de Time-Lag, como podría esperarse, está a instantes de verse agotada, y no es para menos. Limitada a 800 copias en una funda de doble panel con póster central y vinil de 180 gramos, esta versión de ‘Buck Dharma’ es seriamente fascinante. Eso sin mencionar el fantástico contenido sonoro.
‘Wooden Wand and the Vanishing Voice’ vuelven a tomar la psicodelia y a contextualizarla en este presente tan falto de sorpresas. Y no lo hacen nada mal; su sonido es totalmente verosímil y su interpretación del pasado en el presente es totalmente absorbente. Escuchar ‘Buck Dharma’ parece hacer sugerir que provienen de algún lugar idílico en donde la música de los Sex Pistols, Sonic Youth o Nirvana haya atravesado jamás un altavoz.
En su primer lado, ‘Buck Dharma’ ofrece algunas de las piezas más consistentes del álbum. ‘Hideous Whisker and His Woman’ comienza tenebrosamente con zumbidos y fraseos de guitarra que buscan seguir a un bajeo profundo, difuso. Al final de la pieza, una tónica ya se va definiendo con alguna otra guitarra interviniendo y dejándose por instantes disolver para caer ya, claramente, en ‘Rot On’. Ésta es una de esas canciones que se quedan por horas en tu cabeza. La falta de estructura de canción pop hace que el fraseo aparente ser cada vez más atemporal y vago, consecuentemente más persistente y fascinante, contagioso. ‘Rot On’ es una canción febril, alucinante y oscura, profundamente oscura. Pero toda esa psicodelia en reversa, esa alucinación negativa se colapsa con ‘Risen from the Ashes’ y ésta es de hecho un fantástico levantón. La voz de Heidi ‘H-Reality’ Diehl, es increíblemente reminiscente de la de las matronas folk de fines de los setentas, con un tono que es alto y lleno de vigor. De una pieza a otra, Wooden Wand and the Vanishing Voice nos lleva de tenebrosos callejones sonoros a paisajes pastorales dulces y afables.
El segundo lado se va un poco más del lado de los devaneos. ‘Satya Baba Plays ‘Reverse Jam Band’’ es una larga pieza instrumental que utiliza organillos para crear sonidos carnavalescos y que siguen una procesión bastante limitada pero muy envolvente. ‘Owl Fowl’, por otro lado, es considerablemente más corta y tiene un toque mucho más ácido, con guitarras acústicas marcando tiempos junto a las percusiones en una onda totalmente folk, una guitarra totalmente cargada de efectos sesenteros y una voz que canta frases que redondean la rítmica contagiosa.
El tercer lado de ‘Buck Dharma’ comienza con ciertos ecos de free-jazz. Durante algún tiempo la percusión, abierta, sigue un sendero de improvisación hasta quedarse en un descendente tiempo cerrado, el cual se regenera en ‘I Am the One I Am and He Is the Caretaker of My Heart’. A partir de su rítmica sencilla y precisa, esta canción muestra el lado más centrado de la banda, con un uso discreto y preciso de los instrumentos y dejando prácticamente sin espacio a la improvisación. ‘Snakes Blues/Rational Blues’ es de buen grado más abiertamente experimental. Aquí Wooden Wand and the Vanishing Voice hacen uso de todos sus recursos, empleando discretos teclados y guitarras que puntualizan breves disonancias a través de una rítmica persistente e intensa. Incluso en cierto punto se salen de su órbita idílica y llegan a emplear breves instancias de ruido guitarrero. Éste es uno de los mejores momentos del álbum. ‘The Roebuck Song’ es pura tribalística punketa con Crane narrando, más que cantando, mientras cascabeles y tambores corren apenas seguidos por una guitarra y un muy distante órgano en el fondo, muy en el estilo ritualista de Sunburned Hand of the Man.
En cierto sentido, la cuarta cara representa una vuelta a su punto de partida. ‘Spear of Destiny’ es cantada de nuevo por Heidi y es muestra clara de carácter y fortaleza. Cuando ‘Wicked World’ comienza su procesión, larga y alucinante, la sensación de conclusión ya es inminente. Con su instrumentación persistente y libre, esta pieza parece por instantes referirse a los primeros trabajos de bandas como Hirsche Nicht Aufs Sofa o Déficit Des Anneés Anterieures en su inocencia melódica y pulsante energía.
Como aparenta suceder en algunas de las últimas composiciones de la banda, la fuerza de Wooden Wand and the Vanishing Voice es tal que el mundo parece estar contenido en sus temas. La música de ‘Buck Dharma’ es tan atemporal que bien podría haber sido sacada de un oscuro disco folk de los sesentas o setentas. Esta insistente sujeción a la austeridad es encomiable y fascinante. Es de notar sobre todo, la capacidad de contención que los Wand tienen al no caer en la fácil tentación de emplear medios sonoros contemporáneos, dejando todo a la magia que ellos solos, como banda, colectivo o pandilla, pueden invocar. ‘Buck Dharma’ quizás –ojalá- pueda definir el camino a seguir; mostrando que pasión infinita y mágica es necesaria para crear.
Magik Markers – I Love My Guitar, etc. (Ecstatic Peace/Apostasy, E#100e/APO16/APLP2, 2004)
Ante la insufrible oleada de bandas pseudo no-wave que inunda la radio ‘alternativa’ a nivel mundial, no podía dejar de faltar un fenómeno diametralmente opuesto a las azucaradas pretensiones de los cientos de copycats de Blondie, Talking Heads y Liquid Liquid. Afortunadamente, en el podrido corazón de la gran manzana han ido germinando flores oscuras e intensas tormentas sonoras. Como una bizarra cruza entre los momentos más salvajes de Birthday Party, Swans, Teenage Jesus & the Jerks y Sonic Youth, The Magik Markers se perfilan como los más precisos apoderados de la genuina rabia citadina.
Desde ya hace algún tiempo los Markers han venido ofreciendo una serie de conciertos brutales y presentando una serie de esporádicas y limitadas grabaciones en formato de cdr gracias a la fascinante y joven Apostasy Recordings, también casa de Son of Earth y The Believers entre otros. Sin embargo, no es sino hasta ahora que presentan su primer lp ‘en forma’, colaboración directa entre la titánica Ecstatic Peace y la mencionada Apostasy, y, en él, desde su título,‘I Love My Guitar, etc.’, despliegan toda su metralla de cinismo y neurosis.
Varias, muchas cosas son notables de los Markers: su fuerza, el desgarbo con el que atacan sus instrumentos, la consistencia y certeza de sus cortas canciones. Como en todo buen power trío –juar juar- los roles deben ser brillantes en cada caso; la titánica labor de la bajista Lena, tratando de dar filo a las desgastadas cuerdas de su instrumento mientras sostiene a la bestia que es la banda y la mantiene en su lugar, la actualización vocal de Kat Bjelland por parte de Elisa con su vigor insuperable y su guitarra amoratada suplicando piedad, la locomotora del otrora meditativo y mesurado Pete Nolan, aporreando platillos y cerrando tiempos con su chipoteada tarola.
El primer lado de ‘I Love My Guitar, etc.’ está grabado en el mismo‘Big Book Room’ donde los Double Leopards grabaron tanto su clásico ‘Halve Maen’ como su más reciente ‘Out of One, Through One, Into One’, y la grabación corrió a cargo de Samara Lubesky, quien por cierto acaba de tener su debut en Eclipse. Su primer corte, ‘I Trust My Guitar Etc’ suena francamente como una guitarra desafinada y agraviada corriendo apenas a tiempo tras una poderosa sección rítmica. Tras instantes de escuchar este primer corte, parecen evidenciarse las sucias intenciones de la banda: transgredir retomando el pasado, pero sin un sólo dejo de nostalgia, en una actualización que no resulta en absoluto mimética ni sentimentaloide. ‘Morris House’ es un soliloquio furibundo, virtualmente irrepetible y trunco. ‘Most Beautiful City’ es la oda que los Magik Markers le ofrecen a New York. En ésta, las vocales de Elisa parecen un tanto más contenidas, no así la lira, que sigue exactamente el mismo sendero de destrucción.
Es inevitable pensar por momentos en Iggy Pop y sus Stooges al sentir el arrojo con que esta banda se mueve. ‘Five Dollars’ y ‘Dreaming of Vegas & Pussy & Victory’ son puro punketismo pulsante y estridente, como los Pixies a mil por hora.
El arriesge más pesado al que cedieron los Magik Markers fue hacer que la última pieza del disco, ‘Straight A’s in Love’, cubriera la extensión de una cara al completo, en pleno palomazo que va del frenesí a la hueva en cuestión de segundos, demostrando nuevamente que el trío no tiene intención de mostrar la más remota complacencia hacia ningún ser humano que pueda toparse con ellos. Afortunadamente, queda demostrado que las intenciones de estos tipos jamás serán buenas. Después de todo, qué puede esperarse de una banda que tiene letras como ‘all I want is to get my pussy sucked’.
Finalmente, cabe subrayar que el extenso valemadrismo que se refleja en la crudeza de las piezas es seriamente contrastante con el cuidadoso trabajo de fotografía que adorna, en cuatro paneles, a este álbum. Estas imágenes muestran, en un bello paisaje al atardecer, la naturaleza arquetípica de cualquier banda de este calibre o hechura: es decir, tres güeyes rajándose el hocico. Fenomenal. La edición incluye un booklet numerado con poemas inspirados por las presentaciones y la música de los Markers, escritos por Byron Coley, Thurston Moore y Matthew Wascowich y con un par de ilustraciones de Dylan Nyoukis, y una calcomanía. Toda una joya de antología por este fantásticamente obsceno grupo.
Invisible Pyramid: Elegy Box (Last Visible Dog, LVD 080-086, 2005)
La titánica, ridícula tarea de escribir una reseña de ‘Invisible Pyramid: Elegy Box’ ni siquiera intentaría realizarla de no ser por la afinidad que siento para con los sonidos y las ideas contenidos en sus siete horas y treinta y seis minutos de duración. Este proyecto, planteado originalmente por la disquera Last Visible Dog hace algunos años, proponía ofrecer un tributo a Loren Eiseley, antropólogo y etólogo que se dedicara al entendimiento del entorno animal, intentando captar el aspecto superhumano en la naturaleza de las especies. ‘Invisible Pyramid’ es una virtual elegía al esfuerzo conservacionista y a la concientización con respecto al peligro que les imponemos a las especies que habitan con nosotros este mundo. Cada una de las piezas, las más superando los 15 minutos en duración, está dedicada a una especie que el hombre ha visto extinta, en mucho, gracias a su participación en el desequilibrio de los ecosistemas. Comentar el contenido del absorbente ensayo –escrito por Jeff Knoch de Urdog- y de las razones y dedicatoria de cada una de las personas involucradas sería totalmente injusto e inadecuado, baste con decir que es lectura obligada para quien desee acercarse a la genial música y los propósitos que comprende este disco.
