Tuesday, December 30, 2008


Wereju - The Light of Life Undone (Anathema Sound, AS06, 2008)

Esta cinta la había dejado para algún momento en que tuviera algo de tiempo. El nombre no me impresionó demasiado, ni tampoco lo sentimental de los títulos; en pocas palabras, me pareció estar ante una enorme sesión de clichés que podía digerir mejor leyendo o caminando. Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí en "The Light of Life Undone," uno de los mejores trabajos que habría de escuchar a lo largo del año, con cada segundo siendo tan intoxicante como depurado y sensible sin caer jamás en la facilidad de la cursilería.
"A Faint and Dying Hope Undone Part I," la cara A al completo, comienza anhelante y suave, tan sólo para entregarse a la más gelida potencia del drone, con frecuencias sintetizadas entrelazándose como sierpes danzantes. Tras breves aunque plenos interludios, las guitarras de Cathal Rodgers vuelven a entretejer una fibra muy humana, repleta de nostálgica distancia en acompasado ensueño. Un corte viene a establecer un nuevo distanciamento, enhebrado a partir de un telar de feedback que aquí se presenta lo suficientemente cuidado como para convertirse en una cortina de ensueños, un plácido drone que apenas puede controlarse antes de dejarse caer en el delirio, una telaraña que advierte de su peligrosidad mientras deja reposar a su víctima. Y siguen allí las límpidas torres de marfil de las guitarras, inmutables, perfectas, brillantes.
La segunda parte del tema anterior, la cual abre la cara B, es un tanto más libre, con pasajes de sonidos que van y vienen como formas difusas. Movimientos acuáticos y resonancias primordiales, los colores de sueños pastorales circundan y cobran sentido como figuras danzantes. Cada movimiento tiene un aura profunda y conducente. Finalmente, un corte casi desnudo de atmósferas cierra el ciclo retomando el tema abierto y entrañable de la primera cara y dejándose disolver con el grado que le confiera la marea del tiempo.
"A Faint and Dying Breath" comienza desandando las mismas regiones de imágenes inconscientes, aunque opuestas; donde la primera son reflejos de aguas claras, las que circunda este tema son oscuras, estancadas. Abismos desolados donde todos los presentimientos son mortales y no queda más que el recuerdo deseoso de un regreso.
Este cassette resultó, pues, verdaderamente un afortunado accidente, un trabajo que muestra un talento muy cultivado, anclado en el meticuloso y persistente desarrollo de un tema. Enhorabuena también por el trabajo de la joven Anathema Sound, que en su breve carrera ha logrado presentar trabajos de verdad deslumbrantes. Sin duda aguarda un gran futuro para ambos. (S.S.)

Andrew Coltrane - Shock Damage (Hermitage Tapes, s/n, 2008)

"Shock Damage," del prolífico Andrew Coltrane, suena como una máquina al borde del colapso, buscando contagiar su malestar al escucha a lo largo de sus sesenta minutos de duración. Divididos en cortes temáticos, estos sesenta minutos recuerdan en su concreción al coartado y directo, medularmente hostil noise americano de los noventas, aunque relativamente obviando lo muscular para darle un mayor peso a la incertidumbre de la abstracción. De hecho, hacia el final de la segunda cara Coltrane llega al extremo disruptivo de forzar una improvisación de tintes jazzeros tras haber desarrollado toda la entrega en un contexto de absoluto ruidismo, extrañando el plano inicial y bruscamente reencontrándolo con el siguiente corte.
Cabe también mencionar que aunque cada pieza de "Shock Damage" está envuelta en una red de amorfa estridencia, Coltrane constantemente hecha mano de recursos rítmicos, como loops o golpes a piezas de metal, para ofrendarle un seguimiento más contundente a la orgía de tonos y zumbidos. De cierto modo, esta cinta deja ver como el noise de esta década sí ha perdido buena parte de su carga violenta, aunque en aras de lograr una más amplia idea de deshumanización, convirtiéndose en un medio árido, frío y directo en la reconfiguración de la estética artística presente. (S.S.)
Secret Abuse - Violent Narcissus (Not Not Fun, NNF-135LP, 2008)

