Sunday, September 25, 2005


Thuja - Pine Cone Temples (strange Attractors, 2005)
Thuja es uno de los brazos creativos más fuertes del ya legendario colectivo Jewelled Antler. Loren Chase de Coelecanth y Blithe Sons es uno de los nombres que más comúnmente se mencionan al hablar de esta banda -así como el de Steven R. Smith-, aún cuando hablar de Thuja sea poco menos que un lujo, dada la escasa información que se tiene de ellos. Escucharlos tampoco ayuda mucho; verbalizar los trabajos de Thuja es sin duda una de las labores más herculeas que cualquier melómano pueda imponerse.
En primera instancia, está la cuestión del espacio. Dónde fueron grabadas las diez piezas que componen este 'Pine Cone Temples' es un absoluto enigma. Como en el caso de los Blithe Sons, es obvio que la banda empleó un estudio natural -algun paraje en un bosque o algún paisaje del tipo- para ofrecer sus rituales. Pero donde las ofertas de Blithe Sons son sentimentales y humanas, las de esta banda parecen referirse más a una prehistoria sonora, a la naturaleza armónica del mundo, a la música de los elementos.
La instrumentación, pareciendo consistir mayormente de instrumentos percusivos y de viento, se opone al uso rítmico y melódico, y emplea, a manera de magia mimética, evocaciones de lluvias y vientos inmemoriales, de paisajes primordiales que se colapsan y devoran uno al otro, sólo para volcarse nuevamente a la calma imperturbable. Ni una sola de las piezas tiene un título -confirmando el hecho de que la música aquí recogida no acepta ni requiere de palabras. 'Pine Cone Temples' recoge material grabado por la banda a lo largo de casi diez años de carrera. Es una antología fascinante que dejará al escucha gozoso y deseando más.

Eyes And Arms of Smoke - In Three Houses (Rampart/Mountaain, 2005)
Eyes and Arms of Smoke es un novel cuarteto que acaba de tener su debut en formato largo con 'A Religion of Broken Bones' para Cenotaph. Sin embargo, no es lo único que la banda ha producido hasat este momento. A la usanza de hoy, Eyes And Arms of Smoke ya han producido casi media docena de títulos en disqueras independientes a menos de un año de haber visto la luz.
Su más reciente oferta, esta vez para Rampart, es 'In Three Houses', un cdr que se aleja mucho de lo ofrecido en su primer lp. La música en este cdr tiene una veloz y complicada evolución. El primer track, sumamente engañoso, parece referir a una banda del tipo de Comus. Orientada por una rica interpretación percusiva y vocales a la Grace Slick, 'In Three Houses' dura el tiempo de una canción estándar y parece indicar que éste no será más que otro álbum retro-setentero.
Nada podría haber tomado un posición más opuesta que la siguiente pieza, llamada ahora 'In 3 Houses', la cual no es en lo más mínimo relativa al sonido del primer track. Ésta comienza ofreciendo un violento cocktail free-jazz en el cual la banda utiliza toda su artillería, desde intrumentos de viento -flauta y sax- hasta percusiones animalescas. Las últimas cesan tras algunos minutos para concentrarse en un cuidadoso arreglo minimal para un par de saxes muy a la Soft Machine -aunque ofreciendo un poco más espacio que los británicos para respirar.
Tras unos cuantos minutos de escuchar este segundo track, parece ser que uno estuviese escuchando a una banda totalmente diferente. Ése parece ser el patrón que estos cuates quieren seguir con cada uno de sus discos, música llena de contrastes, sorpresas y colores.
What a year...

¿Qué qué tanto ha pasado hasta este momento? Éste ha sido probablemente el año que más música independiente he visto aparecer en las calles. Lo más interesante es el hecho de que casi toda la produción esté tan furiosamente polarizada. Parece ser que las bandas no tengan la más mínima intención de producir algo relativamente comercial. Por ello es cada vez más común encontrar bandas que sean seriamente más abiertamente transgresoras -lo cual no es malo en absoluto. Pero lo que sí lo es, es la cada vez más evidente consagración de la auto-indulgencia en que la mayoría ocurren -y constantemente. Sea lo que sea que esté sucediendo en estos momentos, algo es claro. Estamos en el epicentro de un punto de transición en cuanto a cómo entender a la música, y quién sabe si saldremos bien librados.
Por el momento puedo dejar de preocuparme por un rato y ser feliz comenzando a listar cuales han sido mis discos favoritos de lo que va del año.

