Tuesday, May 26, 2009



Neil Jendon – Invisibility (Bloodlust!, B!117, 2009)

“Invisibility” de Neil Jendon comienza de una forma no muy espectacular. Su planteamiento es demasiado discreto y obvio en un primer track de apenas dos y medio minutos de golpes inconstantes en metal y feedback distante. Es por ello aún más sorprendente el que la llegada del segundo corte sea tan repentina y volátil. Esta segunda “invisibilidad” llega resuelta como un caudal de sonidos sintéticos que se destienden a lo largo de todo el espectro sonoro inmediato. Un desglose de gruesas cargas de distorsión que forman una pared de ruido se opone a los incalculables, borboteantes estertores de un pulso absurdamente deformado por un sintetizador. Mientras paulatinamente los avasallantes muros de distorsión van deshaciéndose, Jendon hace aparecer otra sorpresa; los gemidos del sintetizador comienzan a descomponerse hasta caer en seco, presas del embeleso de otra síntesis, ésta bellamente trazada en un flujo sinoidal lento y delicado. Y ante lo improbable, el contraste entre las ásperas contorsiones de la primera parte y las gentiles oleadas de la segunda de alguna extraña manera parecen tener sentido, una linealidad enrarecida pero deleitosa.
“Third Invisibility” regresa a esa calidad de grabación distintivamente menos cuidada del primer corte. Pero en esta ocasión la direccionalidad de la pieza es dinámica y vigorosa, además de repleta del inquietante susurro de filosas láminas siendo raspadas y arrastradas entre una caótica marea de distorsión. Una vista claramente contraria a la presentada en la más extensa y final “Fourth Invisibility.”
Esta última parte procede con los mismos artilugios que dieron sentido a la segunda; es decir, un énfasis en sostener oscuras mareas en una lenta escalada de distorsión. Estas mareas entonces harán las veces de contención y –por momentos también- de complemento a los cuasi anárquicos designios de un sintetizador llevado al borde.
El seguimiento de este corte es mucho menos lineal; basado en marcos sonoros tanto más flexibles, este tema sigue una constante subversión de patrones y formas como su lógica. Difícilmente puede establecerse una descripción de los mutantes patrones de ruido y síntesis que pueblan estas enrarecidas corrientes; son de formas tan obtusas que sería imposible sugerir que buscan adecuarse a una forma distintivamente regular. Juntas conducen a una vertiente del noise, relativamente menos espástica y estridente que el harsh noise clásico y no tan necesariamente abisal como el actual. Se trata de un lugar interesante, sin duda.
Neil Jendon, en apenas cuatro cortes, sostiene sin atisbos una exploración exhaustiva sus capacidades. Si bien sus medios son limitados –parece ser que se trata apenas de un sintetizador y unos cuantos efectos-, mediante una bien coordinada distribución logra crear bien concatenadas cadenas sónicas, sin perder, aún así, el encanto del lirismo. (S.S.)
Terrortank - Stairway to Nowhere (Green Records, GR040, 2008)

La música de Steff Kerandel denota una obsesión por la oscuridad; sus sonidos están repletos de un esoterismo auténtico, irreflexivo, que fácilmente podría optar por el terciopelo del dark ambient, pero que, renuente a ceder a la sencillez, opta por vestir cada borde sonoro de navajas y espinas. "Wearing Black," primera parte de su más reciente trabajo, "Stairway To Nowhere," conjura una densa atmósfera, misteriosa e inexplicable, la cual, imbuída en su ser nocturno, deja que toda la multitud de sonidos que Kerandel reúne se desintegre hacia la susurrante oscuridad. Y mientras el escucha ve transcurrir este proceso, se suceden golpes a metales -directos y modificados-, manipulación de efectos procesando sonidos totalmente deformes y los remanentes de notas de guitarra. Este tema jamás toca extremos; a pesar de su estancia estructuralmente elusiva, es más cercano a una composición musical que a un ataque borboteante de ruido, por momentos, incluso, bordea en lo armónico, pero, claro, de manera perturbadora.
El segundo track, el epónimo "Stairway to Nowhere" no está tan marcado por una idea temática como el anterior; se trata de un tema libre que circula hacia donde las ocurrencias del momento le llevan; de comenzar con un grave drone que se va haciendo más corporeo minuto a minuto, Terrortank abruptamente extiende el espectro hacia los agudos mediante el empleo de notas desperdigadas de guitarra, elusivas percusiones sobre el mismo instrumento y secos silencios. Cada momento de este tema se ve sostenido por la ocurrencia inesperada de cierta conjugación de elementos: feedback, tonalidades inusitadas, explosiones abrasivas, lamentos guitarriles van forjando al ritmo de su aleatorio paso una resultante llena de matices y frugalidades. Estos dos tracks, con sus respectivos, impetuosos empleos de instrumentos particulares, forman un álbum repleto de un sentir orgánico, tangible y sumamente personal. (S.S.)