El inicio de la recopilación le corresponde al dueto Black Forest/Black Sea, conocido por sus sonidos intimistas y experimentales, que suelen ser constantemente sazonados por grabaciones de campo. En este caso, BF/BS ofrecen una pieza llamada ‘Inepta’, orientada en un principio a sonidos abiertos y difusos y cerrándose en una bella improvisación para guitarra y violín. ‘Inepta’ es sumamente ácida y tiene esa tensión como de preludio tan común en las grabaciones de este dueto. Otro dúo, Birchville Cat Motel ofrecen a continuación una pieza llamada ‘Uneaten Star Duo’. Mesmérica y profunda, esta pieza inunda el universo con drones envolventes y ágiles, unidos a delicadas notas de órganos, pianos sintetizados y guitarras que matizan el cosmos que yace en el fondo de la pieza. La pieza decae ligeramente al final por la insistencia de los músicos en darle forma rítmica –con un loop- tornándola un tanto en una prima bastarda del trip-hop a la Massive Attack o Tricky, y alejándola un tanto de la grandiosa cualidad contemplativa e hipnótica que aparentaba en un comienzo. He de decir que ‘Uneaten Star Duo’ es, sin embargo, digna de un disco para sí sola. Los siguientes, Wolfmangler, aparecen del lado más pesado del espectro, con una pieza al más puro estilo Earth, con pesados y extra lentos riffs con un fuerte contrapeso de cuerdas arqueadas. Lo más interesante de ‘The Mangling of Tasmanian Wolves’ es ver como los miembros de una banda de rock, que no pueden sacar a Black Sabbath de sus mentes, adoptan un formato similar al del cuarteto de cuerdas –no en el burdo estilo de Apocalyptica- sino desde una perspectiva organicista y cuidada. La cuarta pieza está a cargo de Loren Chasse, integrante de Coeleacanth y Blithe Sons y digno alquimista de las texturas y los sonidos más sublimes de tiempos recientes. En ‘Of the Carapace and It’s Soul-Life’, Chasse ofrece apenas seis y medio minutos de grabaciones que combinan bellas y frugales melodías en instrumentos de cuerdas con largas instancias de manipulación de ambientes; los resultados son sonidos pulsantes, misteriosos y totalmente enigmáticos. Otro eslabón más en el camino de este esperimetnalista hacia su reconfiguración de la música contemporánea. El cierre de este primer disco viene a cargo de los ya clásicos Bardo Pond, maestros en el arte de la improvisación alucinante. Aquí dedican una improvisación en tres partes a ‘Bufo Perigles’ y la rinden usando toda su artillería, haciendo cimbales romper y saxes y guitarras llorar con ritmo frenético, pesado. Qué tanto puede llegar a decirse de Bardo Pond, la música que hacen es tan enérgica que puede hacerlo a uno vibrar de pies a cabeza. Así con el corazón en la mano cierran estos maestros la primera parte de este inmenso proyecto.
La apertura del segundo disco corre magistralmente a cargo de Sami Sänpäkkilä mejor conocido como Es. El músico aquí ofrece tres piezas llenas de belleza pastoral, cuidadosamente labradas en teclados, guitarras y frugales y misteriosas vocales. Sujetando una base de guitarra eléctrica repitiéndose melódicamente bajo una capa impenetrable de delays, Es ofrece en ‘Harmonia, rakkautta’ una fantástica paleta de colores sonoros que pasa de lo sublime al silencio más total y despiadado para caer nuevamente en los libres y coloridos lienzos melódicos de un piano, apenas matizado muy en el fondo, en ‘Pianokaari’. La segunda parte de este cd queda a cargo de Andrea Belfi –en percusiones- y Stefano Pilia –en todo lo demás-, integrantes del novel cuarteto Medves, y artistas solistas por mérito propio. En este caso podemos ver a Pilia alejarse un tanto de la inmanente belleza en drones que adorna su ‘The Season 1’ –editado para Time-Lag- y acercarse a un punto más abismal y experimental, que incluso podría llegar a sonar reminiscente de algunos de las improvisaciones más libres de Set Fire to Flames. ‘Cuora Yuannanensis’, la pieza de este dúo, suena vertiginosa y espiral como una eterna y laberíntica caída a través de la más abrumadora oscuridad. Siguiendo la perspectiva netamente experimental, ‘Steller’s Sea Cow’, del misterioso dueto de Anthony Milton y Stephen Neville, Sunken, es una pieza de detalladas involuciones de fondo y de tonalidades superficiales electrizantes y sentimentales. Su interpretación de los sonidos acuáticos -el hábitat sublimado de la vaca marina de Steller, a quien dedican la pieza- es tan material como puede llegar a serlo antes de tornarse palpable. Los finlandeses de Kulkija ofrecen a continuación cinco piezas, anteriormente editadas por Lattajjaa en un cdr limitado. Las contribuciones de Kulkija están totalmente gobernadas por el lo-fi. Los sonidos de cada una de las piezas están claramente orientados hacia el misticismo acústico, con voces musitando invocaciones (‘Hämärän Humina’) e instrumentos pulsando melodías baladescas y dulzonas, que chocan con la abierta oposición disonante de los teclados zumbantes (‘Ajatus Tassannus’). A pesar de que el material de esta banda haya de sido de buena factura, es inevitable sentir una falta de balance entre las –tanto más formales- composiciones anteriores y éstas, cuya fundación es precisamente una inocente simplicidad. El cierre del álbum le corresponde a los también finlandeses Tomu Tonttu, quienes ofrecen una serie de creaciones absolutamente distintas a las de sus compatriotas en el mismo disco. La música de Tomu Tonttu parece partir de un espíritu similar al de los alemanes de Hirsche Nicht Aufs Sofa, de hecho la segunda parte de Rattus Nativitatis podría encajar perfectamente en su ‘Gegenstände Fallen zu Boden’ por el persistente empleo de drones corales y los ‘campy’ loops que tanto caracterizaron a los alemanes. Y así en una órbita un tanto más aleatoria y distante al sublimado comienzo de este segundo cd, finaliza este proyecto a manos de miembros de Kemialliset Ystävät.
Los japoneses de Up-Tight abren el tercer disco con ‘Falling Into a Doze’, una alucinante pieza psicodélica llena de cascadas guitarreras a la Swans de ‘Soundtracks for the Blind’ pero en un formato mucho más parecido al de My Bloody Valentine. La subsecuente ‘Prisoner No.0’ parece prácticamente interpretada por otro grupo. Ësta canción parece mucho más cercana a alguna pieza garagera-grungera de principios de los noventas, rescatada de algún cassette mordisqueado y despostillado, pero eso sí con un ritmo acelerado y muy contagioso. ‘Le Bleu du Ciel’, {ultima pieza de esta banda es bastante más convencional, resultando en una balada psicodélica bastante más regular y hasta un tanto anacrónica con respecto a la mayor parte de las bandas en esta recopilación.
Roxanne Jean Polise & The Goslings - Heaven of Animals (X Died Enroute Y Records, XDEY40, 2005)
No es necesario ir muy lejos en la discografía de Roxanne Jean Polise para descubrir que Steev Thompson tiene una fascinación por lo bello y lo grotesco. Lo más impresionante de su producción musical no es que Steev aborde esta ambivalencia a partir de un contrastante sube y baja sonoro, sino la capacidad que tiene para balancear, muchas veces en una sola pieza, esta disyuntiva. En el caso de esta colaboración con The Goslings, los resultados son aún más notorios. Hay que enfatizar ante todo que este 'Heaven of Animals' no es un split ni mucho menos, sino una verdadera y presumiblemente utópica colaboración entre un dueto fundamentalmente acústico -es decir que emplea priordialmente instrumentos acústicos- y un proyecto que generalmente es asociado con el abuso electrónico del noise o del ambient-drone.
En este cdr, vemos a ambas partes soltándose un poquito de sus esquinas y abordando de lleno el sonido de su opuesto. 'Soft Eyes Open' con créditos de composición por parte de los Goslings, ofrece una longitudinaria exposición de ambientes y matices -yendo del noise al ambient en instantes- que se cierra sobre una pieza con ecos profundos y femeninos a la Windy & Carl. Ésta, la carta más fuerte del cd, es una pieza que muestra a los tres músicos explotando todas sus herramientas al máximo, llenando cada hueco con electrónica, feedback y melodías de manera magistral.
El gran problema al que se enfrenta 'Heaven of Animals' es el que los músicos hayan quemado todos sus cartuchos tan de un sólo golpe. Las siguientes cuatro piezas, son introspectivas incursiones en paisajes sonoros que tristemente, en su mayoría, apenas llegan a formalizarse. 'Like a Fish Flopping in Hot Sand', por ejemplo, rescata el sonido de Roxanne Jean Polise en sus 'Changing Light Patterns of the Underwater Forest', con Goslings añadiendo muy poco a los intrincados juegos de luces de Thompson. La caída de vuelta a la nebulosa psicodelía de los últimos se siente incluso un poco torpe en 'Chonyid Dawning', y ello no se debe a la calidad de la pieza - pues es realmente buena- sino a la patente desproporción en las colaboraciones.
Con todo, a pesar del la falta de ambición final que 'Heaven of Animals' muestra, se antoja un proyecto claramente superior a la mayoría de los frugales y descuidados cdrs que inundan la escena hoy en día. Y la naturaleza de su belleza, a veces apenas presintiéndose, a veces hasta dejándose palpar, es de esas tan intensamente atractivas y peligrosas como la del 'Fünf auf der Nach Oben Offenen Richterskala' de Einstürzende Neubauten o del 'Soundtracks for the Blind' de Swans: espinosas, seductoras, letales; aún cuando no totalmente explotada.
Jewelled Antler Compilation #2: Heat & Birds (Jewelled Antler, 2002)
Cuando empecé este blog, había decidido no ofrecer reseñas de discos que pasaran de dos años de haber sido editados. Sin embargo, el hallazgo que hice hace algunas semanas en el catálogo de Slippy Town, los discos que ahora tengo en mis manos, realmente valen la pena. Se trata de una serie de cdrs pertenecientes al Jewelled Antler Collective; editados una vez y desaparecidos para siempre. A estas alturas, casi al final del presente 2005, encontrar estas grabaciones, producidas entre los años 2001 y 2003, se ha vuelto prácticamente imposible. Asimismo, miembros de las bandas que integraban este colectivo, le han descuidado mucho, al grado que de su legendario catálogo ya sólo quedan un puñado de discos disponibles por aquí y por allá.
La mayor parte de las bandas que tuvieron un relativo éxito en la escena independiente, se mudaron a otras disqueras de mayor sustento como Emperor Jones, Catsup Plate y Last Visible Dog. Por ello mismo, escuchar ahora esta música parece producir una nostalgia tan absurdamente profunda, una nostalgia por el presente; se antoja tan cercano el ocaso del Jewelled Antler Collective.
A menos de cinco años, parece tan distante el tiempo en que los nuevos discos de Blithe Sons, Thuja y Hala Strana eran celebrados simultáneamente por e-zines y The Wire; cuando todo escucha con afinidad por el underground había puesto alguno de esos discos en su lista de álbumes favoritos del año. En aquel entonces, la cualidad que más sorprendente se mostraba de las bandas que integraban el colectivo era su tajante dogmatismo; la música para ellos jamás sería gratuita. Su método de grabación –sin cortes, edición, estudio o productor- proponía grabaciones hechas en lugares que vinculaban directamente a la música con la presencia espiritual del lugar. En la mayor parte de los casos, el viento, los pájaros, los murmullos del pasto rozando, los gritos de las ramas quebrándose alimentaban las grabaciones, tanto como las apenas amplificadas guitarras, organillos, tambores y guijarros que jugaban libremente en el tiempo de su registro. La música, por momentos, podía llegar incluso a tornarse hostil, pero aún en el más agreste de los casos, su naturaleza seguía siendo ambigua, andrógina, hermética o incluso simbólica, y no cesaba de ofrecer un preciosismo puro aún en la nota más disonante o en el tiempo más coartado.