1.-Growing - Live
2.-Wooden Wand & the Vanishing Voice - XIAO
3.-Eyes & Arms of Smoke - A Religion of Broken Bones
4.-Roxanne Jean Polise - Changing Light Patterns of the Underwater Forest
5.-Thuja - Pine Cone Temples
6.-By te Fruits You Shall Know the Roots
7.-Keijo - In This Direction

Algunos otros serios contendientes son Mouthus, Yellow Swans, Skaters, Double Leopards, Vodka Soap, Hive Mind, Davenport, Wolf Eyes & Hair Police, Dead Machines, My Cat Is An Alien, Avarus, White Rock...

Y aún me falta por escuchar lo nuevo de Fe-Mail, Pelt, Jack Rose, Family Underground, Current 93, New Blockaders, Axolotl...

ya veremos

Mammal - Misery (Chondritic Sound, 2005)
Este nuevo 3"cdr de Mammal, para la disquera de su amigazo Greh (Hive Mind), es puro veneno. En menos de quince minutos y dos tracks, Mammal genera pesadas sendas sonoras que son más rítmicas que tu propia lavadora y tan astringentes como el más tóxico detergente. 'Warm Up/Misery' se extiende seriamente por más de diez minutos con un zumbido capaz de perforar los oídos de tu vecino más deleznable, acarreando una pesada secuencia que se aletarga mientras ejerce su mangífico poder de sacudir las entrañas del enemigo; algo así como la primera pieza de 'Soliloquy for Lilith' tocada por un histérico en medio de un embotellamiento. La neurosis de nuestro protagonista es más evidente en 'Misery for Life' pieza que no llega a los dos minutos y medio y que constituye una suerte de entrega noise-hardcore. ¡Temible y sumamente limitado opio auditivo!

Taurpis Tula - Caught in the Teeth of It (Volcanic Tongue, 2005)
Taurpis Tula han realizado algunos de los momentos sonoros más aterradores en últimas fechas. Su e.p. '1976' es sin duda uno de los episodios más oscuros y difíciles de la década. Para 'Caught in the Teeth of It', el dueto de David Keenan y Heather Leigh vuelve a invocar y confrontar a los cielos y a los más insignificantes recovecos acústicos para llenarlos de aullidos y saturación amplificada. El único track de este cdr se extiende hasta los veinticinco minutos y pasa por una gran variedad de ambientes; desde evocar tierna y frágilmente un final, hasta utilizar la voz reptando y volcándose hasta la raíz de los nervios del escucha.
Utilizando todas sus armas, el dueto hace de esta improvisación un explosivo y grandioso ritual. Totalmente desarticulada en sentido lírico, la voz de Leigh crece y se extiende a través del espacio sonoro, mientras Keenan intenta seguirle con su guitarra, la cual es cincelada en sendas estocadas de arcos retroalimentándose en un profundo delay. Después de minutos, la voz ya está siendo aprisionada por la lap-steel de la misma cantante y por el ambiente viciado en que nos sumerge la marea de Keenan; así, la voz se convierte en lamento mientra crece, lentamente. A los doce minutos, el panorama ya se ha vuelto más terso y nostálgico, mientras la lap steel resuella su dolor circular y la guitarra se afirma paciente y estable, sin embargo, es inevitable ver como la oscura angustia de Taurpis Tula crece. Para los quince minutos, la pieza ya es incontenible y estalla. La senda baja de allí en adelante, dando un poco de espacio a los que escuchan para recogerse.
'Caught in the Teeth of It' está inscrito en un sendo lenguaje autoreferencial; aquí está la catársis más pura de Scorces, la introspección de Charalambides y la magia de Mirror, potenciadas y recrudecidas. Taurpis Tula está creciendo muy rápidamente y dejando muy pocos rastros de su existencia. Este cdr es exclusivo de Volcanic Tongue y limitado a 121 copias. Dado que su destino es desaparecer joven, sugiero apresurarse!
Virgin Eye Blood Brothers - Live in the Deepest Hole in Louisville (Arbitrary Signs, 2005)
'Live in the Deepest Hole of Louisville', originalmente puesto en circulación por Static Records en un tiraje sumamente limitado -¡quince copias!- en 2003, acaba de ser reeditado este año por Arbitrary Signs. Éste es el exitoso debut de la banda, uno de los proyectos de Pete Nolan, más conocido en su rol de percusionista para los salvajes de Magik Markers. El dúo es completado por Kris Abplanalp y juntos logran uno de los más impresionantes proyectos sonoros de tiempos recientes.
Lo que hace de Virgin Eye Blood Brothers un grupo tan impresionante es su habilidad para combinar estados y estilos de una manera que pocos músicos imaginan siquiera. Entre la percusión aletargada y precisa que abre el disco, y que le sigue con una intensa carga de drones, el dúo se ve presto a combinar elementos ni remotamente conexos con una efectividad bastante sobrecogedora. Adaptándose a ser un dueto de alientos, incluso, colorean las pesadas murallas de feedback. Eso sin mencionar el vertiginoso drone que el dueto genera, que se vierte en una espiral alucinógena digna de Terry Riley o del Pink Floyd de Ummagumma. Veinte intensos minutos de pinceladas sonoras sirven de preámbulo a un dueto a guitarra que suena reminiscente de miles de cosas -guitarras limpias entrelazándose con remotas cargas de distorsión estallando y desentendiéndose consecutivamente. Viscerales, nostálgicas, las convulsiones del sonido se sienten turbías, difíciles, emocionales y, sobre todo, siempre capaces de llegar más y más adelante. Después de un intrincado nudo de electricidad, Virgin Eye Blood Brothers se despiden entre voces y silencios -aún sin estar seguros de que nada ha terminado -o comenzado quizás-, llegamos al tope del track único que conforma el disco y nos vemos forzados a aterrizar. Pero no sin antes haber degustado este gracioso y bello objeto de sonido -¡absolutamente esencial!