Sunday, May 24, 2009

Skullflower - The Paris Working, 23-4-2009 (producido por la banda, s/n, 2009)

Desde que en 2003 decidió revivir a su extraordinaria creatura, Skullflower, Matthew Bower había tenido un enorme peso pendiendo de su espalda; hacer resurgir de entre las cenizas a una de las bandas más importantes de su tiempo no es lo mismo que si se tratara de una banda de segunda. Poco o nada ayudó el hecho de que Bower sea un artista tan absurdamente prolífico, empujando, año tras año, cinco o seis grabaciones bajo diversos nombres -Total, Sunroof!, Hototogisu, Mirag y muchos otros- al grado que muchos no veían gran diferencia entre lo que presentaría como uno u otro, pero sí con respecto al catálogo de la nueva y de la primera versión de Skullflower.
Álbumes como "Tribulation" y "Orange Canyon Mind," a pesar de tratarse de grandes trabajos de ruido, son muestra exacta de esta problemática y provocaron una polémica ineludible. Como era de esperarse, muchos se apresuraron a señalar que el sonido original de la banda estaba muerto. Nadie veía venir lo que aconteció el año pasado, cuando Bower, ayudado por su recluta Lee Stokoe de Inseminoid y Culver, editara un par de álbumes capitales, la titánica caja triple "Circulus Vitiotus Deus" y su fastuoso regreso al vinil con el magnífico "Taste the Blood of the Deceiver." En estos dos trabajos, Bower reincorpora el elemento "rockero" que la banda había perdido, haciendo de sus riffs y de su cada vez más contundente rítmica situaciones cada vez más constantes. No, estos discos no son "IIIrd Gatekeeper" o "Xaman." Pero la incorporación de elementos de ambos estratos hizo del presente Skullflower una banda más completa, con posibilidades de ofrecer algo nuevo, mucho más que un simple anhelo.
Y en esta encrucijada es que Bower se encuentra mientras produce "The Paris Working," un cdr grabado en esa ciudad el 23 de abril del año presente. Lo que primero salta a la vista es el hecho de que esta presentación haya contado con una alineación de cuatro personas en vez del formato solista o de dueto que había caracterizado recientes presentaciones. Luego, el hecho de que, además de Samantha Davies en viola y cimbales, Lee y Matthew en guitarras, se encuentre de regreso el antiguo soporte de la banda, el baterista Stuart Dennison.
Las percusiones, que entran a cuadro paulatinamente, van dando sentido y dinámica al vehemente y ensordecedor caos que las guitarras van generando. Como es de suponerse, "The Paris Working" es un crescendo continuo, sin valles ni picos, sólo una enorme cuesta levantada a base de ruido convulsivo y abrasivo. De momento escapan melodías, como perdidas entre la enormidad de la crecida, pero en instantes vuelven a ahogarse entre las disonancias, feedback y distorsión. Skullflower en poco se dejan ver como la nihilista orquesta que son.
Tras media hora de palpitante violencia aural, las percusiones están o sepulatadas bajo el deslave sónico o tan integradas que prácticamente ya se han convertido en un solo grito indivisible y gigantesco. Los 19 minutos restantes son pura fastuosa demencia aural y gloria.
"The Paris Working" ilustra perfectamente el estado actual de Skullflower, como una banda que busca recapturar algo de la magia de su pasado, pero plenamente consciente de que tal cosa es, en buena medida, una dulce utopía. La resultante aleación es un delicioso torrente de ruido que con el incesante empuje de una rítmica febril avanza infatigable y eterna.
Sin duda, "The Paris Working" no es el mejor ni el más idóneo registro de la banda -ni tampoco el mejor punto para iniciarse en sus artes- pero es un trabajo suficientemente explosivo y contundente para ver que Skullflower tiene aún mucho que dar. Habrá que estar pendientes de "Malediction," el más reciente trabajo en estudio del ahora cuarteto para Second layer. (S.S.)