Jeff Witscher ya lleva más de un par de años dedicado a la música experimental; su trabajo se extiende a más de un género musical, los más de los cuales generalmente acaban, por su designio, de bordear con el orbe sónico del noise. En Impregnable, proyecto que le ganó renombre como vanguardia ruidística, Witscher se dedicaba a formular enormes murallas de ruido blanco que evitaban en lo más las tiradas dinámicas del harsh noise japonés. Junto a algunos de sus colegas californianos, como Jon Borges de Pedestrian Deposit y Phil Blankenship de The Cherry Point, Impregnable se constituyó como uno de los eslabones más radicales del ruido.
Estos muros de ruido, sin embargo, después de algún tiempo, acabaron por cansarle, y de habitar por años la identidad que le dio fama, Witscher pasó a abordar una multitud de alias, casi tan variada como los estilos que se dio por tarea explorar. De allí salen Trash Dog, Deep Jew, Roman Torment, Mare, Disfigure Mare, Black Chastity, Forbidden Fuck, Without Belonging, Greater Saga, Marble Sky y, por supuesto, Secret Abuse.
Secret Abuse se ha convertido en el proyecto más estable de este multifacético artista. Inicialmente, se trataba de una continuación un tanto diluída del trabajo de Impregnable; aún violento y bordeando con el ruido, Secret Abuse fue delineándose cinta tras cinta (principalmente en Callow God y en la súper elusiva Agents of Chaos) como algo totalmente nuevo. Tras algún tiempo, el ruido había pasado de ser un elemento intrínseco a convertirse en uno recurrente e incluso efímero.
Delatando un gusto por la composición contemporánea y el ambient, Witscher encontró en el esquema instrumental del noise las herramientas para crear sus propias variantes de estas expresiones. Cintas recientes como "Pass," "Sojurn 3.6," y "Young Pig/Walking for Days Alone" evidencian esta serie de insospechados movimientos.
Pero aún hacía falta algo que diera punto final a este incontenible avance, y lo vino a dar con lo que pareciera ser su consagración definitiva como artista, "Violent Narcissus."
Editado hace apenas un par de meses por Not Not Fun, este lp rescata las características esenciales del trabajo visual de Witscher (pastiches, poesía a la e.e. cummings, figuras indefinidas e indefinibles, etc.), así como una amplia visión de su trabajo sónico, conjugando una gran cantidad de posibilidades, exploradas cada una respectivamente con claridad y concordancia.
El primer lp de Secret Abuse comienza con "Domino," un tema en guitarras que sirve de perfecta referencia a la influencia del showgaze en su trabajo reciente: olas de acordes dulces brotando y regenerándose entre un espejo de estática. "There Are Times In The Morning," a pesar del nombre, abandona el tema melancólico un poco, con Witscher haciendo uso de su arsenal de recursos, con efectos susurrando fantasmales intervenciones mientras un lento y grueso sintetizador da un cuerpo grave al total. Un poco adelante una guitarra nuevamente absorta en distorsión y efectos complementa para cambiar a una tónica más eólica. "Dust," tercer tema, bien podría caber junto a piezas de Loren Connors o Windy & Carl. Se trata de una sobría composición basada en la repetición del delay y una sistemática caída de la reberveración. Acordes abiertos, invocados con fuerza, punteos precisos y llenos de dulce melodía componen un tema que se deja llevar con naturalidad y la inigualable precisión de lo efímero.
Pero lo que se lleva las palmas aquí es el cierre del disco, "Black Cartridge," una gigantesca nube de estática de guitarra y efectos que crece descomunal y etérea en instantes y luego se pierde entre sus lamentos, negándose a ceder. Enorme en su comunicación de sensación y poder, desgraciadamente sólo dura un par de minutos.
La cara B abre con otro filoso tema, "Pulse" con la fresca evolución de un fraseo amigable que va siendo poco a poco complementada por un grave pulso al fondo, el cual va poco a poco tomando presencia hasta convertirse en un subyacente rugido que sin embargo jamás busca apoderarse como el eje del tema. Pero la que sí rompe es la siguiente, "Gaze" ," conservando el tema pero acentuando su volúmen y su potencia; Witscher aquí reproduce gloriosamente la combinación de ruido blanco y melodía -algo así como una idónea suma de wall of noise y ambient.
"Aureole" es la pieza más agresiva de todo el disco, siguiendo el pulsar oscilatorio de un sintetizador con filosas descargas de ruido blanco. Poco a poco el ritmo se va cerrando hasta perderse y dejando apenas una estela de resuellos de guitarras, que van poco a poco conviertiéndose en notas delineadas con cuidado para "Oak Body," tema que cierra el disco con su discreta y delicada belleza, ambigua entre la casi violenta atmósfera que le acompaña y la precisa salida de vocales y guitarras.
Y a pesar de haber descrito prácticamente todo el contenido sustancial del disco, no puedo dejar de sentir que esta reseña se queda corta. Si ha habido un artista del año en el rubro del ruido y la música experimental, ése ha sido Jeff, quien, operando desde las sombras, cuidadosamente empacando cada uno de los cassettes que él mismo produce y haciendo música profunda con la inspiración de noches de vigilia a cuestas, ha creado con "Violent Narcissus" la que es, hasta el momento, su obra maestra. Pocos pueden contender con este gran trabajo -quizás acaso el pasmoso "Braided Industry/Raising the New Wing" de Hum of the Druid- para llevarse la ilusoria corona del mejor disco del año. Así que deja de leer y corre a comprarlo antes de que se agote y luego tengas que desembolsar una breve fortuna por él en ebay. Estás advertido. (S.S.)