Sword Heaven - Sword Heaven (Chondritic Sound, 2005)
Sword Heaven es seriamente refrescante. Aparentando ser un bebé amamantado por Swans y Godflesh, Sword Heaven lleva los extremos de estas bandas a sus más cochinas y brutales posibilidades. Como en el caso de los ya mencionados, no es ridículo confundirlos con una banda de metal tocando en cámara lenta; su rítmica es prácticamente soporífera -lo cual no le quita lo contagiosa- y sus atmósferas seriamente hostiles y efectivas. Éstas son generadas a partir de partir de profundo feedback retorciéndose a lo largo de veinte tortuosos minutos. Las letras se limitan a una serie de gruñidos y susurros casi irreconocibles y ocultos tras todo el caos desatado en el frente. Óptimo para sacudir la cabeza, golpear con los pies y desgarrarse los tímpanos.


Hum of the Druid - Trials (Barbituarian Media, BM03, 2005)

Esta es la tercera vez consecutiva que pongo este disco. He descubierto que es una reacción automática, más que nada. El ruido salpicando y brotando sin control de las bocinas de la computadora parece tener una cualidad relajante y adormecedora sobre mí en estos instantes.
Ya no puedo pensar en esto como música -el común dilema del primerizo en los terrenos del ruido. Sin embargo, me es innegable que existen cualidades sonoras de las que la mayor parte de las producciones musicales adolecen. Sobre todo esta la cuestión de la posibilidad. Sin reglas gramáticales es difícil sustentar un lineamiento musical estable; las reglas de las que parte Hum of the Druid son más bien físicas o gregarías. De la primera serie de reglas es que mucho de lo más interesante de este disco surge.
El sonido que atraviesa de un extremo a otro de 'Trials' busca adueñarse totalmente del espacio. A veces incómodo, a veces aterrador, el hilo que conduce aquí la directriz sonora es sumamente mesurado y posee cualidades hipnóticas que muchas drogas querrían poder ofrecer. 'Intricacies of Normal Men', por ejemplo, comienza desbocada con ruido entrecortado y eléctrico, y luego se ancla en teclas profundas y distantes. La combinación se hace a cada instante más escalofriante hasta que ambas partes vuelven a separarse totalmente. La parte profunda va oscureciendo todo lo demás hasta adueñarse de la estática y dar una breve victoria a la 'musicalidad'. Y todo se revierte nuevamente, una y otra vez ad nauseaum.
Eric Stonefelt insiste en sostener que todos sus sonidos son producidos mediante fuentes análogas y careciendo totalmente de medios digitales. Precisamente esta carencia física, su necedad por producir sonidos en vivo, le hace proferir ambientes e improvisaciones que suenan totalmente distintos y novedosos. A pesar de estar bañadas de cabo a rabo en ruido, las piezas de Hum of the Druid son discretas y encantadoras, de una manera que ninguna de las piezas de Merzbow lo es.
No, la comparación de Merzbow no es necesariamente la más adecuada. La cualidad envolvente y abrumadora de la obra del japonés no está presente aquí. Sus raíces son, como ya había comentado, gregarias en mucho; 'Trials' y en general toda la obra de Hum of the Druid se conduce con austeridad e ingenio, dando lugar perfecto al error y a la imperfección en aras del efecto. Y el efecto es grandioso. ¡No puedo esperar a tener 'Frozen Tropics' zumbando en mis oídos!
Axolotl/D. Yellow Swans/Gerritt (Jyrk, s/n, 2005)