Bruce Lamont/Right-Eye Rita/ Mark Solotroff (Bloodlust!, B!124, 2009)

Sin duda se trata de una reunión atípica, Bruce Lamont de los avant-metaleros Yakuza, Mark Solotroff del monstruo de power-electronics Bloodyminded y Right-Eye Rita conjuran unidos un set exclusivamente vocal para su presentación junto a Rodger Stella y Regression, proyecto de Nate Young. Por lo que Solotroff señala en el blog de Bloodlust!, parece ser que se trata de algo que podría ponerse en práctica más en forma (¿quizás como un posterior trabajo en estudio?). Por el momento, hablando de lo que se incluye en este trabajo, lo que este peculiar trío produce es un oscuro, cavernoso conducto de sonido, cuyas paredes están forjadas por las crudas vocales de Solotroff y Rita y sus cimientos por las mántricas, graves convulsiones de Lamont.
Mínimos artificios se unen a las reptantes sombras de las vocales de estos tres demonios, un tanto de feedback controlado -lo cual le da un aspecto aún más intenso al clímax del track- y los loops de la profunda voz de Lamont que dan un sentido de continuidad ritual al total del corte.
Con un claro referente industrial, este trabajo me recuerda a algunos de los momentos más asfixiantes de la primera discografía de Coil y Throbbing Gristle -quizás incluso al "Maldoror Is Dead" de Current 93, pero sin el debraye satánico. Esa misma oscuridad de la espontaneidad intimista, de la sonorización del inconsciente se encuentra aquí. En una elipsis de poco menos de 20 minutos, el trío sube de la nada, descarga una dosis apabullante de poder extático que crea un momento de magia musical arrancada al silencio, y se deja caer dócil , sin oponer la más mínima resistencia. Al final, uno se preguntará si se trató meramente de embelesados susurros o de una manifestación. (S.S.)

Friday, May 15, 2009


Nurse With Wound - May the Fleas of a Thousand Camels Infest Your Armpits (United Dairies, UD200, 2009)