Por todo esto, escuchar este ‘Jewelled Antler Compilation #2: Heat & Birds’, resulta tan sobrecogedor. Diecisiete piezas grabadas por grupos afiliados al colectivo; todas mencionando una locación, todas compartiendo estilos de grabación, todas compartiendo un sentimiento universal. Bandas clásicas del colectivo como The Franciscan Hobbies, Thuja, Dead Raven Choir comparten aquí lugar con más recientes proyectos como The Muons o The Golden Hotels y con las, en aquel entonces apenas emergentes, bandas que configurarían la hoy en día tan en boga escena finlandesa como Kemialliset Ystävät, Avarus o Markus.
A pesar de que casi todas las bandas en esta compilación recurren claramente a elementos comunes –sobre todo las grabaciones de campo-, sus sonidos son claramente divergentes. Mientras Hala Strana, por ejemplo, apuestan a la pieza tradicional cargada de sentimiento y fortaleza, The Muons y Golden Hotel ofrecen baladas lentas y delicadas, que a su vez contrastan con piezas como ‘Aerial Cisterns’ de Of, ‘Live in Brooklyn, 8/24/02’ de MCMS y ‘Hessu Se Tässä Vaan, Ei Mikki’ de Avarus, piezas más puramente instrumentales, e incluso orientadas por momentos hacia la profunda ensoñación del drone.
‘Jewelled Antler Compilation: Heat & Birds’ es un documento intenso y fastuoso de una época que parece haberse ido ya, y que fue gloriosa, sencilla y como todo lo bueno, tristemente frugal. Este disco necesita, como mucho del catálogo del colectivo, ser reeditado –en ésta, la era del bleep, no es fácil encontrar música tan gloriosa como la del Jewelled Antler Collective.
Wooden Wand & the Vanishing Voice – L’un Marquer Contre la Moissonneuse (Three Lobed Recordings, TLR014, 2005)
Wooden Wand & the Vanishing Voice es una de las bandas más interesantes de hoy en día. Totalmente contrarios a restricciones formales, se dan su tiempo para dejar en claro sus delirios y plasmar sus ácidos ensueños. El formato o la definición se notan totalmente insignificantes para la banda, la cual está dispuesta a emplear desde la instrumentación más diversa hasta la más limitada en aras a obtener el sonido que desean.
En este cd para 3 Lobed, Wooden Wand buscan registrar sus visiones de vida en sendas instrumentales y frugales canciones folk. Si bien la selección de instrumentos no es tan cuidadosa como la de otros trabajos de la banda, la temática, bien definida, hace pensar que ‘L’un Marquer Contre la Moissonneuse’ no posee un dejo de gratuidad y que su dispar senda fue así, cuidadosamente, trazada. Se trata de cuatro piezas en contra de la muerte –la muerte personificada, de hecho, arquetípica- y su lúgubre y hostil presencia.
La primer pieza, ‘White Fungus Bird’s Nest and a Moon Pie’ es un largo corte instrumental formulado a base de distorsionados murmullos amplificados, un insistente bajeo en quintas y electrónica de fondo. Esta pieza es envolvente y mística, llena de fulgor y brillos, apenas opacados por la saturación sónica.
‘Counterfeit Kingdom’ no podría ser más intensamente contrastante, con su furtivo estilo folk, sazonado por intermitentes grabaciones de campo y la grandiosa voz de Crane, adecuando su cantar perfectamente al fluido rasgar de cuerdas. La mágica bocanada de aire fresco que ofrece esta canción vuelve a ser consumida, ahora demasiado velozmente, para dar paso a la profunda épica de ‘Bloated Moray Elk’.
Este tercer ‘Score Against the Reaper’ parece ser importación directa de los dominios de Pete Nolan, constante colaborador de la banda, e integrante asimismo de Shackamaxon y GHQ entre otras tantas, quien suele abordas temas oscuros, abstractos, generalmente cubiertos por drones y mínimas percusiones acústicas que apenas delinean un virtualmente inalcanzable fondo rítmico. Esta pieza, muy similar a lo que Nolan presentara en ‘Live in the Deepest Hole in Louisville’ bajo el nombre de Virgin Eye Blood Brothers, tiene una conclusión sumamente definida, llena de guitarras acústicas rítmicas y persistentes y percusión tribal contrastando entrañablemente con las disonantes entradas de las liras eléctricas de WWVV. El final de la pieza es hipnótico, con la banda desechando prácticamente el fondo y concentrándose exclusivamente en la rítmica superficial y en matices de feedback manipulado, apenas rozando y repartiendo pinceladas a la nuevamente refrescante rítmica.
‘Windflower’, pieza final del disco, es una de esas canciones que WWVV saben hacer tan bien, con un intrincado trabajo vocal a dueto entre Diehl y Crane y con esa cualidad de permanencia inconsciente que la deja resonando por horas en tu cabeza. Un cierre magnífico para el grandioso viaje que Wooden Wand & the Vanishing Voice ofrecen en este Gargantúa musical, un clásico psicodélico instantáneo.
En este cd para 3 Lobed, Wooden Wand buscan registrar sus visiones de vida en sendas instrumentales y frugales canciones folk. Si bien la selección de instrumentos no es tan cuidadosa como la de otros trabajos de la banda, la temática, bien definida, hace pensar que ‘L’un Marquer Contre la Moissonneuse’ no posee un dejo de gratuidad y que su dispar senda fue así, cuidadosamente, trazada. Se trata de cuatro piezas en contra de la muerte –la muerte personificada, de hecho, arquetípica- y su lúgubre y hostil presencia.
La primer pieza, ‘White Fungus Bird’s Nest and a Moon Pie’ es un largo corte instrumental formulado a base de distorsionados murmullos amplificados, un insistente bajeo en quintas y electrónica de fondo. Esta pieza es envolvente y mística, llena de fulgor y brillos, apenas opacados por la saturación sónica.
‘Counterfeit Kingdom’ no podría ser más intensamente contrastante, con su furtivo estilo folk, sazonado por intermitentes grabaciones de campo y la grandiosa voz de Crane, adecuando su cantar perfectamente al fluido rasgar de cuerdas. La mágica bocanada de aire fresco que ofrece esta canción vuelve a ser consumida, ahora demasiado velozmente, para dar paso a la profunda épica de ‘Bloated Moray Elk’.
Este tercer ‘Score Against the Reaper’ parece ser importación directa de los dominios de Pete Nolan, constante colaborador de la banda, e integrante asimismo de Shackamaxon y GHQ entre otras tantas, quien suele abordas temas oscuros, abstractos, generalmente cubiertos por drones y mínimas percusiones acústicas que apenas delinean un virtualmente inalcanzable fondo rítmico. Esta pieza, muy similar a lo que Nolan presentara en ‘Live in the Deepest Hole in Louisville’ bajo el nombre de Virgin Eye Blood Brothers, tiene una conclusión sumamente definida, llena de guitarras acústicas rítmicas y persistentes y percusión tribal contrastando entrañablemente con las disonantes entradas de las liras eléctricas de WWVV. El final de la pieza es hipnótico, con la banda desechando prácticamente el fondo y concentrándose exclusivamente en la rítmica superficial y en matices de feedback manipulado, apenas rozando y repartiendo pinceladas a la nuevamente refrescante rítmica.
‘Windflower’, pieza final del disco, es una de esas canciones que WWVV saben hacer tan bien, con un intrincado trabajo vocal a dueto entre Diehl y Crane y con esa cualidad de permanencia inconsciente que la deja resonando por horas en tu cabeza. Un cierre magnífico para el grandioso viaje que Wooden Wand & the Vanishing Voice ofrecen en este Gargantúa musical, un clásico psicodélico instantáneo.
The Blithe Sons – Waves of Grass (Jewelled Antler, Jewelled Antler #4, 2001)
Para 2001, el Jewelled Antler Collective ya estaba trabajando en forma y, en su seno, el dúo de Glenn Donaldson y Loren Chasse, The Blithe Sons, ya se encontraban grabando su segunda entrega. ‘Waves of Grass’ suena mucho más inocente que su clásico ‘We Walk the Young Earth’ de 2003. Sobre todo debido a que su sonido se centra exclusivamente en las limitadas cualidades como músicos del dúo en instrumentos convencionales, como teclados y guitarras, generalmente careciendo de la profundidad que le brinda a la banda el tanto más prodigioso uso que hacen de las grabaciones de campo.
El segundo track, ‘Waves of Grass’, por ejemplo, emplea este tipo de grabaciones aunque sin incorporarlas directamente a la música. La grabación de esta pieza es suficiente; claramente evocativa y hasta visual. Sin embargo, este tipo de elementos adolescen claramente en otras piezas, como ‘Sun & Rocks/The Constant Leaf’, ‘Season’ y ‘I Know You Forever’, las cuales se asemejan mucho más a lo que agrupaciones como Kemialliset Ystävät, Fursaxa o incluso Scorces harían, un persistente ambiente pastoral lleno de descuidados drones, que al cuidadoso trabajo de texturas que después crearían The Blithe Sons.
‘Waves of Grass’ sí puede darnos idea de la dirección que las bandas del colectivo comenzaban a tomar en sus inicios. Sobre todo, piezas como ‘Summer Blazes’ y ‘Tree-Lined Road’ dejan ver la religiosidad y belleza que estos músicos buscaban extraer de su comunión con la naturaleza.
Para 2001, el Jewelled Antler Collective ya estaba trabajando en forma y, en su seno, el dúo de Glenn Donaldson y Loren Chasse, The Blithe Sons, ya se encontraban grabando su segunda entrega. ‘Waves of Grass’ suena mucho más inocente que su clásico ‘We Walk the Young Earth’ de 2003. Sobre todo debido a que su sonido se centra exclusivamente en las limitadas cualidades como músicos del dúo en instrumentos convencionales, como teclados y guitarras, generalmente careciendo de la profundidad que le brinda a la banda el tanto más prodigioso uso que hacen de las grabaciones de campo.
El segundo track, ‘Waves of Grass’, por ejemplo, emplea este tipo de grabaciones aunque sin incorporarlas directamente a la música. La grabación de esta pieza es suficiente; claramente evocativa y hasta visual. Sin embargo, este tipo de elementos adolescen claramente en otras piezas, como ‘Sun & Rocks/The Constant Leaf’, ‘Season’ y ‘I Know You Forever’, las cuales se asemejan mucho más a lo que agrupaciones como Kemialliset Ystävät, Fursaxa o incluso Scorces harían, un persistente ambiente pastoral lleno de descuidados drones, que al cuidadoso trabajo de texturas que después crearían The Blithe Sons.
‘Waves of Grass’ sí puede darnos idea de la dirección que las bandas del colectivo comenzaban a tomar en sus inicios. Sobre todo, piezas como ‘Summer Blazes’ y ‘Tree-Lined Road’ dejan ver la religiosidad y belleza que estos músicos buscaban extraer de su comunión con la naturaleza.
Shackamaxon (HP Cycle, s/n, 2005)
Shackamaxon, el proyecto colaborativo de algunos miembros de Double Leopards y Son of Earth, finalmente ha editado un disco para distribución. Este lp homónimo para la disquera HP Cycle fue producido en cuatrocientas unidades y, aparentemente, la propia disquera ya lo tiene agotado. Su música parece ofrecer el justo medio entre las dos bandas, con fantásticos drones que tanto regulan la intimidante inundación sonora tan propia de los leopardos, como estabilizan el amplio, estudiado sopor de Son of Earth.