La disquera Jyrk, conocida por sus sumamente limitadas ediciones, ofrece este bello cdr, el cual recopila tres de los mejores momentos del show en que las tres bandas se presentaron en x- se dice que circulan entre cien y doscientas copias de él, por lo que conviene encontrarlo pronto. A pesar de las marcadas divergencias sonoras, existe una propuesta común en todas estas bandas. Todas ellas recurren sin miedo ni exceso en la electrónica más violenta y primal sin abandonar en absoluto el sentido de mesura en la cuestión armónica.
Axolotl, quienes presentan la pieza que abre el disco, presentan un tema de menos de doce minutos, el cual, en su acompasado progreso, busca reunir imágenes pastorales con disonancias electrónicas. De una apertura muy similar a las de los trabajos de soundtracks de Popol Vuh, Axolotl se orillan a un drone profundo que parece volcarse en un bello precipicio imaginario. Al entregarse casi totalmente a la cuestión electrónica crean un exacto preámbulo para D. Yellow Swans.
Yellow Swans se han convertido en muy poco tiempo en los consentidos de la escena noise. Junto con Wolf Eyes, Lasse Marhaug y Fe-Mail, este dúo es una de las más consistentes muestras de la renovación que acontece en el noise alrededor del mundo. En la pieza que se presenta en este cd, Demos Yellow Swans sostienen una situación de ruido que parece ser más atmosférica que extrema. Conforme la pieza avanza puede advertirse que la banda tiene en claro un contexto melódico completo, el cual no sabe si definirse como propiamente ruido o una generación musical muy acompasada y ritualista, bordeando por el momento en los terrenos de extremos maestros como Mirror.
El cierre del disco viene a cargo del misterioso proyecto Gerritt, el cual ofrece una versión un poco más agresiva de la disonancia que viene permeando a lo largo de todo el disco. Su tema es mucho más matizado en ese sentido y posee mayor calidad de contemplación en tal sentido. Sin embargo, por ello mismo su tema es el que posee menos presencia de los tres, y muy probablemente con toda intención. La música de Gerritt transporta, en el sentido que Coil proclamaba que su música podía llevar a la gente a través del tiempo. Inmanente y profunda, la música de este proyecto está llena de imágenes y sensaciones.
La psicodelia está poco a poco adueñandose de muchos de los ámbitos más actuales de la tecnología musical. En sentido inverso al primal movimiento del acid house, para el cual todo era movimiento, parece ser que la dirección para la mayoría de estas nuevas bandas es la interna. Particularmente en este cdr puedo percibir el viaje introspectivo que el músico contemporáneo está dispuesto a tomar para comunicarle al escucha. Los canales están allí listos; ahora sólo falta abrir la mente. ¡Altamente recomendado!