En su reciente concierto en la Ciudad de México para el Festival Radar, Nurse With Wound inadvertidamente presentó en su mesa de discos "May the Fleas of a Thousand Camels Infest Your Armpits," un cd que recoge las dos primeras apariciones en vivo de la alineación de NWW que incluye, además de Stapleton, a Matt Waldron (irr.app.(ext.)), Colin Potter y Andrew Liles. Estos recitales fueron realizados el 16 y el 17 de junio de 2006 en el American Music Hall de San Francisco y siguen una línea parecida a la del material que presentaron en esta ciudad: temas atmosféricos etéreos conjurados por Liles y Potter, soundtracks amnióticos invadidos por anomalías generadas por los irreverentes sampleos e intervenciones en guitarra de Stapleton y por las extrañas intervenciones de Waldron.
Además del ejército sónico con el que ya de por sí cuenta el cuarteto, durante estas presentaciones NWW contaron con la participación de una buena cantidad de invitados como Stan Reed de Blue Sabbath Black Cheer y The Broken Penis Orchestra, Lana Guerra de Power Circus, Freida Abtan -con quien si no me equivoco vinieron a México-, Moe Staiano de Sleepytime Gorilla Museum y R.K. Faulhaber, quienes integran sus respectivos talentos a los mosaicos de extrañeza de la banda.
El registro de casi todos los temas es extrañamente constante. Casi todos los cambios entre cortes vienen precedidos por la intromisión de algún extraño sampleo, o de alguna otra disrupción estructural. A su paso, cada tema se deja ir pacientemente hacia un declive embriagante de drones sintetizados y sonidos preparados, a veces grabaciones manipuladas en vivo, a veces juguetes modificados, a veces voces en vivo.
En prácticamente todos los cortes existe algo reconocible, algo que suena a algún otro track de la aglutinante discografía de la enfermera. El segundo y el quinto, por ejemplo, emplean oscilantes drones provenientes de "Salt Marie Celeste," claro que vueltos a insertar dentro de la retórica de cada tema. El cover de Diana Rogerson a Ash Ra Tempel, "Flowers Must Die," también se encuentra presente, adecuado a un tema que nuevamente yuxtapone los elementos quebradizos de "Salt Marie Celeste" a lo que es reminiscente al segundo corte de este mismo trabajo.
Un gran acierto de la versión en vivo del proyecto que se presentara en el Radar fue la constante inserción de beats, los cuales, con sus abruptas entradas, desprendían las conciencias entumidas de los asistentes para volverlas a ubicar luego en un profundo trance. Aquí sin embargo, la línea de los temas es tanto más cerrada. Salvo en momentos como el octavo corte, que en instantes es invadido por descargas de ruido (supongo que por cortesía de Reed) y una suerte de solo de guitarra a la Nicky Hopkins y del décimo, durante el cual Staiano brinda delicadas y extrañas percusiones, el total del disco sigue una trayectoria segura. Los drones son gratos, las atmósferas lentas y pesadas, las intromisiones previsibles; el total muestra a una banda que no está por completo dispuesta a arriesgarse y que con base en una limitada red de sonidos ofreciera dos recitales que difícilmente podrían distinguirse uno del otro, del mismo modo que pasa con sus piezas.
El concierto en México mostró una banda con bastantes más tablas pero que, incluso con el nombre que llevan colgando a cuestas, siguen mostrándose curiosamente nerviosos -sobre todo en el caso de Stapleton que cometió un par de notorios y divertidos errores. Probablemente los años traigan una más solida versión de Nurse With Wound, una que sea más explosiva e impredecible, como generalmente me agrada calificar a sus mejores discos. Por el momento, habrá que conformarse con ésta, que en definitiva no es mala pero que dificilmente se acerca a las expectativas. (S.S.)

Thursday, May 14, 2009



Mania - Armed to the Teeth (PACrec/Troniks, PACrec138/TRO-288, 2008)

Cuando Keith Brewer decidió abandonar su trabajo como Taint, dio fin a un ciclo sonoro de gran trascendencia. Siendo uno de los pocos proyectos norteamericanos de power electronics que contaba con un reconocimiento sustancial a lo largo del mundo, Taint exploró durante su vida todos los oscuros tópicos relativos a este violento género a-musical. Como Mania, su nuevo proyecto, Brewer decide poner en práctica lo aprendido pero comenzando desde cero, con una nueva perspectiva. Sí, aquí están también los sampleos; sí, los tópicos siguen denotando obsesiones, pero el sonido es harsh noise de la mejor factura, sucio, violento y perfectamente controlado para resonar como balazos en los tímpanos.
Y a pesar de que la orientación de su sonido sea nuevamente cercana al monotonalismo –gracias al punzante uso del feedback-, Brewer no se deja llevar por una trayectoria simplista. Pensando en términos de una composición, Mania posee la capacidad de hacer guiar su tunélico cuerpo sonoro a través de momentos de insospechada brutalidad, como cuando hace retorcer los silbidos del feedback para ajustarlos a la cavernosa herrumbre de la distorsión modulada. Asimismo, alcanza a emprender giros interesantes, gracias a la segmentación del corte que conforma “Armed to the Teeth.” Al extenuar un patrón, Brewer recurre a un corte que presenta un nuevo sampleo, el cual, a su vez, contextualiza la grabación -porque, como en todos los trabajos de Brewer, existe un tema deshilvanándose entre todo ese mar de ruido. La entrada a los diez minutos de sampleos relativos al uso de armas suena como si se tratase de otra parte más en el proceso de descomposición de la pieza. A su vez, este descanso, del cual retoma los sonidos de armas de fuego para manipularlos ligeramente, le sirve de pivote para reiniciar su camino de destrucción sónica en esta suerte de campo de tiro imaginario, donde la estática y la distorsión igualan a las ráfagas plomizas.
Y, a pesar de que Mania no logre las electrizantes dinámicas de Dog Holocaust o Sewer Election, su naturaleza tanto más orgánica y directa hace de su trabajo una masa de ruido filoso y agresivo como pocos. Partiendo por la constante degradación y reintegración de efectos –especialmente hacia la última parte-, puede advertirse que los cimientos sónicos de “Armed to the Teeth” provienen, precisamente, de la manipulación espasmódica de piezas de metal y otras linduras similares. Es allí justamente, cuando Brewer devela en más su método que su trabajo se vuelve más intenso. Un trabajo sin concesiones que es parte de la nueva serie de discos que Brewer ha venido editando bajo este nuevo seudónimo. (S.S.)