‘A Single Limb’ es una lenta descomposición material, un universo derritiéndose en sonido con bellas, plenas cascadas de electricidad. Shackamaxon aquí pueden, afortunadamente, invocar con brillantes, frugales percusiones, preciosos cristales de luz. Esta pieza, es muestra perfecta del drone que se produce en nuestros días, cuidadoso y vibrante, lleno de vida.
El segundo lado abre con ‘Mistaken Identity’, una pieza contrastantemente corta y mucho menos profunda que la abridora. Esta pieza es una rendición a la fauna electromagnética, con insectos y aves volando y emitiendo sus cantos en pulsos y ecos reverberantes. ‘Boiler Room of the Army Hospital’ parece de hecho haber sido grabada en alguna especie de campo sonoro cerrado. El efecto de esta cerrazón es una carga reforzada sobre los tonos graves y una ausencia virtual de color. En este sentido ésta es la pieza más oscura y profunda del disco, con la pesadumbre de un mal sueño o una fiebre.
‘There Are Many and How Few’ vuelve a invocar a la fauna nocturna pero ahora con un breve recordatorio de las disruptivas, violentas frecuencias que caracterizan el trabajo de noiseros como The New Blockaders. El alcance del drone en esta pieza es mucho más limitado, dado que la pieza se concentra precisamente en los sonidos individuales que fluctúan a lo largo de sus oscuros paisajes. El resultado es una oda a la noche, un canto a la energía que fluye desde los cuerpos de sus intérpretes y que llega a comunicarse hasta donde estemos siendo invadidos por este encantamiento sonoro.
‘A Single Limb’ es una lenta descomposición material, un universo derritiéndose en sonido con bellas, plenas cascadas de electricidad. Shackamaxon aquí pueden, afortunadamente, invocar con brillantes, frugales percusiones, preciosos cristales de luz. Esta pieza, es muestra perfecta del drone que se produce en nuestros días, cuidadoso y vibrante, lleno de vida.
El segundo lado abre con ‘Mistaken Identity’, una pieza contrastantemente corta y mucho menos profunda que la abridora. Esta pieza es una rendición a la fauna electromagnética, con insectos y aves volando y emitiendo sus cantos en pulsos y ecos reverberantes. ‘Boiler Room of the Army Hospital’ parece de hecho haber sido grabada en alguna especie de campo sonoro cerrado. El efecto de esta cerrazón es una carga reforzada sobre los tonos graves y una ausencia virtual de color. En este sentido ésta es la pieza más oscura y profunda del disco, con la pesadumbre de un mal sueño o una fiebre.
‘There Are Many and How Few’ vuelve a invocar a la fauna nocturna pero ahora con un breve recordatorio de las disruptivas, violentas frecuencias que caracterizan el trabajo de noiseros como The New Blockaders. El alcance del drone en esta pieza es mucho más limitado, dado que la pieza se concentra precisamente en los sonidos individuales que fluctúan a lo largo de sus oscuros paisajes. El resultado es una oda a la noche, un canto a la energía que fluye desde los cuerpos de sus intérpretes y que llega a comunicarse hasta donde estemos siendo invadidos por este encantamiento sonoro.
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Saturday, October 08, 2005
Charalambides – Our Bed Is Green (Time-Lag, Time-Lag 025, 2005)
En sus notas a la presente edición, Tom Carter sugiere que ‘Our Bed Is Green’ es una suerte de testimonio de su falta de seguridad. Carter cuenta que al haber sido invitados a participar en un show de radio, él y su pareja, Christina Carter, prefirieron enviar una cinta de noventa minutos, atemorizados ante la idea de tener que presentarse en vivo. La cinta, se dice, produjo cierto efecto y la pareja comenzaba a sacar copias de la cinta ya no sólo para amigos, sino para gente que podría interesarse y –ultimadamente- para gente que se había interesado.
Así, ‘Our Bed Is Green’ fue editado en muchos formatos y variaciones –del cassette pasó al cd, del cd al cdr, del cdr nuevamente a cd, y de éste al presente lp. La única edición formal –propiamente hablando- puede encontrarse en Kranky -disquera que editó el álbum en un cd doble con tracks extra el año pasado. Sin embargo, la edición que quedó a cargo de la disquera Time-Lag, en un fantástico lp doble de 180 gramos y limitada a ochocientas copias numeradas, es, probablemente, la más lujosa que llegue a producirse jamás.
Como es bien sabido por quienes conocen a la banda, la mayor parte de la primera discografía de la banda fue producida de una manera similar, en tirajes sumamente limitados. Este álbum es particularmente difícil en ese sentido; copias originales de los primeros cassettes y cds, hasta hace muy poco, apenas aparecían esporádicamente en subastas, alcanzando precios francamente ridículos. Por ello –irónicamente- muchos seguidores de la banda apenas tenemos oportunidad de conocer como sonaban Charalambides en sus inicios.
El hallazgo es cuando menos sorpresivo. ‘Our Bed Is Gren’ parece ser una suerte de registro de una banda perdida en un abismo definitorio que sin embargo posee un estilo muy claro. Como las pocas bandas que sobreviven a la época –Bardo Pond y Flying Saucer Attack-, Charalambides practicaban en éstos, sus primeros trabajos, una música que heredaba la herrumbre y lo oxidado de la agonizante era grunge y un misticismo propio del underground americano más tradicional. La aleación es única: Rock ácido, desprovisto de percusiones que sigue sin dejar ir un esfuerzo experimental en sendas piezas instrumentales repletas de feedback (‘Strange Matter'), ni tampoco la herencia del folk que les definiría a tal grado en el futuro (‘Coming Out’).
Trabajos posteriores de la banda serían radicalmente divergentes en todo sentido, pero sobre todo en cuanto a la distribución. Las piezas se irán elongando y la rítmica comenzará a ser suplantada por el silencio y las atmósferas venenosas de álbumes como ‘Joy Shapes’ y ‘Unknown Spin’. Por ello mismo –por el amplio espectro sónico y la inmensa diversidad- mucha gente nos preguntamos cuál será EL disco de Charalambides –cuál será el disco que mejor defina a la banda. Es extraño tener que decirlo ahora –justamente a los casi quince años de su primera e incipiente edición- pero muy probablemente ese gran disco siempre haya sido éste.
Así, ‘Our Bed Is Green’ fue editado en muchos formatos y variaciones –del cassette pasó al cd, del cd al cdr, del cdr nuevamente a cd, y de éste al presente lp. La única edición formal –propiamente hablando- puede encontrarse en Kranky -disquera que editó el álbum en un cd doble con tracks extra el año pasado. Sin embargo, la edición que quedó a cargo de la disquera Time-Lag, en un fantástico lp doble de 180 gramos y limitada a ochocientas copias numeradas, es, probablemente, la más lujosa que llegue a producirse jamás.
Como es bien sabido por quienes conocen a la banda, la mayor parte de la primera discografía de la banda fue producida de una manera similar, en tirajes sumamente limitados. Este álbum es particularmente difícil en ese sentido; copias originales de los primeros cassettes y cds, hasta hace muy poco, apenas aparecían esporádicamente en subastas, alcanzando precios francamente ridículos. Por ello –irónicamente- muchos seguidores de la banda apenas tenemos oportunidad de conocer como sonaban Charalambides en sus inicios.
El hallazgo es cuando menos sorpresivo. ‘Our Bed Is Gren’ parece ser una suerte de registro de una banda perdida en un abismo definitorio que sin embargo posee un estilo muy claro. Como las pocas bandas que sobreviven a la época –Bardo Pond y Flying Saucer Attack-, Charalambides practicaban en éstos, sus primeros trabajos, una música que heredaba la herrumbre y lo oxidado de la agonizante era grunge y un misticismo propio del underground americano más tradicional. La aleación es única: Rock ácido, desprovisto de percusiones que sigue sin dejar ir un esfuerzo experimental en sendas piezas instrumentales repletas de feedback (‘Strange Matter'), ni tampoco la herencia del folk que les definiría a tal grado en el futuro (‘Coming Out’).
Trabajos posteriores de la banda serían radicalmente divergentes en todo sentido, pero sobre todo en cuanto a la distribución. Las piezas se irán elongando y la rítmica comenzará a ser suplantada por el silencio y las atmósferas venenosas de álbumes como ‘Joy Shapes’ y ‘Unknown Spin’. Por ello mismo –por el amplio espectro sónico y la inmensa diversidad- mucha gente nos preguntamos cuál será EL disco de Charalambides –cuál será el disco que mejor defina a la banda. Es extraño tener que decirlo ahora –justamente a los casi quince años de su primera e incipiente edición- pero muy probablemente ese gran disco siempre haya sido éste.
Spykes – The Deep End Test E.P. (American Tapes, AM 432, 2005)
Spykes practican un noise límpido y directo como el de pocos. Trabajando casi exclusivamente con frecuencias altas, Spykes proponen ignorar cualquier noción de fondo o rítmica y van a por el ataque más directo y certero. ‘The Deep End Test E.P.’ es un disco sumido en una densa capa de reverberación y montaje. Su representación es tan arbitraría y hostil que no sería sorprendente o inconveniente llamarla inhumana. Fantástico por terrible, este disco solo puede recomendársele a los de gustos más extremos.
Workbench – Seeking Stasis 12 & 13 (Heavy Tapes, 2005)
‘Seeking Stasis’ es el nombre que Mike Bernstein dio a su ambicioso y aparentemente infinito proyecto de exploración sonora. En los más recientes volúmenes, 12 & 13, Bernstein, bajo su alias de Workbench, propone nuevamente un cacofónico estudio de la frecuencia, el cual resulta, sin lugar a dudas, en pura violencia auditiva y neurosis. Estoy seguro que sónicamente no deben existir muchos proyectos que atisben de la misma manera en el borde de histeria y la mala vibra. Los sonidos que Bernstein recrea una y otra y otra vez son sumamente agobiantes y directos y tienen poco o nada que ver con una evolución melódica o rítmica real. El arte de escuchar estas entregas de Workbench radica en la detallada y pasiva contemplación que implica presenciar una y otra vez el mismo cuadro sonoro en un afán pseudo-chamánico de búsqueda introspectiva infinita. Éste debe ser sin duda el disco más difícil que he escuchado en años.
Empacado en una funda de tipo cd box-set, ‘Seeking Stasis’ viene presentado en dos cassettes de catorce minutos por lado. Cada uno de los tracks corresponde a los lados de las cintas. Cada set está limitado a cien copias.
Roxanne Jean Polise – Changing Light Pattern of the Underwater Forest (Chondritic Sound, CH-128, 2005)
No es común encontrar discos que tengan un título que les defina tan bien como este ‘Changing Light Patterns of the Underwater Forest’ de Roxanne Jean Polise. Éste es sobre todo un disco que bordea en el ambient-drone menos volátil de una manera muy efectiva, evocando fielmente las imágenes submarinas a las cuales hace referencia con su título. Lo más notable de este proyecto es el hecho de que muchos de los arreglos parecen haber sido producidos por cuerdas de guitarra sometidas a un delay exagerado y muy bien controlado por un pedal de volumen –situación poco convencional en los rubros del ambient o del drone. Roxanne Jean Polise en este disco evocan por momentos los más profundos pasajes del ‘Ayahuasca’ de Pelt, ofreciendo música seriamente introspectiva llena de imágenes y víctima de su interminable fluir. Totalmente recomendable.