Heather Leigh – Give the Ashes to the Indians (Volcanic Tongue, vt001, 2005)

‘Give the Ashes to the Indians’ es la más reciente oferta de Heather Leigh Murray. Tras abandonar Charalambides el año pasado, Heather se instaló junto con su pareja, el escritor David Keenan (ahora Leigh), en Escocia. Ambos formaron una nueva banda, Taurpis Tula, la cual en mucho evidencía ruptura y repetición con respecto al presupuesto de las actuales bandas de neo-folk.
Y es que a pesar de que Taurpis Tula siguen la trayectoria de las más de estas bandas, tras escuchar algo de su material es claro que su perspectiva es un poco más cruenta y, dios mío, bastante más difícil de asimilar. Después de dos contribuciones notorias al espectro del underground reciente, ‘Sparrows’ en Eclipse y ‘1976’ de factura casera, hubo un largo lapso de silencio. Entonces ambos personajes fundaron la distribuidora galesa Volcanic Tongue, en donde ofrecen material de prácticamente todo lo que vale la pena en forma exclusiva al mercado europeo.
Para el momento que Volcanic Tongue se encumbraba como la respuesta europea a Fusetron y Eclipse, ya se hablaba además de un par de objetos a poner en circulación por ésta, el ya tan postergado ‘Always Remember...’ y un libro de poemas del rebautizado David Leigh. Sin embargo, ninguno de éstos ha llegado –y aparentemente no habrá de llegar por un buen rato-, y en vez de ello, brutalmente, sorprendentemente, la virginal disquera ha puesto en circulación dos joyitas sumamente limitadas, lo nuevo de Taurpis Tula –del cual ya habrá ocasión de hablar- y este ‘Give the Ashes to the Indians’. Ambos discos están numerados y limitados a 121 copias –considerando que tan velozmente se agotó ‘1976’ sugiero prisa por parte de los interesados.
Este nuevo disco, editado en formato de cdr en un agradable cd con anverso negro y cubierto por una portada de cartón con una fotografía impresa, rompe un poco con la tradición de austeridad absoluta de los cdrs, al ofrecer un diseño bastante decente que no pide nada a una edición regular de cualquier disquera. En cuanto a lo que más nos concierne, la música, esta entrega es, invariablemente, en cualquier sentido radical.
Tras escuchar apenas los primeros minutos resulta evidente que ya ha quedado muy atrás aquel ‘Quatro/Vocal’ que presentaba por primera vez a Heather en plan solista. Su sonido también dista ya bastante de las primeras entregas de Scorces (como por ejemplo su homónimo debut en Wholly Other (W.O.8) y el lp ‘Vivre avec la Bête’ editado en una edición de 525 copias en Eclipse (Eclipse 019)), y parece aproximarse bastante más al de los últimos trabajos de Charalambides, como el fantástico‘Joy Shapes’ (Kranky) y el material también editado por Kranky (re-editado en realidad) bajo el nombre de ‘Unknown Spin’. En éstos, las cualidades etéreas de la voz y la lap-steel de Heather se conjugaban con la profundidad de la voz y guitarra de Cristina Carter y con la postura firme en guitarra de Tom a tal grado, que a veces resulta prácticamente imposible señalar quien estaba haciendo qué.
Ofertas como ‘Give the Ashes to the Indians’, y mucho del material solista que por su parte han venido poniendo en circulación Tom y Cristina, desentrañan bastante el enigma –cada vez es más claro el cómo y el dónde a partir de ellos. En esta particular entrega podemos observar cómo la intención de Leigh está lejos de intimar como hacía tan preciosamente en ‘Vivre avec la Bête’. En este caso no es meramente una cualidad etérea la impuesta por la solista, atestiguar su visión musical es como observar el vacío desde grados abismales; en mucho tiene esto que ver con que la obstinación con respecto al uso y abuso de un instrumento para Leigh parece ser reglamentaría. Su combinación de este excesivo maltrato tanto de su voz como de su lap-steel, muy cargada de reverberación y saturación, parece así representar la serpentina interminable de una caída infinita.
En ‘Give the Ashes to the Indians’, compuesta de una larga pieza de más de cuarenta minutos (casi cincuenta, de hecho), Leigh parece posicionarse en tres instrumentos distintos al menos, su inseparable lap-steel, lo que aparenta ser una guitarra arqueada y un teclado, (bueno, y su voz ). Cada una, como es de esperarse de un disco totalmente improvisado, tiene sus pros y sus contras.
En lo personal encontré la fracción de los teclados la menos sobresaliente. En ésta, la falta de conocimiento con respecto al uso del teclado la hace depender demasiado de los efectos, haciendo que la pieza culmine por instantes en un aparente jugueteo – bastante impropio para una grabación, no importa cuan independiente sea. Por otra parte, la sección final, que está compuesta por una compleja serie de intervalos circulares, extremadamente exagerados, ofrece al disco una presencia bastante poderosa. Particularmente al momento de combinar su voz fuerte y sin vaivenes con las huidizas sombras que la guitarra ofrece el efecto es paralizante.
Algo es claro, en este disco Heather decidió hacerlo todo abandonando las medias tintas. Su música aquí se nota imbuida y presa de todo lo que pasa a su alrededor. Su determinación es clara y segura y no se conforma sino con el ataque frontal y directo al escucha. En ese sentido muy similar al primer disco de Scorces, ‘Give the Ashes to the Indians’ es nutrimento puro para el alma –para el alma que sabe contemplar y gozar de la mística sonora y de las imágenes escondidas en la profundidad de sus malezas.

