Saturday, October 08, 2005

Charalambides – Our Bed Is Green (Time-Lag, Time-Lag 025, 2005)

En sus notas a la presente edición, Tom Carter sugiere que ‘Our Bed Is Green’ es una suerte de testimonio de su falta de seguridad. Carter cuenta que al haber sido invitados a participar en un show de radio, él y su pareja, Christina Carter, prefirieron enviar una cinta de noventa minutos, atemorizados ante la idea de tener que presentarse en vivo. La cinta, se dice, produjo cierto efecto y la pareja comenzaba a sacar copias de la cinta ya no sólo para amigos, sino para gente que podría interesarse y –ultimadamente- para gente que se había interesado.
Así, ‘Our Bed Is Green’ fue editado en muchos formatos y variaciones –del cassette pasó al cd, del cd al cdr, del cdr nuevamente a cd, y de éste al presente lp. La única edición formal –propiamente hablando- puede encontrarse en Kranky -disquera que editó el álbum en un cd doble con tracks extra el año pasado. Sin embargo, la edición que quedó a cargo de la disquera Time-Lag, en un fantástico lp doble de 180 gramos y limitada a ochocientas copias numeradas, es, probablemente, la más lujosa que llegue a producirse jamás.
Como es bien sabido por quienes conocen a la banda, la mayor parte de la primera discografía de la banda fue producida de una manera similar, en tirajes sumamente limitados. Este álbum es particularmente difícil en ese sentido; copias originales de los primeros cassettes y cds, hasta hace muy poco, apenas aparecían esporádicamente en subastas, alcanzando precios francamente ridículos. Por ello –irónicamente- muchos seguidores de la banda apenas tenemos oportunidad de conocer como sonaban Charalambides en sus inicios.
El hallazgo es cuando menos sorpresivo. ‘Our Bed Is Gren’ parece ser una suerte de registro de una banda perdida en un abismo definitorio que sin embargo posee un estilo muy claro. Como las pocas bandas que sobreviven a la época –Bardo Pond y Flying Saucer Attack-, Charalambides practicaban en éstos, sus primeros trabajos, una música que heredaba la herrumbre y lo oxidado de la agonizante era grunge y un misticismo propio del underground americano más tradicional. La aleación es única: Rock ácido, desprovisto de percusiones que sigue sin dejar ir un esfuerzo experimental en sendas piezas instrumentales repletas de feedback (‘Strange Matter'), ni tampoco la herencia del folk que les definiría a tal grado en el futuro (‘Coming Out’).
Trabajos posteriores de la banda serían radicalmente divergentes en todo sentido, pero sobre todo en cuanto a la distribución. Las piezas se irán elongando y la rítmica comenzará a ser suplantada por el silencio y las atmósferas venenosas de álbumes como ‘Joy Shapes’ y ‘Unknown Spin’. Por ello mismo –por el amplio espectro sónico y la inmensa diversidad- mucha gente nos preguntamos cuál será EL disco de Charalambides –cuál será el disco que mejor defina a la banda. Es extraño tener que decirlo ahora –justamente a los casi quince años de su primera e incipiente edición- pero muy probablemente ese gran disco siempre haya sido éste.

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