Skullflower - The Paris Working, 23-4-2009 (producido por la banda, s/n, 2009)
Desde que en 2003 decidió revivir a su extraordinaria creatura, Skullflower, Matthew Bower había tenido un enorme peso pendiendo de su espalda; hacer resurgir de entre las cenizas a una de las bandas más importantes de su tiempo no es lo mismo que si se tratara de una banda de segunda. Poco o nada ayudó el hecho de que Bower sea un artista tan absurdamente prolífico, empujando, año tras año, cinco o seis grabaciones bajo diversos nombres -Total, Sunroof!, Hototogisu, Mirag y muchos otros- al grado que muchos no veían gran diferencia entre lo que presentaría como uno u otro, pero sí con respecto al catálogo de la nueva y de la primera versión de Skullflower.
Álbumes como "Tribulation" y "Orange Canyon Mind," a pesar de tratarse de grandes trabajos de ruido, son muestra exacta de esta problemática y provocaron una polémica ineludible. Como era de esperarse, muchos se apresuraron a señalar que el sonido original de la banda estaba muerto. Nadie veía venir lo que aconteció el año pasado, cuando Bower, ayudado por su recluta Lee Stokoe de Inseminoid y Culver, editara un par de álbumes capitales, la titánica caja triple "Circulus Vitiotus Deus" y su fastuoso regreso al vinil con el magnífico "Taste the Blood of the Deceiver." En estos dos trabajos, Bower reincorpora el elemento "rockero" que la banda había perdido, haciendo de sus riffs y de su cada vez más contundente rítmica situaciones cada vez más constantes. No, estos discos no son "IIIrd Gatekeeper" o "Xaman." Pero la incorporación de elementos de ambos estratos hizo del presente Skullflower una banda más completa, con posibilidades de ofrecer algo nuevo, mucho más que un simple anhelo.
Y en esta encrucijada es que Bower se encuentra mientras produce "The Paris Working," un cdr grabado en esa ciudad el 23 de abril del año presente. Lo que primero salta a la vista es el hecho de que esta presentación haya contado con una alineación de cuatro personas en vez del formato solista o de dueto que había caracterizado recientes presentaciones. Luego, el hecho de que, además de Samantha Davies en viola y cimbales, Lee y Matthew en guitarras, se encuentre de regreso el antiguo soporte de la banda, el baterista Stuart Dennison.
Las percusiones, que entran a cuadro paulatinamente, van dando sentido y dinámica al vehemente y ensordecedor caos que las guitarras van generando. Como es de suponerse, "The Paris Working" es un crescendo continuo, sin valles ni picos, sólo una enorme cuesta levantada a base de ruido convulsivo y abrasivo. De momento escapan melodías, como perdidas entre la enormidad de la crecida, pero en instantes vuelven a ahogarse entre las disonancias, feedback y distorsión. Skullflower en poco se dejan ver como la nihilista orquesta que son.
Tras media hora de palpitante violencia aural, las percusiones están o sepulatadas bajo el deslave sónico o tan integradas que prácticamente ya se han convertido en un solo grito indivisible y gigantesco. Los 19 minutos restantes son pura fastuosa demencia aural y gloria.
"The Paris Working" ilustra perfectamente el estado actual de Skullflower, como una banda que busca recapturar algo de la magia de su pasado, pero plenamente consciente de que tal cosa es, en buena medida, una dulce utopía. La resultante aleación es un delicioso torrente de ruido que con el incesante empuje de una rítmica febril avanza infatigable y eterna.
Sin duda, "The Paris Working" no es el mejor ni el más idóneo registro de la banda -ni tampoco el mejor punto para iniciarse en sus artes- pero es un trabajo suficientemente explosivo y contundente para ver que Skullflower tiene aún mucho que dar. Habrá que estar pendientes de "Malediction," el más reciente trabajo en estudio del ahora cuarteto para Second layer. (S.S.)
Desde que en 2003 decidió revivir a su extraordinaria creatura, Skullflower, Matthew Bower había tenido un enorme peso pendiendo de su espalda; hacer resurgir de entre las cenizas a una de las bandas más importantes de su tiempo no es lo mismo que si se tratara de una banda de segunda. Poco o nada ayudó el hecho de que Bower sea un artista tan absurdamente prolífico, empujando, año tras año, cinco o seis grabaciones bajo diversos nombres -Total, Sunroof!, Hototogisu, Mirag y muchos otros- al grado que muchos no veían gran diferencia entre lo que presentaría como uno u otro, pero sí con respecto al catálogo de la nueva y de la primera versión de Skullflower.
Álbumes como "Tribulation" y "Orange Canyon Mind," a pesar de tratarse de grandes trabajos de ruido, son muestra exacta de esta problemática y provocaron una polémica ineludible. Como era de esperarse, muchos se apresuraron a señalar que el sonido original de la banda estaba muerto. Nadie veía venir lo que aconteció el año pasado, cuando Bower, ayudado por su recluta Lee Stokoe de Inseminoid y Culver, editara un par de álbumes capitales, la titánica caja triple "Circulus Vitiotus Deus" y su fastuoso regreso al vinil con el magnífico "Taste the Blood of the Deceiver." En estos dos trabajos, Bower reincorpora el elemento "rockero" que la banda había perdido, haciendo de sus riffs y de su cada vez más contundente rítmica situaciones cada vez más constantes. No, estos discos no son "IIIrd Gatekeeper" o "Xaman." Pero la incorporación de elementos de ambos estratos hizo del presente Skullflower una banda más completa, con posibilidades de ofrecer algo nuevo, mucho más que un simple anhelo.
Y en esta encrucijada es que Bower se encuentra mientras produce "The Paris Working," un cdr grabado en esa ciudad el 23 de abril del año presente. Lo que primero salta a la vista es el hecho de que esta presentación haya contado con una alineación de cuatro personas en vez del formato solista o de dueto que había caracterizado recientes presentaciones. Luego, el hecho de que, además de Samantha Davies en viola y cimbales, Lee y Matthew en guitarras, se encuentre de regreso el antiguo soporte de la banda, el baterista Stuart Dennison.
Las percusiones, que entran a cuadro paulatinamente, van dando sentido y dinámica al vehemente y ensordecedor caos que las guitarras van generando. Como es de suponerse, "The Paris Working" es un crescendo continuo, sin valles ni picos, sólo una enorme cuesta levantada a base de ruido convulsivo y abrasivo. De momento escapan melodías, como perdidas entre la enormidad de la crecida, pero en instantes vuelven a ahogarse entre las disonancias, feedback y distorsión. Skullflower en poco se dejan ver como la nihilista orquesta que son.
Tras media hora de palpitante violencia aural, las percusiones están o sepulatadas bajo el deslave sónico o tan integradas que prácticamente ya se han convertido en un solo grito indivisible y gigantesco. Los 19 minutos restantes son pura fastuosa demencia aural y gloria.
"The Paris Working" ilustra perfectamente el estado actual de Skullflower, como una banda que busca recapturar algo de la magia de su pasado, pero plenamente consciente de que tal cosa es, en buena medida, una dulce utopía. La resultante aleación es un delicioso torrente de ruido que con el incesante empuje de una rítmica febril avanza infatigable y eterna.
Sin duda, "The Paris Working" no es el mejor ni el más idóneo registro de la banda -ni tampoco el mejor punto para iniciarse en sus artes- pero es un trabajo suficientemente explosivo y contundente para ver que Skullflower tiene aún mucho que dar. Habrá que estar pendientes de "Malediction," el más reciente trabajo en estudio del ahora cuarteto para Second layer. (S.S.)
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