Double Leopards – Live in Chicago (Heavy Conversation, Heavy Conversation#24, 2005)
Este último cdr, parte de la serie que documenta los conciertos de Double Leopards en el 2004, es honestamente brutal. Ataviado en el mismo sobre de cartón que ha adornado a cada uno de los discos de la serie y adornado por el mismo cráneo impreso con aerógrafo, ‘Live in Chicago’ muestra a Double Leopards haciendo lo que mejor saben hacer, un ruido absorbente y volátil.
Extendiéndose a más de la media hora, este cdr presenta una suerte de apertura por parte de los leopardos; los primeros cinco minutos dejan ver a la banda tranquila, tentando, abriendo camino lentamente. Su proyección casi ritualista viene entonces a romperse por el violento golpe que ofrece la electrónica saturada y por las voces sobrecargadas, volcadas en estática desenvolviéndose en un no muy seguro fondo. Esta serie de cdrs son la muestra más franca de las capacidades y defectos de los leopardos. A apenas algunos meses de haber sido editados, ya han adquirido un status de reliquias, ofreciéndose en ebay por precios sumamente elevados.
Un consejo para quien desee adentrarse en los dominios de los leopardos: ninguno de los cdrs del cráneo es el mejor punto para iniciar una colección relativa a los de Brooklyn. Sugiero comenzar por terreno más estable, como por ejemplo 'Halve Maen' en Eclipse o 'Savage Summer Sun' en Hospital Productions. Si aún así deseas invertir el sueldo de un par de días de trabajo en un cdr, éste es el que más vale la pena.
Aaron Dilloway – Bad Dreams (PacRec, s/n, 2005)
Tras haber escuchado ‘Corpse on Horseback, creía saber que poder esperar de Aaron Dilloway, pero nada podía haberme preparado para esta reedición del brutal ‘Bad Dreams’. Y en general puedo decir que en lo más mínimo quedé decepcionado. Desde el momento de comenzar, ‘Bad Dreams’ abre con el martilleo violento de los metálicos sonidos que se convulsionan a lo largo de toda la grabación. De allí en adelante todo es el árido desierto de herrumbre y óxido que adorna la estática sublimada por Dilloway.
En más recientes producciones, Dilloway parece referirse más a The New Blockaders que a Whitehouse mediante un uso más discreto y sorpresivo del tiempo. Y aunque ‘Bad Dreams’ no provea muchas sorpresas, su ataque franco, directo será el deleite de cualquier seguidor del noise más brutal y estridente.