Oddities of the Lothians - Oddities of the Lothians (Unverified Records, UN012, 2008)

"Oddities of the Lothians" es un infernal laberinto electromagnético en donde fragmentos de conversaciones y sonidos encontrados son hechos convulsionarse unos sobre otros as nauseaum. El patrón "musical" o pseudo compositivo va dictado meramente por el flujo de las voces, a veces más veloces, a veces más incoherentes. Risas, chasquidos, frases incompletas, murmullos, gruñidos; todo es operado a partir de la voz humana, deformada o puesta a girar en torno a las multitudes reunidas en la pieza sin poder escapar de su lúgubre prisión. Totalmente experimental, radical y atemorizante. (S.S.)
Treetops/Walter Carson, Arbor112, 2008)

En "Need Sleep," Treetops conujga atmósferas cadentes y atribuladas con ligeras oleadas de feedback y efímeros, difusos armónicos. "Bried Meditation" entra tras un corte seco, con su breve, casi carnivalesca visión de ensueño, abriendo la puerta al bello crisol de "Role." Tres tracks que sirven como idónea introducción al mágnifico universo de sonido que Treetops crea.
Como es bien sabido, el trabajo de Walter Carson suele deambular libremente entre los campos de lo inusual. El tema que Carson provee para este split es buen ejemplo de ello, siendo una colisión de registros: un violín flotando en un mar de sonidos en reversa y una atmósfera acústica envuelta en reverberación natural. El resultado es una impasible pieza que lucha por permanecer en los terrenos de lo musical al tiempo que hace todo por perderse en la desproporción. (S.S.)
Slow Listener


Slow Listener es el seudónimo de Robin Dickinson, quien en su corta carrera ya ha producido música para más de una docena de trabajos, empleando, sorpredentemente, una gama de elementos considerablemente limitada, pero logrando, a partir de la maestría con que los emplea, efectos sonoros pasmosos. El feedback y la estática son constantes en sus trabajos, los cuales buscan usualmente contraponerse a una línea tonal. La desintegración o la fusión tienden entonces a aparecer en complejos aurales profundos e hipnóticos, con una lógica propia, lejana de la obviedad y dueña de una lógica propia, extraña, mágica. Sin más preámbulos, presentamos a continuación una serie de reseñas relativas al trabajo de Robin.


Slow Listener - Son of the Man of the Year (Housecraft Records, Housecraft N0. 45, 2008)

Una de las más inquietantes virtudes de Robin Dickinson es su capacidad de conjurar, a partir de elementos muy limitados, una gran gama de sonidos, angustiosamente expresivos. En "Son of the Man of the Year", tiende a incorporar sus consabidos teclados a un registro suave y oscilante, el cual es un eje que, a pesar de guiar todo el movimiento de la pieza, resulta estar oculto tras una enorme capa de reverberante e informe feedback. Ambos lados, sugiriendo una inmanencia sublime y muy cuidada, son sin embargo duros, cubiertos por capas de nubes sónicas que apenas dejan vislumbrar la belleza de sus sustancias. La segunda cara, buscando una salida perfectible, se topa con el imponente deseo de agravar lo evidente; con furia descarnada, Robin deja que por los recovecos de la pieza se cuelen confusas disonancias y crueles destellos de feedback, haciendo del total de la composición algo sobrehumano, un atisbo a la belleza real de las cosas. Ni sencillo ni sobradamente racional, "Son of the Man of the Year" es un trabajo crudo, presto a hipnotizar a quien supere las obviedades de lo superficial.

