Monday, December 26, 2011



Petrels - Haeligewielle (Tartaruga Records, TTRCD010, 2011)

De vez en cuando aparecen artistas cuyo más grande talento es una prodigiosa capacidad de síntesis; tal es el caso de Oliver Barrett, quien a través de su proyecto Bleeding Heart Narrative, ha ofertado una serie de álbumes pletóricos de los registros clave del llamado post-rock. Combinando una electrónica lejana a las más recurrentes obviedades dogmáticas y un empleo capaz y consistente de instrumentación acústica en que las cuerdas ocupan un lugar prevaleciente, Barrett genera en su proyecto alterno, Petrels, sonidos que recurren al dramatismo y al paisajismo sónico característicos de bandas como Godspeed You Black Emperor!, Labradford y A Silver Mt. Zion.
Petrels conserva ciertos rasgos que lo asocian inevitablemente con el resto de los proyectos que orbitan en torno a la disquera Tartaruga Records -These Feathers Have Plumes, Max Bondi, etc.-, un cierto enfoque que ostenta el empleo de instrumentos de cuerda arqueados con el de breves dosis de electrónica que inclusive bordea en lo ruidístico. Todo ello, claro, queda distribuido a lo largo de una procesión de paisajes sónicos cuasi cinematográficos, orientados hacia la proyección de una melancolía otoñal, frágil y deleitosa. Si sirve como propulsor de algún mecanismo imaginario, en la elocuente descripción del álbum ofrecida por la disquera puede leerse, "Haeligewiele cuenta una historia olvidada, sepultada bajo piedras y agua," y, tras más de una escucha detallada, estas palabras siguen resonando afortunadas.
La senda que "Haeligewielle" recorre en sus cuatro primeros cortes es etérea y mágica. A pesar de que es imposible no notar el incesante flujo de progresiones que va sucediéndose a lo largo de estos cortes, jamás parece tratarse de un intento a la prog-rockers de dar un -pedante- aire de complejidad al trabajo, sino de la elocuente sucesión de una serie de concisos y naturales trazos de una cuidadosa y clara direccionalidad.
Sin embargo, a partir del quinto corte, ocurre una suerte de partición de registros, repleta de resultados inesperados. "Concrete" abre con una inquietante y fantasmal secuencia coral, que se ve devorada por un emotivo crescendo de guitarras y cuerdas arqueadas, envueltas por mantos de delay. Bien podría tratarse meramente de un artilugio tecnológico, pero esta oleada coral resulta impactante, gracias a su imposición de delicadas reverberaciones emocionales que ofrecen ecos de una nostalgia embriagante. Los finales "Winchester Croydon Winchester" y "William Walker Stretches the Foundations" son los que más obviamente delatan los cimientos post-rockers de Petrels, con las compulsivas circunvoluciones melódicas de la primera y las sendas capas de atmósferas texturales generadas vía electrónica de la segunda.
"Haeligewielle" sorprende por su concreción, la cual le permite explorar una pasmosa pluralidad sónica sin dejar de lado una sensación de orientación y finalidad en cada uno de los temas; en este álbum, atmósferas cuasi-ambient, flujos orquestales, brotes de ruidismo y despliegues de sentimentalismo compositivo conviven y cooperan en la formación de un esquema complejo y preciso. Un gran trabajo que por alguna extraña razón no figura en las incontables, sobadísimas y repetitivas listas de lo mejor del año que he leído hasta el momento. Bueno, yo lo pondría en la mía. (S.S.)