Wednesday, May 13, 2009

Zanton.es – Donostiako Zuloak (R.O.N.F. Records, RNF-020, 2008)

“Donostiako Zuloak” es al mismo tiempo un disco perturbador y bello; basado en la manipulación de grabaciones de campo, este cdr reproduce los ambientes encontrados por Zantones en huecos de calles de San Sebastián/Donesti. Estas grabaciones son conjugadas aquí por este artista vasco para forjar una compleja red de creaciones musicales que cuestionan la naturaleza de las grabaciones de campo. Mediante un mínimo de manipulación, Zantones extiende el flujo sonoro de estos muestreos para consolidar un intimidante juego de ambientes grises y ríspidos. Por momentos, se pasean, a través de estos corredores sonoros, fantasmales voces o algún sordo golpeteo, extraños indicadores de la falsedad de una identidad; ¿se trata “Donostiako Zuloak” de ruido vuelto música, o es que acaso Zantones pretende que entendamos este trabajo meramente, como un enjambre de patrones aleatorios de una naturaleza interesante, aunque plenamente lejana a lo musical?
Esta ambigüedad es, precisamente, la que hace de éste, un trabajo tan interesante; su falta de justificación, su constitución azarosa hacen que sea un disco que puede ser escuchado en muchas más que una sola manera. (S.S.)

Tuesday, May 12, 2009


K2 – Target to Nowhere (Cipher Productions, s/n, 2009)
“Target to Nowhere” de K2 sirve como una evidencia más para demostrar porqué los japoneses son los maestros del harsh noise. Compuesto por tres piezas de alucinantes pliegues sonoros, repletos de percusiones en metal, envolventes señales sintetizadas en saturación, cintas y más, indistinguibles, objetos, este cdr va a los extremos sin sostener la más mínima pausa.
Desde su inicio con “Naked Woman Goes to the Bloody East, ” Kimihide Kosafuka ataca con una revuelta de sonidos psicodélicos alíados a su alucinante voz y a los sufrientes llantos de un feedback agudísimo. Las intermisiones bordean en la psicosis. Los cambios lo hacen a uno preguntarse si el corte se trata de un collage de ruido o si la composición de estos delirantes rompecabezas sónicos está ejercida a partir de la improvisación. La multitud de elementos puestos en marcha no ayuda demasiado: más o menos cada diez segundos entran y salen sistemas sonoros compuestos por repeticiones, vibrantes descargas de ruido blanco, zumbidos y loops. Con ello, encontrar un punto firme en este abismo de segmentaciones se vuelve ridículo, sobre todo si se toma en cuenta que este track rebasa los quince minutos.
“Target to Nowhere,” el segundo tema, ni siquiera se toma la molestia de iniciar discretamente, abriendo con metralla y cimentando su estruendosa lógica a lo largo de toda su gigantesca constitución. Apenas ha concluído este corte entra “South-Western Blotting,” un corte grabado en vivo para el programa Studio 80. Si bien, la calidad de grabación demerita ligeramente las posibilidades del abrasivo material, K2 se muestra igualmente versátil y su ruido dinámico y complejo. Entre momentos de sordera total generada por el incontenible embate de caos hecho electrónica, Kosafuka se da tiempo para generar inconstantes pausas, insertar teatrales juegos vocales o decididamente cambiar el rumbo de la pieza sin ninguna consideración.
Finalmente, K2 cierra “Target to Nowhere” con “The North Fears,” un tema que se desprende de la sesión en estudio durante la que se generaron los dos primeros cortes. Nuevamente, se trata de un corte capaz de comunicar lo más espástico del ruido sin piedad alguna. Entre zumbidos, abrasivos momentos de gravedad y constantes cambios de densidad, la carga de vejaciones sónicas se extiende hasta parecer imposible de controlar. Esta enorme serie de malformaciones acústicas, de grotescas desfiguraciones sónicas son el producto del radical trabajo de este clásico, inigualable maestro del harsh noise, que, como Justificar a ambos ladosmarca, decide no dar espacio alguno a lo digital. Puro pinche ruido. (S.S.)