Slow Listener - Only On My Own Am I Truly Loved (Celebrate Psi Phenomenon, s/n, 2007)

Otro misterioso release de Slow Listener es "Only On My Own Am I Truly Loved", editado por aquella gran disquera de las portadas de papel tapiz, Celebrate Psi Phenomenon de Campbell Kneale. "One Coffe Short of Intelligence", el primer track, intercambia su dulzura inicial por un pasmoso contrabalance de inamovibles drones enfermos, vadeando por entre la estática crecida.
Los siguientes cuatro temas siguen esa óptica de embrujo y confusión. "Bad Santana," por ejemplo, hace empleo de vocales musitadas a través de un nubarrón de estática, un cuadro que simula el escuchar canciones distantes en radios mal sintonizadas, o "Random Harvest" que, por su parte, interna al escucha en la profundidad de acordes cálidos que culminan en la desintegración melódica absoluta, en una ficción musical, en un desbordamiento conceptual.
En cierto sentido, este cdr podría bien definir el quehacer de Robin Dickinson, la creación de música bella pero siempre distante. Cada uno de sus temas sigue el mismo sentido, la consolidación de una capa de dureza como coraza sólida, inquebrantable, pero que por sus diminutas hendiduras esconde el secreto de un alma ambriagada por el embeleso de notas celestiales.


Sweet Sweet Coffebreath/Hunting Rituals (Cloud Valley, CV45, 2008)

"Sweet Sweet Coffebreath" es el nombre de su más reciente proyecto. Más enfocado en las dinámicas que en la formulación de cuadros estáticos en plena tensión, Dickinson aquí ejerce un control multidimensional, modelando caústicas variaciones de tonos saturados y de estática vuelta fondo. Por momentos se dejan incluso caer zumbidos feedbackeros a la power electronics y voces, en total anomalía de lo que Slow Listener usualmente significa. Un fascinante cuadro en inacabable mutación.
Por su parte, Hunting Rituals presenta una pieza mucho más enfocada al seguimiento de un monotonalismo que por momentos bordea con el noise. Oscuro e intenso, su lado rescata a través de espasmódicas oleadas de feedback ese lado pesado y opresivo del industrial menos indulgente. Voces y guitarras se alían a una gris herrumbre para forjar un caótico mar envuelto en tinieblas y furia tormentosa. (S.S.)


Birchville Cat Motel - Second Curved Face Destroyer (Celebrate Psi Phenomenon, s/n, 2008)

Birchville Cat Motel fue por poco más de diez años el principal proyecto sonoro del neozelandés Campbell Kneale. Prolífico como pocos, el proyecto fue cimentándose grabación tras grabación -sus producciones sobrepasan los noventa títulos- de, sorprendentemente constante experimentación sónica: desde esas primeras cintas de espantosa sordidez para la también naciente American Tapes, hasta las pasmosas, enormes emisiones triples en su propia Celebrate Psi-Phenomena, quedan de manifiesto la casi motórica capacidad expresiva de Kneale y el constante anhelo por hacer desaparecer límites creativos.
Una de las últimas piezas del rompecabezas discográfico que Birchville Cat Motel legó al mundo fue la colección triple "Second Curved Face Destroyer," la cual, desde el propio título, hace referencia a un trabajo que el mismo Kneale había producido para Last Visible Dog en 2006. Aquél, como éste, se trataba de una colección de grabaciones en vivo sin más que un poco de masterización, las cuales capturaban su espíritu y su versatilidad sonora. Esta colección, además de capturar la frugalidad de esos momentos, ofrece un par de sorpresivas sesiones, una con sus coterráneos de 1/3 Octave Band, planteando en "Junkshop: Rainbow Superserpent," como el título sugiere, un reptante, magnífico drone que se extiende ominoso por media hora, así como "Gunpowder Church of Satan," que contiene las fallidas sesiones de lo que culminaría siendo el enorme "Gunpowder Temple of Heaven," editado a principios de este año por Pica Disk.
El primer cdr de "Second Curved Face Destroyer" alinea su registro al de las visiones más dulces que Kneale puede convocar. "Rochester Sloppy Plate" es una lenta progresión de atmósferas que van sucediéndose conforme a los pasos de una percusión sampleada. Al igual que su subsecuente, "Chicago Deep Dish," el foco de la pieza es la ensoñación, el inesperado e inadvertido adormilamiento de la consciencia, dejando pasar sueños y turbaciones anímicas. Con sus dos tracks, esta primera parte cubre muchísimo terreno, fungiendo como elaborada intoducción a la marejada de drone que se prepara a continuación.
El segundo disco, además de contener la ya mencionada sesión en Australia, contiene dos tracks más tomados de presentaciones en directo. Los drones cristalinos de "Honk Kong Abracadabra," otra longitudinaria pieza, anhelan convertirse en melodía natural y culminan obliterando el espacio absolutamente en su estruendo de ácidas visiones. Hasta su desintegración, serrada, decadente es una delicia. "Small Christian Victories" conjuga los pesados drones de un órgano de acordes de imitación parroquiana al tiempo que descarga una distorsión apabullante, haciendo del set ni uno ni lo otro, una madeja de sonidos sin más sentido que la inacabable línea del drone. Indudablemente más visceral, este tema acaba aportando el elemento accidentado a la colección.
Finalmente, el último disco presenta dos tracks que incisivamente se contraponen a todo el material anterior. El primero retoma el nombre de uno de los últimos discos en estudio del proyecto, aunque invirtiéndolo, "Dead Call Home Their Birds" -en vez de "Birds Call Home Their Dead"- y que resuena precisamente al tipo de tela sonora que recientemente había estado empleando Kneale; es decir, una sicodelia electrónica donde se sobreponen sonidos deformes, largos tracks de distorsiones taladreantes, percusiones robotizadas y los cada vez más constantes samples de Iron Maiden. La última pieza es precisamente la toma abandonada del gran "Gunpowder Temple of Heaven," y se trata de una versión mucho menos paciente, liándose de inmendiato en el embrollo y llendo hacia la concreción. Siempre resulta interesante descubrir la evolución de las ideas que dieron lugar a ciertos proyectos y éste es el caso.
Al anunciar que Birchville Cat Motel dejaría de existir, Kneale señalaba como razón primera que el mundo no necesitaba un nuevo disco de este proyecto. Tras escuchar este cierre de una discografía, con apenas siete temas cubriendo más de tres horas de música, este comentario se vuelve dudoso. (S.S.)