The Skaters – Rippling Whispers (23 Productions, 23CD0315, 2005)
Me cuesta tantísimo trabajo siquiera intentar comprender como una banda tan difícil como The Skaters se haya vuelto tan popular. En el reciente tour que llevó a estos cuates y a Davenport -junto con algunas de las agrupaciones finlandesas más sobresalientes de los últimos tiempos- a recorrer los Estados Unidos, la popularidad de Skaters parecía ir imparablemente en aumento -así como el cada vez más sustancial número de sus grabaciones. Reportes de Yod y Volcanic Tongue mostraban que la banda se había convertido prácticamente de la nada en favoritos de gente como Matthew Bower, Neil Campbell y Clay Ruby –por citar a unos cuantos. Discos nuevos compartiendo cubierta con Yellow Swans y Axolotl, así como nuevas y limitadas entregas en disqueras como American Tapes, Fuck It Tapes y 23 Productions únicamente vinieron a confirmar que ésta es la banda del momento. Por ello mismo me resulta cada vez más sorprendente cómo el sonido abrasivo y denso de The Skaters haya conquistado a tanta gente. Inadvertidamente, yo mismo poseo ya por lo menos cinco o seis discos de esta banda en uno u otro formato.
¿Cuál aparenta ser la idea tras The Skaters? Se puede subrayar que por lo general se trata de abuso interpretativo acaecido sobre un par de teclados – que por lo menos fueron- desvencijados. La estructura se basa generalmente en el uso y abuso de un loop torcido, hecho aún más feo por la descuidada calidad de grabación. En el caso de este ‘Rippling Whispers’, podemos encontrarnos con un disco formulado precisamente a partir de oraciones y frases inacabadas y manipuladas en circuitos interminables –la sensación de repetición es abrumadora y violenta; la forma de abandonar cualquier vestigio de rítmica –a no ser por el nauseante e inacabable looping- es cruel, cuando menos. ‘Rippling Whispers’ es particularmente brutal en comparación a otras entregas; los sonidos están cerradamente centrados en voces adulteradas por sobrecargas de delay y el ocasional loop de un teclado acelerándose y desacelerándose espasmódicamente.
Particularmente aquí, el sonido de The Skaters no se parece al de ninguna otra banda. Su música es abiertamente extrema y en clara oposición a cualquier vestigio de noise análogo o digital; de hecho, por momentos la abstracción que requiere hilar los sonidos de ‘Rippling Whispers’ es demasiada. Y aún así, su brutal estética no deja de ser entusiasmante y convincente. Pero que quede bien claro: la música de The Skaters no es para los débiles de corazón.

Sunroof! – Rainbow Electric Sabbath (Nature Tape Limb, s/n, 2005)

Tras haber escuchado algunos de los abrasivos infiernos sonoros de Hototogisu, realmente me sorprendió descubrir que otro de los proyectos del prolífico Matthew Bower, Sunroof, sonase tan genuinamente diferente –hasta llegar a ser prácticamente la oposición del anterior. Éste, mi primer cd de Sunroof!, cayó como una verdadera fortuna en mis manos y no cesa de sorprenderme. ‘Rainbow Electric Sabbath’ está compuesto de variaciones del mismo tema, interpretado absolutamente en teclados y guitarras por Mick Flower y Bower. Las piezas destilan riffs psicodélicos de guitarra que caen como metal hirviente en el limbo multicolor de atmósferas generado por los teclados. Los wahs se sujetan alucinantes en torno a frases inconexas e inacabadas de las notas que se entrelazan como en un cielo Hendrixeano. ‘Rainbow Electric Sabbath’ es el disco perfecto para ver como el tiempo se extiende y desliza a través de una psique embotada por el sonido.

Visitations (Time-Lag Records, s/n, 2005)

Sumergidos en la estética del neo-folk, surge Visitations, banda de Pórtland que acaba de tener su debut en Time-Lag con este cdr, limitado a 140 copias. La música que esta banda ofrece se centra en una instrumentación tradicional, en la que punteadas guitarras acústicas y teclados profundos son redondeados por percusiones espaciadas y persistentes. Las melodías en las frases vocales y de guitarras son claramente reminiscentes de una psicodelia menos agresiva que la de tantas bandas a la redonda. Así, en vez del eterno drone o del pesado ensimismamiento, Visitations hacen entrega de canciones largas, articuladas y profundas. En cuatro piezas –dos de las cuales rayan en los quince minutos-, la banda ofrece visiones llenas de éter y ensoñaciones. Las voces femeninas y masculinas, a veces articulando oraciones, otras contando historias, otras simplemente musitando dulces frases, infatigables siguen a las piezas hacia su extinción y les envuelven en un halo místico paradójicamente lleno de mesura y preciosismo.