Pengo – Beaten Back to Infancy (Chondritic Sound, CH-64, 2005)
Pengo es una de las bandas más inesperadas e intrépidas de hoy en día. Nacidos en el seno de la escena noise, esta banda no acaba de integrarse totalmente al presupuesto sonoro de la mayor parte de las bandas afiliadas a este movimiento, ofreciendo sonidos que se desprenden más de la manipulación de instrumentos acústicos que de la fundición de circuitos en las mezcladoras. En ‘Beaten Back to Infancy’ pueden verse claramente estas características; este disco consiste de una pieza larga (bordeando en los veinte minutos) cuyo léxico son las guitarras voladas en distorsión y delay y las secuencias del vibrante feedback que cubre el fondo. En Pengo puede verse como el power-electronics finalmente va alcanzado a la psicodelia –¿o es al revés?
Cristina Carter/Black Forest/Black Sea (Time Lag, Time Lag 024, 2005)
Para celebrar y promocionar el tour mundial que hacen juntos, Cristina Carter y Black Forest/Black Sea editaron un par de grabaciones en la lengendaria Time Lag. Ambas fueron seriamente limitadas y, por lo que he visto recientemente, también se hallan fuera de existencia en prácticamente todas las tiendas. Por ello mismo, si topas con una de ellas no dudes en llevarla a casa; la combinación Carter-Time Lag generalmente promete no poder volver a encontrarse demasiado fácilmente.
En esta colaboración, Cristina Carter prosigue con su frenética carrera discográfica, la cual cada vez goza de mayor claridad y sentido -como parece establecerse en las tres piezas que conforman su parte de este split-cd.
A pesar de estar compuestas por material previamente publicado, las tres piezas que Carter ofrece brillan con un inusitado esplendor. 'Known Spin' es una variación del 'Here not Here' que abre el último lp de Charalambides, 'Joy Shapes', y que, aunque conserva la abismal cadencia de la original, parece recurrir más a un ambiente frágil y definitivamente menos tenso y abigarrado que los colapsantes vuelcos de su predecesora. Por otro lado, 'Joy Shapes' es una versión totalmente libre de la original. En ésta, Carter desbarata totalmente la estructura original de la canción, una de las más apasionadas y amables piezas de la banda, que aquí se convierte en un trunco momento hipnótico que ha perdido prácticamente todo dejo de semejanza.
La pieza que sin lugar a dudas es la más impresionante es su tercer oferta, 'Namaste Blues'. Esta canción es de un carácter tan elusivo y fantasmal que parece permanecer fragmentariamente sólo para volverse a ir. Entre lapsos de etéreos vaivénes, Carter comunica tonalidades difusas que sin embargo poseen una buena comunicación tonal. Entonces, a eso de los cuatro minutos y feria, sucede el mágico instante que parece tantas veces perdido en la música de Carter y Charalambides en general, Cristina canta una letra -la letra de un oscuro y secular blues- la cual se pierde tras una densa cortina de delay y que sepulta la gran actuación de Carter para dar paso a la de Black Forest/Black Sea.
Muy en la forma de otros ensambles recientes, como por ejemplo Kemialliset Yvästät, BF/BS poseen la cualidad del microtonalismo más eficaz. Sin mucha sentencia de por medio, en 'To be Drunken' la banda absorbe ideas como aire y las expulsa en amorfas direcciones. La pieza va de la atonalidad más inconexa al ritmo más cadente en cuestión de parpadeos y deshace de tajo cualquier preámbulo o concepción en instantes para llegar al punto donde comenzó. En 'Ectomist', la dirección parte de un instante de inexplicable y agreste electrónica, para caer de lleno en una bella estancia pastoral de cuerdas, la cual se entreteje y multiplica sus direcciones por segundo, y que luego se relaja, en una tranquila y meditativa calma y en un inspirado y lento rompimiento.
Este espacio pastoral es plenamente preservado en la siguiente pieza, 'Haze of Beating Wings', la cual ofrece una lenta y acompasada improvisación que recurre a profundos bajeos de cuerdas a la Pelt, aunque con una dinámica más serena y cristalina que el profundo drone de Rose y cia. El recurso de teclados que BF/BS ofrecen en esta pieza por momentos les conecta con la música de Popol Vuh, tan ambiental como claramente intencionada y llena de convicción.
La última pieza, no atribuída a ninguno de los participantes es factura obvia de BF/BS. En ésta se ofrece una improvisación instrumental llena de delays y disonancias girando como colores envolviéndose en un lienzo para formar un cielo, un lago o un bosque.
Como es bien sabido de disqueras como Time-Lag, la oferta es limitada y vale la pena. La política de mercadeo de bandas y disqueras de este tipo, sin embargo, estipula claramente lo que el propio David Keenan llama ephemera, grabaciones no precisamente redondeadas -ya ni mencionar a un productor cabe aquí. Por ello mismo, si no se conoce lo suficiente el modus operandi de este tipo de bandas, es buena idea familiarizarse un poco antes de llegar a estos materiales de factura un tanto más extrema.
Y nuevamente apelando a la atemporalida
Para celebrar y promocionar el tour mundial que hacen juntos, Cristina Carter y Black Forest/Black Sea editaron un par de grabaciones en la lengendaria Time Lag. Ambas fueron seriamente limitadas y, por lo que he visto recientemente, también se hallan fuera de existencia en prácticamente todas las tiendas. Por ello mismo, si topas con una de ellas no dudes en llevarla a casa; la combinación Carter-Time Lag generalmente promete no poder volver a encontrarse demasiado fácilmente.
En esta colaboración, Cristina Carter prosigue con su frenética carrera discográfica, la cual cada vez goza de mayor claridad y sentido -como parece establecerse en las tres piezas que conforman su parte de este split-cd.
A pesar de estar compuestas por material previamente publicado, las tres piezas que Carter ofrece brillan con un inusitado esplendor. 'Known Spin' es una variación del 'Here not Here' que abre el último lp de Charalambides, 'Joy Shapes', y que, aunque conserva la abismal cadencia de la original, parece recurrir más a un ambiente frágil y definitivamente menos tenso y abigarrado que los colapsantes vuelcos de su predecesora. Por otro lado, 'Joy Shapes' es una versión totalmente libre de la original. En ésta, Carter desbarata totalmente la estructura original de la canción, una de las más apasionadas y amables piezas de la banda, que aquí se convierte en un trunco momento hipnótico que ha perdido prácticamente todo dejo de semejanza.
La pieza que sin lugar a dudas es la más impresionante es su tercer oferta, 'Namaste Blues'. Esta canción es de un carácter tan elusivo y fantasmal que parece permanecer fragmentariamente sólo para volverse a ir. Entre lapsos de etéreos vaivénes, Carter comunica tonalidades difusas que sin embargo poseen una buena comunicación tonal. Entonces, a eso de los cuatro minutos y feria, sucede el mágico instante que parece tantas veces perdido en la música de Carter y Charalambides en general, Cristina canta una letra -la letra de un oscuro y secular blues- la cual se pierde tras una densa cortina de delay y que sepulta la gran actuación de Carter para dar paso a la de Black Forest/Black Sea.
Muy en la forma de otros ensambles recientes, como por ejemplo Kemialliset Yvästät, BF/BS poseen la cualidad del microtonalismo más eficaz. Sin mucha sentencia de por medio, en 'To be Drunken' la banda absorbe ideas como aire y las expulsa en amorfas direcciones. La pieza va de la atonalidad más inconexa al ritmo más cadente en cuestión de parpadeos y deshace de tajo cualquier preámbulo o concepción en instantes para llegar al punto donde comenzó. En 'Ectomist', la dirección parte de un instante de inexplicable y agreste electrónica, para caer de lleno en una bella estancia pastoral de cuerdas, la cual se entreteje y multiplica sus direcciones por segundo, y que luego se relaja, en una tranquila y meditativa calma y en un inspirado y lento rompimiento.
Este espacio pastoral es plenamente preservado en la siguiente pieza, 'Haze of Beating Wings', la cual ofrece una lenta y acompasada improvisación que recurre a profundos bajeos de cuerdas a la Pelt, aunque con una dinámica más serena y cristalina que el profundo drone de Rose y cia. El recurso de teclados que BF/BS ofrecen en esta pieza por momentos les conecta con la música de Popol Vuh, tan ambiental como claramente intencionada y llena de convicción.
La última pieza, no atribuída a ninguno de los participantes es factura obvia de BF/BS. En ésta se ofrece una improvisación instrumental llena de delays y disonancias girando como colores envolviéndose en un lienzo para formar un cielo, un lago o un bosque.
Como es bien sabido de disqueras como Time-Lag, la oferta es limitada y vale la pena. La política de mercadeo de bandas y disqueras de este tipo, sin embargo, estipula claramente lo que el propio David Keenan llama ephemera, grabaciones no precisamente redondeadas -ya ni mencionar a un productor cabe aquí. Por ello mismo, si no se conoce lo suficiente el modus operandi de este tipo de bandas, es buena idea familiarizarse un poco antes de llegar a estos materiales de factura un tanto más extrema.
Y nuevamente apelando a la atemporalida
Sleeping With The Earth – Waiting (Chondritic Sound, CH-96, 2005)
Justo en el momento en que más prejucioso me he sentido hacia las bandas industriales a la europea, me vine a encontrar con este gran disco del proyecto Sleeping With the Earth, ‘Waiting’. En él podemos encontrar todos los clichés del industrial de aquellos lares, la infalible caja de ritmos-metrónomo, la atmósfera ominosa y sofocante, la muralla de letras distorsionadas e impenetrables -aunque sin la eterna inmanencia tan característica de las bandas de le escena mencionada. ‘Waiting’ es un disco hecho con buen instinto y en prudente observancia del tiempo, puesto que explota con creces las limitantes temporales del formato (3”CDR).
También es de mencionarse el soberbio trabajo del arte que adorna el disco, con una fragmentada fotografía de Greta Garbo adornando la reducida cubierta impresa en papel estañado, dando una apariencia metálica y un aire de ensueño a los breves retratos. De un buen golpe, Sleeping With the Earth rompe con el estereotipo del campo del concentración y las ambiguas insignias, sin abandonar lo gris y herrumbroso de los paisajes industriales del mundo.
Davenport and Son of Earth (Skullfucking Tapes/23 Productions, 23CD0305, 2005)
A pesar de haber anunciado la desintegración inminente de Davenport, Clay Ruby ha seguido siendo muy persistente con respecto a sus grabaciones y sus respectivas ediciones. En el caso del amplio y –en mucho- desaparecido catálogo de la disquera 23 Productions, Ruby y asociados han decidido reeditar algunos de los títulos más notorios publicados a la fecha en su filial Skullfucking Tapes. Uno de éstos es precisamente este split de Davenport y Son of Earth.
Consistiendo únicamente de dos piezas, el split se sostiene por tiempo suficiente para mostrar una clara imagen de lo que ambas agrupaciones pueden llegar a hacer. Davenport ofrece una pieza extensa y rica que emplea la acústica del lugar y lo difuso de la interpretación como herramientas para crear un cuadro sonoro misterioso y hasta por momentos refulgente. La pieza, ‘Lyx Was’, emplea desde voces perdidas escabulléndose, hasta teclados persistentes -incluso estridentes por momento- aunque siempre con la intención de mantenerlo todo al ras del silencio, de la penumbra sonora. La dupla de Nic Stage y Ruby ha trabajado por muchos años ya editando una infinidad de cintas y cd’s, casi todos en ediciones de cantidades ridículamente mínimas y cuya mayoría seguramente habrá de perderse en el tiempo y las subastas de Ebay. Time Lag ha anunciado de hecho la edición del último cdr de este fantástico dueto, y nosotros ya pronto tendremos noticias de él.