Emeralds - Solar Bridge (Hanson Records, HN183, 2008)

Curiosamente es apenas con "Solar Bridge" que Emeralds deciden hacer su debut oficial después de decenas de releases en múltiples formatos y disqueras. Este disco obviamente conlleva una carga pesadísima: la carta fuerte del medio oeste norteamericano, que en cuestión de un par de años se ha consolidado como un peso pesado en la escena underground local, tiene que demostrar que posee los elementos para justificar todos los mitos que los rodean.
Decidiendo no lucir demasiado, Emeralds no ofrecen en este cd material que marque un punto definitivo en su discografía. Emeralds fueron en "Solar Bridge" a lo seguro; un larga duración que delata su fébril amor por la música atmosférica profunda, ensoñada y de claros tintes krautrockeros.
"Solar Bridge" es ante todo un disco que puede servir para describir perfectamente el trabajo del trío. A través de las dos piezas que conforman este trabajo, se presiente el impresionismo sintético de Tangerine Dream, Kluster y Manuel Göttsching, pero orillado por los tiempos al extremo de la oclusión ruidística.
Un par de sintetizadores análogos emprenden su primer vuelo en "Magic," el primer corte, y crean una capa alternante de ondulantes flujos electrónicos, creando un ambiente de ensueño que conlleva tantos influjos de temores como destellos de belleza en su patrón de música nocturna. Los sonidos de una guitarra eléctrica, rebosantes de efectos, complementan el cuadro, dando luces a los momentos de más tinieblas y cauce a los instantes donde parece ya no haber salida.
Pero la que se lleva el estelar es "The Quaking Mess," una pieza que retoma los delirios cuasi-progresivos de "Magic" al inicio pero que devela un tiro mucho más amplio al poco tiempo. Los sonidos de un sintetizador son intervenidos en un esquema de reversas que rompe con el orden natural y afila las impresiones; las secuencias se vuelven múltiples e inconexas más allá del nivel tonal, la atención del escucha puede perderse fácilmente y sus sentidos nublarse. Ésta es la hipnosis de Emeralds. Entonces dejan caer su más profundo drone. Su potencia se intensifica hasta que no queda más que, dulcemente, dejar que todo colapse.
Otro gran trabajo de Emeralds que denota trabajo constante, dedicación y, cabe decirlo, el amor de Aaron Dilloway por el trabajo de esta banda. Quizás él haya sido quien más esperaba la salida de este disco. Agotado en cd en la disquera (¡!), pronto en LP. (S.S.)

Emeralds - Grass Ceiling (Fag Tapes, FT105, 2007)