Growing - Live (Archive, Archive 8, 2005)
Hace sólo un par de días decidí volver a poner este cd. Me metí a la ducha y comenzé a degustarlo. A mitad de la segunda pieza, escuché algo caer abruptamente y llegar al suelo con un 'crash' seco. Al salir, descubrí que el sonido había sido provocado por un objeto pesado de cristal, que se había roto en mi recámara, y el cual cedió ante las vibraciones que emanaban sin parar del disco. Revisé que todo en el mueble estuviese lo suficientemente fijo como para soportar alguna otra embestida. Le puse particular atención a los objetos frágiles, por supuesto.
Salí de mi habitación, nuevamente, ahora para lavar los platos de la cena. Tras un par de minutos volví a escuhar otro crash, esta vez más violento. Bastante molesto, me dirigí al cuarto para ver que había sucedido. Un frasco de cristal, muy pesado, imposible de mover sin un impulso firme -según yo-, había cedido ante las vibraciones. Por supuesto, me sentí muy estúpido -por un lado-, aunque por el otro la música me seguía llevando por senderos afines al de sus devaneos. No podía bajar el volúmen. No bajé el volúmen.
El suceso ahora me recuerda al comentario que alguien hizo en una lista con respecto a un presentación en vivo de Growing -ensordecedor y fantástico-. Y no es hasta haber escuchado este cd, presentando a la banda en vivo, que puedo entender lo que est dueto hacen con mayor claridad. Lo suyo son los soundscapes profundos y sublimes de cualquier banda de drone o ambient aunque con las descargas eléctricas del volúmen y de la distorsión absolutas.
La manera en que este disco abre es particularmente emblemática del modus operandi de Growing, frases electrónicas sin sentido se repiten y prolongan hasta perderse en un mar de drones. La marea crece e inunda los sentidos después de un rato. Entonces toman los cimbales y comienzan a cimbrar el lugar. Recuerdo esta pieza, la primera, apareciendo de una forma mucho menos convicente en 'The Sky's Run Into the Sea'. Recuerdo que al escucharla mi chica dijo que ya no sólo me gustaban Swans, sino que ahora además debía escuchar a sus imitadores. Tal argumento pierde sentido absolutamente al confrontarse con el total y absoluto tifón sonoro que ofrece esta versión. Aquí me queda en claro que Growing son únicos. Claro, citar 'Soundtracks for the Blind' o algo de Earth no viene a menos -pero no deja de ser una mera afinidad- ésta es música con carácter e identidad.
Y de allí en adelante todo va de más a más. El sonido se convierte en una mezcla perfecta de ambientes improvisados y de imágenes precisas, pulcramente materializadas. Todos y cada uno de los sonidos grabados en este cd están sin lugar a dudas sobrecargados a niveles tóxicos de volúmen y ganancia y perfectamente controlados por el dueto. Sin lugar a dudas lo mejor que he escuchado en el año. Masterizado por James Plotkin, y limitado a quinientas copias -agotado en Archive-... a buscarle....

Saturday, September 24, 2005

Shackamaxon (Apostasy Recordings, s/n, 2003)

Tomando el nombre de un navío del siglo diecinueve que curiosamente portaba la desgracia de su tripulación y un nombre indio, integrantes de bandas como Double Leopards, Magik Markers y Son of Earth reunen fuerzas en este proyecto, el cual parece estar a punto de brindar más y nuevos frutos. Shackamaxon surge como un palomazo que celebra la reunión de Son of Earth y Double Leopards. Chris Gray, en una entrevista para The Wire, afirma que al momento de encontrarse, decidieron tocar y hacer un disco para conmemorar la ocasión. Este disco circuló durante la gira que la banda ofreció y, hasta donde sé, sólo durante estos conciertos podía conseguirse.
Quien conozca el espectro sonoro de ambas bandas -con la adición del fantástico Pete Nolan de Virgin Eye Blood Brothers, GHQ y los Magik Markers- entenderá que este híbrido es digno de cualidades de bestiario. Es sobre todo porque el sonido de los Leopards, parece formarse en total oposición al de Son of Earth; donde los primeros son tan violentos y ineludibles como un muro, los segundos son mesurados y precisos. Aunque es innegable que ambos poseen esa cualidad tan total de envolver en la absorción las mentes de sus escuchas.
Shackamaxon aparentan acercarse más a las órbitas de los de la tierra que a las de los leopardos. En vez de recibir el abrumador drone en su total magnitud, en el cdr que ya mencioné podemos escuchar a una banda que se concentra en los sonidos discretos, enigmáticos y profundos sin saturar la atmósfera. Su trabajo -cuidadoso, detallado y complejamente ornamental- se extiende a través de mareas obscuras de retroalimentación y sendas llenas de estática. La música de Shackamaxon, genuínamente hipnótica, parece estar a punto de contar por primera vez con una entrega en forma con el LP que HP Cycle acaba de poner a la venta en una edición de cuatrocientas copias. Habrá que correr por él...