Son of Earth por otro lado siguen siendo otro de los esporádicos proyectos circundando a la disquera Apostasy. Nunca se sabe cuando comenzaran a grabar un nuevo disco y cuando lo hacen prácticamente vuelan de las distribuidoras. Son of Earth, en términos sonoros, hereda bastante de otros ritualistas-primitivistas, como los primeros Einstürzende Neubauten, New Blockaders o incluso Organum, en cuanto a su manera de prescindir casi del todo de elementos formalmente musicales -tonales- para crear un espectro sonoro profundo y profuso totalmente carente de convencionalismos. Alimentando la fervorosa adicción que muchas nuevas bandas tienen por la discreción y el influjo casi inconsciente, Son of Earth parecen hacer su propio ‘Changez les Blockeurs’ con la misma violencia y pasión que el original de New Blockaders pero a un nivel tan discreto que suena incluso sepulcral. Con todo, el track que ofrecen en este split es devastador, físico y apabullante.
Ésta es una obra sonora plena y sumamente bien amarrada. Vale la pena buscarla mientras siga circulando -y quien sabe por cuanto sea ello.
A pesar de haber anunciado la desintegración inminente de Davenport, Clay Ruby ha seguido siendo muy persistente con respecto a sus grabaciones y sus respectivas ediciones. En el caso del amplio y –en mucho- desaparecido catálogo de la disquera 23 Productions, Ruby y asociados han decidido reeditar algunos de los títulos más notorios publicados a la fecha en su filial Skullfucking Tapes. Uno de éstos es precisamente este split de Davenport y Son of Earth.
Consistiendo únicamente de dos piezas, el split se sostiene por tiempo suficiente para mostrar una clara imagen de lo que ambas agrupaciones pueden llegar a hacer. Davenport ofrece una pieza extensa y rica que emplea la acústica del lugar y lo difuso de la interpretación como herramientas para crear un cuadro sonoro misterioso y hasta por momentos refulgente. La pieza, ‘Lyx Was’, emplea desde voces perdidas escabulléndose, hasta teclados persistentes -incluso estridentes por momento- aunque siempre con la intención de mantenerlo todo al ras del silencio, de la penumbra sonora. La dupla de Nic Stage y Ruby ha trabajado por muchos años ya editando una infinidad de cintas y cd’s, casi todos en ediciones de cantidades ridículamente mínimas y cuya mayoría seguramente habrá de perderse en el tiempo y las subastas de Ebay. Time Lag ha anunciado de hecho la edición del último cdr de este fantástico dueto, y nosotros ya pronto tendremos noticias de él.
Son of Earth por otro lado siguen siendo otro de los esporádicos proyectos circundando a la disquera Apostasy. Nunca se sabe cuando comenzaran a grabar un nuevo disco y cuando lo hacen prácticamente vuelan de las distribuidoras. Son of Earth, en términos sonoros, hereda bastante de otros ritualistas-primitivistas, como los primeros Einstürzende Neubauten, New Blockaders o incluso Organum, en cuanto a su manera de prescindir casi del todo de elementos formalmente musicales -tonales- para crear un espectro sonoro profundo y profuso totalmente carente de convencionalismos. Alimentando la fervorosa adicción que muchas nuevas bandas tienen por la discreción y el influjo casi inconsciente, Son of Earth parecen hacer su propio ‘Changez les Blockeurs’ con la misma violencia y pasión que el original de New Blockaders pero a un nivel tan discreto que suena incluso sepulcral. Con todo, el track que ofrecen en este split es devastador, físico y apabullante.
Ésta es una obra sonora plena y sumamente bien amarrada. Vale la pena buscarla mientras siga circulando -y quien sabe por cuanto sea ello.
Jack Rose - Two Originals of Jack Rose: Red Horse, White Mule & Opium Musick (VHF, vhf#81, 2004)
Todos los comentarios acerca de Jack 'Pelt' Rose y sus recientes discos parecen ser alucinantes exageraciones. De hecho, la misma existencia y creacion de estos discos en la epoca actual parece una descabellada anomalia. Rose se aleja por siglos de lo que habia estado realizando con Pelt, abandona su instrumento eléctrico y retoma instrumentacion tradicional en un romántico intento por rescatar un supuesto musical inconfirmable.
Entiéndase que esto no quiere decir que en 'Two Originals of...' Jack Rose regrese en el tiempo para ofrecer americana vagamente actualizada; la conciencia que el propio Rose tiene de su utópica búsqueda le hace crear música única, atemporal y brillantemente lustrosa. Sumamente cercana en espíritu a la de Ben Chasny (de Six Organs of Admittance), su tecnica carece virtualmente de valores de produccion. Sus resultantes se basan únicamente en las proyecciones que forja a partir de,cuando mucho, un par de guitarras acusticas o una lap-steel. Pero donde Six Organs of Admittance es abigarrado y visceral, Jack Rose es límpido y carente de sentimentalismo. Ninguna de las piezas en los dos discos incluidos en este cd se siente amarga o romantizada en algun momento y aún así cada una de ellas es estremecedora e impactante.
El material que compone 'Red Horse, White Mule' se siente comparativamente abierto y jovial. Las piezas que componen la segunda cara del vinil orginal, las cuales llevan el titulo original del album a cuestas (White Mule I & II), ofrecen agradables devaneos entre escalas orientales y modales reducidas. En ellas Rose explota la idea de tocar varios segmentos melodicos a la vez en una guitarra o en banjo a una velocidad que realmente deja perplejo a cualquiera.
El material de 'Opium Musick (Blues for the Colonel)', por otra parte, es un tanto más temperamental. Empujando desde su lap-steel en 'Hide the Whiskey', Rose ofrece un tono mucho mas intimidante y directo. Por momentos sus sostenidos bajeos se convierten en drones que, no obstante, dejan algo pendiente, como si se tratara de una especie de altercado musical. 'Yaman Blues' regresa brevemente al tono gentil del primer album, con la adicion de una citara en un tono bastante mas intimo y amigable. 'Linden Ave Stomp' es la que muestra mas abiertamente el amor del guitarrista por la musical tradicional americana, ofreciendo un rag-time con breves y sutiles variaciones.
No obstante las alturas que muchas de las piezas de ambos discos alcanzan, la que es mas consistentemente fascinante y cautivadora es 'Black Pearls', una oscura y volatil entrada en guitarra que parece poner a un ejercito de guitarras en manos de Rose. Todo de esta pieza es sobrecogedor e inexplicable; un cierre ideal para un disco substancialmente esencial; quien sabe cuanto habra de comenzar aqui.
'Red Horse/White Mule & Opium Musick' fueron originalmente editados como lps de edición limitada por Eclipse, y ahora pueden comprarse en formato de cd en VHF.
Workbench - Volume 7 (Heavy Conversation, Heavy Conversation #19, 2005)
Workbench es uno de los alias de Mike Bernstein de Double Leopards. Este cdr es una de las ultimas ofertas del sello de la banda, Heavy Conversation, quienes, como es bien sabido, se dedican a editar tirajes sumamente limitados de sus producciones en ediciones bastante atipicas. La presentación de 'Volume 7' es bastante, por lo decirlo de alguna manera, minimal; un sobre de papel manila, sumamente inadecuado para un cd, hace las veces de estuche, al cual se le ha pegado una caratula fotocopiada. El cd es un cd quemado con el caracteristico sello de HC en la cara, anunciando exclusivamente el numero de serie. Y con todo, en toda su sadica austeridad, el disco tiene su encanto; es innegable que hay realmente muy pocas muestras tan contundentes del 'let the music do the talking' como esta.
Como sabemos todo es relativo; aqui mismo podriamos empezar por la cuestion de llamar musica a lo que contiene este breve paquete. Lo que Bernstein ofrece aqui es sonido en la forma mas libre que se puede poner en algun formato. Su densa, pesada improvisación, por agreste que sea sonicamente, nunca deja de mostrar trazas de musicalidad. Asimismo, existe una genuina identidad ritmica segmentandose y deformandose en la unica pieza del cd; golpes de agujas amplificadas sometidas a usos extremos, perillas y controles saturando y deformando sonidos hasta el hartazgo, instrumentos de percusion volcados a orillas sonicas casi irreconocibles, todos mezclandose y apareandose en la profundidad del estatico desvelo de Bernstein, su invocador.
Si hay algo que se ha mencionado hasta el hastio con respecto a lo que Bernstein hace con Double Leopards, es cuan profunda es la herencia del mas primal sonido industrial -sobre todo el de Throbbing Gristle- en sus creaciones y en su modus operandi. Y es que es realmente sorprendente como, a pesar de que en definitiva estamos viviendo una epoca tan radicalmente distinta, el numero de bandas que abandonan la musicalidad en aras de las explosiones sonoras improvisadas -tan de aquel entonces- crezca tanto cada dia. En el caso particular de Bernstein, es realmente dificil pensar en una plataforma que le ofreciera mas dominio; lo que hace a este y a muchos otros de sus documentos suyos y los de sus colegas tan adictivos y disfrutables, es una total y absoluta falta de compromiso para con cualquier tipo de instancia. El sonido que crean -o recrean- esta alli donde es creado y debe prolongarse en tanto que quiera regenerarse -pero no mas. Bernstein es practicamente un chaman que nos brinda sus visiones a traves de drones y circuitos volados, cimbales rotos y perjudidos y tocadiscos y grabadoras desvencijadas. 'Volume 7' por su parte es repeticion, saturacion y grandilocuente bendicion.
Sunday, October 02, 2005
The Hafler Trio – Only the Hand that Erases Can Write the True Thing (Small Voices, SVV002, 2004)
Como en el caso de todas las hipnotizantes piezas que Andrew McKenzie –o The Hafler Tro- ha realizado en los últimos años, la naturaleza de sus creaciones sigue siendo, cuando menos, enigmática. Su trabajo, como si se tratara de una suerte de esfinge, sigue sin poder ser comprendido plenamente; eso mismo ha hecho tan común que provoque reacciones tan violentamente ambiguas. Con sus inmaculados diseños, ambiguas oraciones e inconsistente sentido, The Hafler Trio ha insistido en forjar a partir de un contexto – ineludiblemente puesto en la cara del público- una serie de enigmas a descifrar en forma de piezas musicales.
Ciertamente habría que preguntarse que valor podrían tener las piezas contenidas en cada uno de sus discos si fuesen liberadas totalmente de su contexto gráfico. Y es que divagar en cuanto a las cuestiones de sentido provistas por McKenzie, sobre todo en este caso particular, es demasiado tentador. En las cuatro caras que conforman la obra en cuestión, McKenzie incluso llegó al extremo de poner un nombre específico a cada una de las piezas aunque estos no ofrezcan mucho de cualquier manera.