"Grass Ceiling" fue editado el año pasado por Fag Tapes. Se trata de un trabajo que describe poco dinamismo, concentrándose nuevamente en el poderío droner de la banda. Sin embargo, donde la falta de movimiento se siente, pende furiosa una potencia aplastante. El segundo corte de la primera cara por ejemplo, con su inquietante pesadez y minuciosa atención al detalle, es perfecto testimonio del fascinante juego de poderes que Emeralds propone, cegando cualquier cauce a la enorme recta de un drone monumental que apenas deja orbitar ligeras descargas de parasitarías, minimales melodías a su paso.
En su segunda cara, "Grass Ceiling" muestra sonidos poco usuales para el trío, con una atmósfera un tanto más siniestra, la cual encuadra una serie de quebrantos sónicos (¿vocales?). Desde su inicio, ésta no deja de sentirse como una pieza que muchas otras bandas, aunque no necesariamente Emeralds, pudieran haber interpretado. Pero éso no quiere decir que no sea disfrutable. De hecho, esos colapsos de extrañeza y la recurrencia de inusuales cánticos electrónicos permiten observar una faceta de la banda que difícilmente se osa mostrar en sus obras más trabajadas.
Hacia el final de esta cinta, queda la impresión de haber sido expuesto a kilómetros y kilómetros de cinta magnética. En realidad, se trata de un efímero cassette que expone a complitud las posibilidades de un sistema sonoro íntegro. Uno de los mejores trabajos de Emeralds y una de las mejores Fag Tapes, editado originalmente en una edición de 77 copias, pero que seguramente puede aún encontrarse en algunas distribuidoras, o quizás preguntándole a Heath. (S.S.)

Christopher Riggs - Draco (Holy Cheever Church Records, HCC - 006, 2008)

Christopher Riggs hace a sus guitarras sonar como una orquesta de anomalías; para su oscura cinta "Draco," no emplea más que eso, guitarras. Pero esto no suena para nada a lo que un guitarrista convencional podría llegar a generar sobre las cuerdas. Cada instante producido sobre estos medios tiene algo de animalesco. La primera cara de esta cinta, de hecho, comienza con un grave gruñido, como el sonido de cuerdas aplastadas en medio de una deformación acústica absurda; un sonido que se extiende y es luego interceptado por cuerdas arqueadas y la frenética manipulación de la cinta que contenía su irreverente origen. No hay más que eso. Los sonidos de un cuarteto de cuerdas en guitarra eléctrica, insensibles a cualquier tipo de formato o encasillamiento: ¿ruido? ¿improvisación libre?
La segunda cara de esta cinta está dedicada a lo que el propio Riggs llama "some serious deconstruction of the acoustic guitar." Quien atestigüe esta serie de grabaciones se enfrentará a una serie de sonidos que difícilmente podrá concebir como musicales: chillidos, ruidos como de sierras, gruñidos, crujidos; todos arrancados a una guitarra con no puedo imaginar más que un buen tanto de violencia física. En algún momento, aparece un organillo que interpreta unas cuantas desvencijadas notas envueltas en disonancia, las cuales dan un cierto respiro a la barbarie sonora. Pero sólo un poco. Riggs continúa hasta desentrañar el corazón mismo de su dama acústica.
A veces se necesita alguien que no sea un noisero para hacer verdadero, impresionante e inesperado RUIDO. Edición original limitada de veinte copias en Holy Cheever Church Records (creo que aún quedan un par). En caso de no hallarlas, apenas ha sido reeditado por Hanson.(S.S.)

Monday, December 29, 2008


L.W.A. - A Softened Focus/Secret Abuse - Release You Away, Towards Greater Pig Shit (Detrivore Records, s/n, 2008)

Como parte de su serie de splits de duración corta, Detrivore Records presenta las contribuciones de L.W.A. y de Secret Abuse.
"A Softened Focus," la pieza que L.W.A. ejecuta es uno de esos drones oscuros de carga elemental ligera que apunta hacia una sicodelia tensa, negativa, similar a la de la presentación de Double Leopards en el No Fun de 2004, pero con un cauce tonal ligeramente más consistente. Acá también están las voces inexpresivas, como arrancadas de alguna transmisión fantasmal.
Por su parte, Secret Abuse sigue inmerso en sus intentos por reformar el shoegaze -¿o al harsh-noise?- sosteniendo delicadas melodías, reminiscentes de My Bloody Valentine o de Windy & Carl, y haciéndolas subir hasta los cielso gracias a las intensas masas de ruido con que las apoya. Hacia el cenit de "Release You Away, Towards Greater Pig Shit" ya no es claro si lo que se está escuchando es ambient, drone o harsh noise. Y eso no ocurre todos los días. Una tristemente corta muestra de grandeza y de como convertir al sonido en luz (sin necesariamente emplear drogas). (S.S.)
Katchmare + Antler Piss - Automatic Wedding (Scissor Death, SD24, 2008)

Drones lentos, conectados a distancia, se enlazan entre la ríspida decadencia de sus bordes, repletos de estática. Su flujo por momentos es terso, por otros es punzante, como cuando se desarroll entre oscilaciones, "Kettles of Horn" puede llegar a recordar por momentos las siempre incómodas maniobras entre dulzura y orpobio de Slow Listener.
Por su parte, "Ancestor" es un drone que parece al borde del derrumbe, luchando para abrirse paso entre el gis de la señal magnética. Muy en el fondo yacen dinámicas atonales como corrientes subterráneas que se trenzan como hilos fantasmales en el cuerpo del estertóreo canal principal. Un bello momento. (S.S.)