Monday, May 11, 2009


Hands Rendered Useless/Pharmakon/Throat - Inside and Out (Callow God, cg61, 2009)

Este es un trabajo peculiar: una cinta doble que explora, en la primera parte, las visiones separadas de dos proyectos de power electronics, Hands Rendered Useless y Pharmakon, y, en la segunda, una idea conjunta puesta en sonido.
Hands Rendered Useless, proyecto solista de Ryan Woodhall, conocido por su violento trabajo con Halflings, en "Flesh Deposit" hace power electronics con claro sentido compositivo. Cada uno de los momentos propuestos en esta cara de la cinta está claramente definido y exhibe un enfoque que da peculiar predilección a los movimientos oscuros y graves por sobre la usual violencia del p.e.
Pharmakon es el proyecto de Margaret Chardiet y, hasta donde recuerdo, se trata del primer proyecto de power electronics hecho por una mujer que he escuchado. Su enfoque es tan obliterante y ruidoso como todo p.e. debe ser, aunque por momentos, en "Gorged," sobre todo, se puede apreciar cierto dejo de musicalidad bastante inusual. Sin embargo, no podría decir que se trate de algo malo, dado que cualquier variación en un campo tan sólidamente cerrado como el de este género es bienvenido. El de Pharmakon es un lado sumamente consistente y pesado, sobre todo en el corte "Mound of Flesh, Cavern of Fluids," y contrasta fuertemente con la cara contraria tanto menos visceral y mucho mas seca y fría.

La segunda cinta que compone este trabajo es un trabajo que reúne a ambos artistas en dos cortes colaborativos bajo la rúbrica de Throat. Mezcla entre una electrónica espacial y p.e., "Inside and Out" comienza con una atmósfera viajada, casi trip-hopera que incluso refleja ligeramente la voz de Martina en el "Sex Drive" del clásico "Pre-Millennium Tension". Nada más distante de las consecuencias finales del abuso sónico que conlleva la pieza. Tras este corto y engañoso momento, entra una visión de power electronics a la Bloodyminded, empleando varias capas de vocales por encima de los agudos zumbidos. Justo a la mita de este océano de violencia, el dueto para en seco el caos para entrar de nuevo por lo grave y portentoso, y, nuevamente, dejar brotar una agonizante carga de tensión que culmina en una catársis plena.
La segunda cara, "Inside and Out" emplea rutas considerablemente más conocidas: murallas de negros drones y zumbidos que conforman una cuasi-arquetípica imagen industrial. Un tema que ni siquiera emplea el tiempo completo de la cinta y que se queda ligeramente corto en cuanto a las expectativas producidas por la primera cara, "Inside Out" llega y así de veloz fulmina posibilidades.
A pesar de lo limitado del segundo track -que aún así es intenso y logrado- la combinación de ambos registro permite ver que las limitaciones de Throat son mínimas y que su dominio de las marcas sonoras que explota es bastante pleno. (S.S.)