Aparentemente evocando la supuesta naturaleza masculina del sol, ‘who is the mother of the sun?’ juega con el imposible de trazar el origen femenino de un ícono aparentemente eterno y masculino. En cuanto al audio, salidas de un espacio inmanente, que parece tampoco haber comenzado jamás, emergen las cualidades vibrantes y pulsantes de un bajeo irreconocible. Éstas a su vez parecen adecuarse precisamente al formato sonoro, separándose claramente del foco de la pieza, el cual aparentemente está construido a partir de la voz de dua42(¿?), deformada y disecada a grados ulteriores, la cual revolotea sin cesar ni trayectoria definida a lo largo de los bordes sonoros. Este esquema habrá de repetirse en las piezas posteriores, en las cuales McKenzie se dio a la tarea de deformar y ajustar consecutivamente las voces de Michael Gira (Swans, Angels of Light), Yves Klein y Björk –asunto en el que profundizaría en 2005 con una serie de discos orientados a la experimentación a partir de la deformación vocal, con contribuciones de David Tibet (Current 93) y de Blixa Bargeld (Einstürzende Neubauten).
La segunda pieza ‘and there I was hoping the door would go’ corresponde a la contribución de Gira; ésta está tanto más enfocada a la profundidad y a los niveles bajos que las demás. Los sonidos, a pesar de quedarse en el espectro grave la mayor parte del tiempo, difícilmente pueden constituirse como drones. Al momento que parecen estar a punto de conformarse como algo formal vuelen a desbaratarse y a deformarse y a ser agraviadas por sucedáneos tonos agudos que, de la misma manera, parecen sostenerse sólo para volver a caer. Extrañamente, al final McKenzie toma la decisión de forjar una arbitraria ruptura cuando, intempestivamente, ataca una nota que deja reconocerse como una voz.
Como en el caso de todas las hipnotizantes piezas que Andrew McKenzie –o The Hafler Tro- ha realizado en los últimos años, la naturaleza de sus creaciones sigue siendo, cuando menos, enigmática. Su trabajo, como si se tratara de una suerte de esfinge, sigue sin poder ser comprendido plenamente; eso mismo ha hecho tan común que provoque reacciones tan violentamente ambiguas. Con sus inmaculados diseños, ambiguas oraciones e inconsistente sentido, The Hafler Trio ha insistido en forjar a partir de un contexto – ineludiblemente puesto en la cara del público- una serie de enigmas a descifrar en forma de piezas musicales.
Ciertamente habría que preguntarse que valor podrían tener las piezas contenidas en cada uno de sus discos si fuesen liberadas totalmente de su contexto gráfico. Y es que divagar en cuanto a las cuestiones de sentido provistas por McKenzie, sobre todo en este caso particular, es demasiado tentador. En las cuatro caras que conforman la obra en cuestión, McKenzie incluso llegó al extremo de poner un nombre específico a cada una de las piezas aunque estos no ofrezcan mucho de cualquier manera.
Aparentemente evocando la supuesta naturaleza masculina del sol, ‘who is the mother of the sun?’ juega con el imposible de trazar el origen femenino de un ícono aparentemente eterno y masculino. En cuanto al audio, salidas de un espacio inmanente, que parece tampoco haber comenzado jamás, emergen las cualidades vibrantes y pulsantes de un bajeo irreconocible. Éstas a su vez parecen adecuarse precisamente al formato sonoro, separándose claramente del foco de la pieza, el cual aparentemente está construido a partir de la voz de dua42(¿?), deformada y disecada a grados ulteriores, la cual revolotea sin cesar ni trayectoria definida a lo largo de los bordes sonoros. Este esquema habrá de repetirse en las piezas posteriores, en las cuales McKenzie se dio a la tarea de deformar y ajustar consecutivamente las voces de Michael Gira (Swans, Angels of Light), Yves Klein y Björk –asunto en el que profundizaría en 2005 con una serie de discos orientados a la experimentación a partir de la deformación vocal, con contribuciones de David Tibet (Current 93) y de Blixa Bargeld (Einstürzende Neubauten).
La segunda pieza ‘and there I was hoping the door would go’ corresponde a la contribución de Gira; ésta está tanto más enfocada a la profundidad y a los niveles bajos que las demás. Los sonidos, a pesar de quedarse en el espectro grave la mayor parte del tiempo, difícilmente pueden constituirse como drones. Al momento que parecen estar a punto de conformarse como algo formal vuelen a desbaratarse y a deformarse y a ser agraviadas por sucedáneos tonos agudos que, de la misma manera, parecen sostenerse sólo para volver a caer. Extrañamente, al final McKenzie toma la decisión de forjar una arbitraria ruptura cuando, intempestivamente, ataca una nota que deja reconocerse como una voz.
Vertonen – One Telescoping Spine (Chondritic, CH-92, 2005)
El más reciente disco de Vertonen, One Telescoping Spine, combina la pesadez y dificultad aural del noise con la precisión y la detallada ambientación de muchas de las bandas del post-rock más elaborado. Dividido en cinco piezas -cada una titulada y comentada-, este e.p. resulta bastante sustancial en realidad ofreciendo en cada pieza una muy variada muestra de sonido y estrategia. Comenzando con “Misnomer”, la cual presenta un curioso monólogo acerca de la menstruación -y sus implicaciones sociales y fisiológicas-, el álbum tiene un comienzo brillante. Este track está dividido a su vez en tres partes, baste con decir que la siguiente “Jaggednaut” es tan violentamente sorpresiva como para que sea necesario tener cuidado con los audífonos. “Mist Wash to Last Wish” cierra el primer track orientando un tanto el devenir del disco en su fase final.
Tras la sorpresiva arremetida de la primera parte, surge una segunda parte igualmente sorprendente, aunque por razones totalmente distintas. La subsecuente “Disintegrating Kinephantom”puede incluso llegar a sonar reminiscente a conjuntos como Windsor for the Derby o Labradford, con una electrónica que se siente más matizada y ambientalista que el común denominador de las bandas de noise. El hecho de implantar una suerte de ritmo a 4/4 sobre texturas que en otros casos significarían el espectro sonoro completo le ofrece variedad sustancial a esta pieza. Y la siguiente, “Bury Me Not”, no cambia demasiado el rumbo trazado, sustentando con una ligera combinación de atmósferas un breve fraseo en piano. Al fondo, sorprendentemente, se percibe una serie de vocales persiguiendo susurrantes las efímeras notas que dan fin a este mágico 3”cdr, el cual constituye una brillante, y ojalá no única, adición y excepción a la escena.
Axolotl – Oranur (Collective Jyrk, s/n, 2005)
La última entrega de Axolotl, ‘Oranur’ es tan enigmática como cualquier otra de las cosas que hayan grabado. Consistiendo de fragmentos de grabaciones inconexas, ‘Oranur’ está dividido en seis piezas, las cuales atan extremos de músicas muy diversas. La primera pieza, también llamada ‘Oranur’ contiene una atmósfera digna de los teclados de Fursaxa, conducida a su vez por una percusión metálica y persistente en una muy lejana referencia a Einstürzende Neubauten. El ritmo constante de la pieza mencionada se ve definitivamente vencido al momento que ‘Natura Naturans’ emerge. Quizás sea éste el momento en que ‘Oranur’ es más afortunado; a través de imágenes que no pueden menos que -un tanto obviamente- hacerme pensar en las escenas de Aguirre de Werner Herzog, tan gratamente apuntadas por la música de Popol Vuh, Axolotl conducen por un ensueño bastante preciosista y desgraciadamente corto. La siguiente pieza, ‘Holzwege’, continúa esta senda por instantes, pero sólo para tornarse inmediatamente después en una jam de percusiones cuasi-autóctonas y electrónica profunda llena de imágenes de agua. La dirección de esta pieza se vuelve casi inadvertidamente trunca cuando desemboca en una insostenible lucha que se rompe a su vez con la entrada de ‘Bions’. ‘Bions’ está propulsada por una vocal informe que se envuelve alrededor de un teclado reverberante y profundo, ambos sostenidas a su vez por una flauta tradicional que se sostiene a lo largo de la pista. Tras solo algunos minutos, las vocales ondulan e inundan el espacio con melodías cuidadosas, místicas y persistentes, formando un muy bello drone vocal, apenas roto por la saturación.
Otro abrupto corte nos lleva a ‘Zygoma’ una pieza instrumental devota a las cualidades de percusión de Axolotl; los constantes tambores se ven aliados al juego tonal de una manipulación electrónica, deformando los tonos naturales y convirtiéndoles en un novedoso complemento manipulable. ‘Kingdom of Ends’ suena como un Dirty Three permeado por la saturación análoga. El violín se envuelve y retuerce a través de los firmes tiempos de la percusión y éstos son también complementados por una abrasiva carga de ruido matizando el poco espacio presente.
‘Oranur’ es un disco frenético que muestra a un grupo sumamente capaz de adoptar diversas pieles y vestirlas genuinamente; tan capaces son Karl Bauer y William S. de crear atmósferas dulces y cadentes como de conducir desbocadamente sus sonidos al frenesí más puro. Sin embargo, al escuchar ‘Oranur’, no puede menos que sentirse que algo anda mal. El problema no es realmente el grupo sino la falta de conclusión que parece permear en cada una de las piezas. A mi forma de ver, no importa cuán gloriosos sean los componentes si lo que mella es el sentido de un final, y, desafortunadamente, eso es lo que falta aquí.
Son of Earth – Carhole (Apostasy Recordings, APO15/APCD7, 2004)
Son of Earth adquirieron algo de atención gracias al split que grabaron en con Double Leopards para Apostasy. Sin embargo, su limitado catálogo –la mayor parte del cual ha sido puesto en circulación por la citada disquera, no ha logrado darles la notoriedad que gozan los Leopards; aún cuando su música, al menos en el caso de este Carhole, sea tan impactante.
Enfundado en un sobre largo hecho de papel reciclado, que está a su vez adornado por una fotografía del equipo utilizado en su grabación, Carhole es sobriamente enigmático y cuidadosamente realizado (curioso dado el hecho de que es una grabación de una presentación en vivo interpretada en 2003 en Belchertown). Lo que sucede en la superficie de las piezas es tan trascendente como lo que ocurre muy en su fondo. Utilizando instrumentación percusiva y de viento junto con electrónica torcida y guitarras sumamente deformadas, la banda crea sonidos que se convierten en enigmas imposibles de descifrar. Sus resultantes son piezas sumamente mesuradas y meditativas, cadentes y hasta distantes incluso.
‘Floating Image’, parece ser una distante referencia al ‘Genetic Transmission’ que abría el ‘Leichenschrei’ de SPK Esta pieza está compuesta por distanciadas notas de teclado, las cuales van monótonamente intercalándose en el espacio abierto y aparentemente carente de rítmica. La tensa y escalofriante atmósfera es complementada por la susurrante voz de uno de los elementos del grupo, quien lenta -y casi inaudiblemente- murmura algunas indescifrables palabras. El efecto es casi terrorífico; es de preguntarse cómo será atestiguar alguno de estos rituales en directo.
‘Walking the Transom’ muestra a Son of Earth en su aspecto más visual, ofreciendo viñetas muy cuidadosamente dibujadas, de colores oscuros y profundos y pesados arrastrándose y moviéndose a través de ondas llenas de feedback amontonándose en el looping del delay. Todo sucede aquí como en los designios de las serpientes, sin limitantes de orden ni de tiempo; sin perder la paciencia, sabiendo bien que en el momento adecuado sabrán atestar el golpe fatal. ‘Walking the Ransom’ repta así por casi veinte minutos, lentamente hipnotizando y devorando a sus escuchas.