Dog Holocaust - Volume I, II, III Gaping Hole, s/n, 2008)

Absoluto abuso sónico a cargo de Dog Holocaust. Esta antología compila en cd fragmentos de los tres primeros volúmenes que el dueto de Dan Johansson de Sewer Election y Nolan Throop de Kakerlak habían editado en cassettes limitados a 50 copias anteriormente. Como puede intuirse a partir de los nombres mencionados, este cd ofrece absolutamente nada más que total nihilismo ruidista. "Volumes I, II, III" es ruido claramente influenciado por Incapacitants. Sin uso de loops, samplers, o siquiera la intervención de más elementos que los quebrantos de efectos y feedback, Dog Holocaust asestan sin piedad tres golpes que sobrepasan cada uno respectivamente los veinte minutos de furia espástica y atonal.
Sus tres tracks son claras visiones de extremismo artístico que persiguen únicamente la destrucción de cualquier tipo de acercamiento musical regular. Ruido absolutamente horrible a cargo de dos maestros que se encuentran en uno de sus mejores momentos.
Asimismo, ésta es otra muestra más del sórdido trabajo que realiza la disquera Gaping Hole -filial de SNSE-, la cual no toca más que aquellos trabajos que expresen a través de sus crujidos y chillidos lo pútrido o enfermo de la naturaleza humana. Tan sólo el arte de portada, pornográfico y hostil, deja en claro que éste no es un cd para mostrarle/ponerle a nadie que no comparta un cierto gusto por lo enfermo. (S.S.)
Splinter vs Stalin - Eravamo Cosí Felici (Turgid Animal Italian Division, ta400, 2008)

Debo confesar que el power electronics es una de mis debilidades; pocos géneros musicales -incluso entre los ruidísticos- provocan tal repulsión como éste, inventado por Whitehouse, explorado por Ramleh y Sutcliffe Jugend y radicalizado por italianos como Mauthausen Orchestra. Precisamente, es bien sabido que una de las facciones más hostiles de esta corriente -si es que se puede llegar a considerar como tal- es la italiana. Y de allí, proviene Splinter vs Stalin, grupo liderado por Nicola Vinciguerra, conocido tanto por su trabajo como Fecalove, como por el manejo de la filial italiana de la disquera Turgid Animal.
Este trabajo posee, a diferencia del común de los trabajos noiseros, una dirección tanto temática como sónica que deja en claro que no se trata solamente de una serie de improvisaciones. En su intento por proyectar auralmente el horror vomitado por una mente enferma, Splinter vs Stalin crean un larga duración que no da respiro alguno; de forma similar a los exhaustivamente elaborados "True Crime" o "Gift Givers" de Bloodyminded, cada track se encuentra enraizado en capa tras capa de ruido, feedback y un verdadero infierno de voces que regurgitan plegarias, dolor o mera neurosis.
Este soliloquio de dolor que reúne "Eravamo Cosí Felici" -título que se traduce al español como "éramos tan felices"- tiene como base los escritos de Mirko Sartori, quien en el pueblo de Aqui Terme, al norte de Italia, se mantuvo viviendo junto al cadáver momificado de su madre por tres años. El laberinto de dolor a través del cual atravesó hacia su ocaso quedó documentado en las paredes de su casa, en las cuales manifestó a través de cada palabra su incapacidad de superar su desdicha: "Aterrado de nacer/aterrado por vivir/decidí permanecer en su vientre/la lavé para que su olor fuese bueno y no de muerte," parte de la letra de "Venti Novembre," la electrizante canción con que cobra vida la historia de Mirko, a quien la banda incluso da créditos en la composición. Mezcla de power electronics y ruido industrial, esta pieza es perfecta muestra del complejo razonar de esta banda, que, a su vez, explota mórbidamente el escabroso tema y le rinde un sentido tributo a su dolor.
Tema tras tema persiste el ideario de pesadillas y mala vibra perfectamente diseñado para contener temores y plegarias privadas vueltas entretenimiento. Mórbido, espantoso y absolutamente excelente. (S.S.)
Weyes Bluhd and Axolotl - Sciamacy (Loci, Loci # 2, 2008)