Friday, May 08, 2009

C. Spencer Yeh and Taiga Remains (Callow God, cg64, 2009)

Una especie de paz brutal, una profunda intranquilidad yace en los laberintos que tejen Spencer Yeh y Taiga Remains en su cinta colaborativa para Callow God. Aquí, el violinista se encuentra en su forma más etérea, ofreciendo un solo delirante y sinuoso. Mezcla ideal de belleza y peligro. Mientras lo escucho recuerdo otros tantos trabajos en los cuales ha participado y me doy cuenta hasta que grado Spencer Yeh se ha metido en el sonido de la década: Eyes and Arms of Smoke, Prurient, Aaron Dilloway, Yellow Swans y muchos más han sido invadidos por los sonidos que este músico convoca.
En este caso, sin embargo, el aspecto colaborativo se siente un tanto disminuído; se trata en esencia del violín de Yeh, modificado y filtrado por el también sorprendente Alex Cobb de Taiga Remains. El resultado es una pieza fragmentada en dos secciones que ofrenda desde un dulcísimo halo de sonido hasta un descarnado delirio, en el que capa sobre capa de rugientes notas se superponen como Furias circundando los aires. La grabación, a cargo de Jon Lorenz de Wasteland Jazz Unit, capturó la frugalidad de esta colaboración, la cual ocurrió en agosto del año pasado en el Art Damage Lodge de Ohio. Un registro interesante. Sin embargo, no deja de parecerme extraño que sea Callow God quien presente esta cinta, dado que difícilmente presenta grabaciones en vivo como su carta fuerte -me parece que de hecho ésta es la primera. El cambio en la dirección de esta clásica disquera es cada vez más evidente. Veámos qué sigue.(S.S.)

Redrot - Live Basement Murders (Tapeworm Tapes, tw-46, 2008)

Es extrañamente refrescante encontrar algo como esto entre la informe y enorme madeja del ruidismo actual. Y, precisamente en la época en que la mayor parte de los álbumes son ofrecidos a las suertes digitales del cd, es aún más extraño descubrir que uno se encuentre editado en cassette, como es el caso de "Live Basement Murders" de Redrot.
Esta cinta presenta ocho cortes, los cuales contienen dos presentaciones en vivo, grabadas en estéreo, con una calidad excelente. Los dos sets, incluídos de principio a fin, son puro power electronics de corte industrialoso, un tanto lejano del ruido feedbackero a lo Whitehouse y más cercanos al post-industrialismo europeo de Anenzephalia o Genocide Organ, algo más que inusual para un proyecto americano.
"Live Basement Murders" abre con "Meds" un corte pulsante y plomizo que remite a las directrices europeas ya mencionadas, con una gran fuerza en vocales. Le sigue "Schizophrenic" con un perfecto seguimiento rítmico y los decadentes silbidos de sintetizadores limitando al punto las mecánicas pausas. "Deviant" es un corte que toma mucho del lado más gélido y cruel del industrial. Aunque bastante menos dinámico que los demás, este corte parece querer posicionarse como la pieza clave del set con su tóxica inmanencia. De hecho, su versión en estudio ya se encuentra editada en -y da título a- su más reciente 7" para Bloodlust! El primer set cierra con "De-evolution," un track cerrado y repetitivo, que a partir de una cerrazón rabiosa da forma a una atmósfera hóstil y tensa.
El segundo lado comienza tan rítmico y pesado como el primero con "Waste," gracias a una línea lenta y contundente que denota poder y cohesión. "Self Denied" sigue con la óptica violenta y bien marcada, con clara influencia de Godflesh en el metódico seguimiento percusivo y en las marcadas y abruptas pausas. Repiten "Deviant" y "Schizophrenic," la primera con su enfermizo y frío reptar y la segunda con su mezcla de imaginería industrial y vocales perversas y delirantes.
En total se trata de dos caras que juntas no superan los cuarenta minutos pero que constituyen en su fugaz existencia un documento conciso de lo que un artista dedicado a su labor puede llegar a ofrecer. Esta cinta es una sorpresa totalmente inesperada que supera sin problemas a la inundación de sobrevalorados "jams" que se vive en el noise. "Live Basement Murders" contiene apenas la capa más superficial de un trabajo elaborado y dedicado que me dedicaré a escuchar a discreción por un buen rato. Sugiero que hagan lo mismo antes de que se acabe. (S.S.)