‘Carhole’ termina gloriosamente con ‘Owl’s Vector Speech’, una extraña pieza de ambient pesado y oscuro que tiene un filo un tanto más abrasivo que las anteriores, quizás mayormente debido a su menor confección de una constancia rítmica sostenida. Muy en el estilo de la música para ‘viajar en el tiempo’ de Coil, ‘Owl’s Vector Speech’ utiliza un loop que se repite eternamente y que apenas presenta variaciones mínimas de tono. La pesadez de dicho loop es matizada por discretas variaciones analógicas que se retraen y vuelven a caer en la superficie hasta que abruptamente, solas mueren discretas poniendo fin a este fantástico álbum.
Como descubrirá quien el escuche, la música de Son of Earth obvia lo estridente y volátil, tan presente en la escena independiente de hoy en día, en aras de una proyección más profunda y compleja. No puede decirse que una banda que toca este tipo de música sea precisamente refrescante, sin embargo, mi última impresión es tal –Son of Earth hacen música diferente e importante que vale la pena escuchar.
The Skaters (American Tapes, 2005)
Ya había escuchado bastante acerca de The Skaters. La palabra que más parecía concurrir en los comentarios a su respecto era la de‘enfermos’. Con el estado actual de la música es, sin embargo, un poco difícil señalar con claridad qué o quién está realmente enfermo, especialmente cuando se encuentra orbitando el círculo de la disquera de John Olson, American Tapes. Este cdr presenta a The Skaters como una banda que, en la tradición de otros ensambles ruidosos como Einstürzende Neubauten u Hototogisu, encuentra en las abrasiones de la grabación lo-fi el campo idóneo para forjar sus propios estigmas.
Arrastrando elementos de música folk tales como deformes cánticos -que se repiten y entrelazan con drones-, teclados ultrajados y percusiones tribales rústicas -incluso inocentes-, The Skaters conjuran una tensión tan potente que resuena mágica e inmemorial a la distancia. En ésta, su primera contribución para el catálogo de American Tapes, la banda se siente como una consecuente vuelta de tuerca entre la maravillosa psicodelia de Fursaxa y las pesadas atmósferas de Double Leopards. Su música, oscura y misteriosa, tiene suficiente potencial como para convertirse en una latente fuente de inspiración del calibre de cualquiera de los recién mencionados.
A diferencia de muchas de las bandas contemporáneas, The Skaters muestran tener la capacidad de ampliar y extender su sonido en instantes. Cuando parece que el virtual ataque sonoro se ha cimentado, el corte sobreviene y con él un cambio de registro total. Un teclado de iglesia se sobrepone y afirma para ser resquebrajado y anulado por un subsecuente serial de samplers el cual se ve, a su vez, desplazado por la persistencia de nuevos cánticos acompañados de una nuevamente persistente percusión.
Calificarlos de enfermos no creo que sea un dictamen justo. La música de este disco posee peso y variedad plenas. En cualquier caso escuchar este cdr homónimo de The Skaters en definitiva me dejo con ganas de escuchar aún más.
Saturday, October 01, 2005
Hototogisu - Ghosts from the Sun (Heavy Blossom, s/n, 2004)
El auralmente brutal proyecto de Matthew Bower, con su corta vida iniciando en 2001 con 'Cucko Cuckoland', ya posee una cuantiosa discografía en su haber. Sin embargo, casi todas sus ofertas han sido editadas en exclusivas y limitadas ediciones de cdrs, como en el caso de ésta, la edición inicial de 'Ghosts from the Sun'.
Este cdr doble es uno de los primeros en contar con la presencia de Marcia Bassett -Double Leopards, Zäimph, GHQ- en lo que se considera la alineación más celebrada de la banda. Para éste, como con casi todos los discos de Hototogisu, se rumora la participación de numerosas luminarias underground; hecho sin confirmar gracias a la carencia absoluta de notas o créditos. Asimismo, como podría esperarse, las piezas de 'Ghosts from the Sun' carecen de título. La instrumentación parece componerse casi totalmente de la violentada guitarra de Bower y el interminable drone de Bassett. Por momentos también pueden escucharse algunos teclados y voces modificadas.
En sentido estricto, llamar música a las producciones de Hototogisu es solo parcialmente acertado. Las cinco piezas que componen 'Ghosts from the Sun', a pesar de ser ligeramente menos abigarradas que las del posterior 'Awful Symmetry', apenas bordean en lo que puede llamarse melodía o rítmica. Y aún así, en ellas hay momentos de plenitud sonora que van desde ambientes de lenta evolución hasta el paroxismo total.
En el primer disco del set, Hototogisu parecen retomar elementos de Double Leopards, a través de una pieza que rebasa los 24 minutos y que proyecta el estertor de una bestia mecánica. Los pulmones mecánicos vibran acompasadamente mientras el corrosivo drone se apodera del aire. La pesadumbre se vuelve cada instante más intensa y volátil y el drone es cada vez más corpóreo y hóstil, casi metálico. El final de esta orgía de disonancias y zumbidos acaece con lamentos que se ahogan en la marea de retroalimentación y que son finalmente devorados de un solo bocado por el zumbido de otro predador acústico. El equivalente a 'Begotten' en audio.
El segundo disco de 'Ghosts from the Sun' comienza más o menos amablemente con una larga y profunda rendición de la apertura de 'Astronomy Domine' de Pink Floyd. Ésta se extendiende hasta cerca de los quince minutos en un profundo delirio de guitarras saturadas, que van aullando, alcanzando voces que se elevan y deambulan fantasmales a través del tiempo líquido vertiéndose por las bocinas. La segunda pieza retoma el tema de su predecesora, pero ahora prescindiendo de la concreta cacofonía para, en cuestión de instantes, dejarse caer en seco como una muralla sonora de lamento y disonancia. Tras ello nada queda en pie; -ya no hay ningún tema- si acaso un par de notas impuestas sobre las cuerdas de un bajo aletargado que persiste por algún tiempo. Los alaridos de cuerdas humanas y de guitarras adquieren entonces cualidades infernales.
La tercera pieza conserva las escalofriantes carácteristicas pero la muralla sonora se ha hecho cada vez más portentosa con un violenta nubarrón de atmósferas industriales circundando. En ese momento, la tensión concebida por el dueto llega a su grado más excesivo. El ataque sonoro de Hototogisu en este tema hace parecer absolutamente irrelevante cualquier noción de silencio o balance. El dueto incluso se da espacio para ironizar con un desencajado sampler de trompeta a la beatle que se intercala casi aleatoriamente de vez en vez.
La pieza final de 'Ghosts from the Sun' emerge del trance con cabeza gacha y pisadas cuidadosas. Sin embargo, el avance lento y cauteloso, obviamente, no es sino una pantalla para la tensión sostenida que evoluciona lentamente -muy al estilo de los leopardos- hasta convertirse en una marea de ruido pesado y oxidado.
Es curioso que material que apenas salió a la venta hace menos de un año pueda ser tan cotizado en su versión original como éste. No sé honestamente a que número asciende el tiraje total de 'Ghosts from the Sun' en su edición original -pero no deben ser más de doscientas copias. Es por ello muy afortunado que Hototogisu haya finalmente obsequiado a un público mayor con la reedición en firme de este material en Important Records. Ahora sólo esperemos que otras obras claves de la banda como 'Cucko Cuckoland' o 'Japanese Floating Oof' -más raras y caras- sean también reeditadas pronto.
El auralmente brutal proyecto de Matthew Bower, con su corta vida iniciando en 2001 con 'Cucko Cuckoland', ya posee una cuantiosa discografía en su haber. Sin embargo, casi todas sus ofertas han sido editadas en exclusivas y limitadas ediciones de cdrs, como en el caso de ésta, la edición inicial de 'Ghosts from the Sun'.
Este cdr doble es uno de los primeros en contar con la presencia de Marcia Bassett -Double Leopards, Zäimph, GHQ- en lo que se considera la alineación más celebrada de la banda. Para éste, como con casi todos los discos de Hototogisu, se rumora la participación de numerosas luminarias underground; hecho sin confirmar gracias a la carencia absoluta de notas o créditos. Asimismo, como podría esperarse, las piezas de 'Ghosts from the Sun' carecen de título. La instrumentación parece componerse casi totalmente de la violentada guitarra de Bower y el interminable drone de Bassett. Por momentos también pueden escucharse algunos teclados y voces modificadas.
En sentido estricto, llamar música a las producciones de Hototogisu es solo parcialmente acertado. Las cinco piezas que componen 'Ghosts from the Sun', a pesar de ser ligeramente menos abigarradas que las del posterior 'Awful Symmetry', apenas bordean en lo que puede llamarse melodía o rítmica. Y aún así, en ellas hay momentos de plenitud sonora que van desde ambientes de lenta evolución hasta el paroxismo total.
En el primer disco del set, Hototogisu parecen retomar elementos de Double Leopards, a través de una pieza que rebasa los 24 minutos y que proyecta el estertor de una bestia mecánica. Los pulmones mecánicos vibran acompasadamente mientras el corrosivo drone se apodera del aire. La pesadumbre se vuelve cada instante más intensa y volátil y el drone es cada vez más corpóreo y hóstil, casi metálico. El final de esta orgía de disonancias y zumbidos acaece con lamentos que se ahogan en la marea de retroalimentación y que son finalmente devorados de un solo bocado por el zumbido de otro predador acústico. El equivalente a 'Begotten' en audio.
El segundo disco de 'Ghosts from the Sun' comienza más o menos amablemente con una larga y profunda rendición de la apertura de 'Astronomy Domine' de Pink Floyd. Ésta se extendiende hasta cerca de los quince minutos en un profundo delirio de guitarras saturadas, que van aullando, alcanzando voces que se elevan y deambulan fantasmales a través del tiempo líquido vertiéndose por las bocinas. La segunda pieza retoma el tema de su predecesora, pero ahora prescindiendo de la concreta cacofonía para, en cuestión de instantes, dejarse caer en seco como una muralla sonora de lamento y disonancia. Tras ello nada queda en pie; -ya no hay ningún tema- si acaso un par de notas impuestas sobre las cuerdas de un bajo aletargado que persiste por algún tiempo. Los alaridos de cuerdas humanas y de guitarras adquieren entonces cualidades infernales.
La tercera pieza conserva las escalofriantes carácteristicas pero la muralla sonora se ha hecho cada vez más portentosa con un violenta nubarrón de atmósferas industriales circundando. En ese momento, la tensión concebida por el dueto llega a su grado más excesivo. El ataque sonoro de Hototogisu en este tema hace parecer absolutamente irrelevante cualquier noción de silencio o balance. El dueto incluso se da espacio para ironizar con un desencajado sampler de trompeta a la beatle que se intercala casi aleatoriamente de vez en vez.
La pieza final de 'Ghosts from the Sun' emerge del trance con cabeza gacha y pisadas cuidadosas. Sin embargo, el avance lento y cauteloso, obviamente, no es sino una pantalla para la tensión sostenida que evoluciona lentamente -muy al estilo de los leopardos- hasta convertirse en una marea de ruido pesado y oxidado.
Es curioso que material que apenas salió a la venta hace menos de un año pueda ser tan cotizado en su versión original como éste. No sé honestamente a que número asciende el tiraje total de 'Ghosts from the Sun' en su edición original -pero no deben ser más de doscientas copias. Es por ello muy afortunado que Hototogisu haya finalmente obsequiado a un público mayor con la reedición en firme de este material en Important Records. Ahora sólo esperemos que otras obras claves de la banda como 'Cucko Cuckoland' o 'Japanese Floating Oof' -más raras y caras- sean también reeditadas pronto.
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