Si hay una banda cuyo nombre reconforta ver entre los updates de las distribuidoras, ésa es Axolotl. El prolífico proyecto de Karl Bauer sin embargo parecería estar en un extraño limbo que lo confina a sus gloriosas producciones pasadas. Obviamente, fue una sorpresa descubrir que Axolotl no ha estado tan inactivo en realidad, sino firmando para disqueras aún más oscuras y difíciles de seguir que las habituales, como son el caso de la escocesa Sick Head y la francesa Loci.
En el caso del cdr aquí reseñado, Axolotl presenta en "Sciamacy" un trabajo colaborativo junto al oscuro proyecto Weyes Bluhd, de Natalie Mering, ex Jackie-O Mothefucker.
"Sciamacy" es, desgraciadamente, muy corto, un testimonio de poco más de quince minutos de esta insospechada reunión, dos cortes que acusan una pasmosa aleación. El primer tema, tan amorfo como podría esperarse, parte del sinsentido del ondulatorio bloqueo de la señal, dejando voces e instrumentos incomunicados por breves espacios, vencidos por una comunicación coartada, por sonidos apagados, murmullos luchando contra articulación. Obviamente, como sólo ocurriría en el universo de lo atípico, quien aquí gana es lo inasible y esos murmullos y sonidos a media luz se acaban por convertir en el foco de este tema.
La siguiente pieza está basada en órbitas falsas, en el sampleo y looping de momentos que parecen correr con un flujo regular, orgánico y acaban por volverse artificiales gracias a las salidas en falso, los comienzos retrasados, el retorno al comienzo, la suspensión de la dinámica.
Un trabajo fragmentario, confuso y dotado del sentido que sólo gente como Bauer y Mering podrían darle a una total zambullida en la extrañeza. De nuevo, demasiado corto para lograr ver su real mérito, pero como la mayoría de las piezas en la discografía de estos virtuosos, un trabajo digno de cualquier colección de esotérica underground. (S.S.)
Sun Watcher - Two and a Half Men (Wagon, s/n, 2008)

Sun Watcher, la agrupación de Shane Mackenzie y Mark McGuire, como es común del grueso de las bandas en que se ven envueltos, encuentran refugio en los foros y en los mailorders de noise a pesar de que ni remotamente pertenezcan en cuestión de temáticas o estilos a nada cercano a los terrenos del ruido. Sun Watcher en particular ve a uno de los más prolíficos miembros del colectivo de Emeralds/Wagon/Gneiss Things -a McGuire-, en uno de sus -últimamente- más logrados trabajos, probablemente debido al hecho de que logra desprenderse en gran medida del tufo new age que permea en la mayor parte de sus recientes producciones solistas.
En "Two and a Half Men" no hay más que puro rock sicodélico, con una carga innegable de influencias alemanas y absolutamente ninguna pretensión mas que dar continuidad al influjo de este género.
Y a pesar de lo limitado de la instrumentación -para un trabajo de este tipo-, este cdr es afortunado en cuanto al planteamiento de un esquema compositivo escueto y efectivo. "Meeting Up" suena como toda una orquesta en sobrecarga grabada en términos lo-fi: una guitarra crea una cortina de feedback y es aumentada por un teclado droner que fungen como soporte a una improvisación libre en batería. Hacía el final de la pieza todo es más claro con un seguimiento solar, radiante. En esa tónica persiste la breve "River Swimming," con su simplicidad modal, marcando una estela momentanea cuyos reflejos perduran en "Teaming Up," siguiente corte, ligeramente más veloz pero igualmente ingenuo y dulce. Hacia el final de éste, destaca la contundencia del paso de la batería de Mackenzie y la fuerza con que McGuire ataca su guitarra, transportando el tiempo algunas décadas atrás, antes del punk y de la depreciación absoluta de la música pop.
Quizás por el empleo de la caja de ritmo, o por el fraseo obvio o por la inflexible rítmica planteada por la guitarra -que en Emeralds tiende a funcionar tan bien- el arranque del último corte, "Two and a Half Men," queda tan corto. Las cosas cambian, sin embargo, hacia el momento en que los teclados vuelven a plantear su densa niebla, haciendo del inicial, simplista esquema algo bastante más viajado y expresivo.
Definitivamente nada nuevo aquí, y, obviamente, antes de este trabajo, recomendaría buscar los primeros discos de Ash Ra Tempel o de Popol Vuh, para conocer mejor a la sicodelia más brillante y depurada que ha existido hasta hoy. Con todo, no está de más decir que Sun Watcher tiene lo suyo, una muy degustable y espontánea dosis de rock, una gran fuerza expresiva y un sentimentalismo brotante. (S.S.)