Thursday, December 29, 2005

Coil - The Ape of Naples (Threshold House, s/n, 2005)



Si hubo una sombra que no nos pudimos sacudir a lo largo de todo 2005 fue la de la terrible muerte de Jhonn Balance. Indudablemente, fue un trago amargo saber que, tras el terrible deceso, Coil ya no volvería a producir más música; en voz del propio Sleazy: ‘Coil era Balance y Balance era Coil‘. Con todo, muchos cruzábamos los dedos ante la posibilidad de que algo del fragmentario e inacabado material de las legendarias sesiones de grabación de Coil viese la luz pronto. Recibir este ‘Ape of Naples’, tras una tan relativamente corta ausencia, fue una gran sorpresa.
De acuerdo con reportes, Peter ‘Sleazy’ Christopherson trabajó durante casi todo el año para poder armar el primer registro post-mortem del trabajo que proyectaba finalizar con su amante y compañero. Así, ‘The Ape of Naples’ sale a la venta hace apenas unos cuantos días desde la ya casi inactiva Threshold House. Y sin tener que escuchar mucho de éste, es fácil predecir que será un disco indudablemente polémico.
‘Fire of the Mind’ es una de esas funéreas piezas heredadas de Nico que Coil sabían hacer tan bien. Con fuerte carga en los órganos pesados y graves, la canción parece una reelaboración del ‘Janitor of Lunacy’ de la alemana; asimismo, es inescapable lo autoreferencial de la pieza, formulada a partir de la constante repetición del mántrico ’Man Is the Animal’ que viene persiguiendo a Coil desde hace ya algunos ayéres. ‘The Last Amethyst Deceiver’, como su nombre lo indica, es probablemente la última, que no la definitiva, versión del clásico de la última etapa de la banda. Ésta, que debe ser la décima versión que puedo contar, incluyendo las versiones en vivo, falla en el intento de agregar un nuevo elemento a las previas. El fondo sigue siendo el mismo, la voz de Balance, aún cuando un tanto más definida, persiste en sus líneas y la melodía apenas goza de un par de cambios en cuanto a la interpretación y la instrumentación. Dado el furor con que insistían en incluir la pieza en sus últimas grabaciones desde su creación en 1998, sonaba natural que una versión de la misma fuese incluida en el primer disco póstumo.
‘Tattooed Man’ es una de las piezas más sobresalientes del disco. En ella, Coil puede escucharse en un humor a la Tom Waits, conjurando el ambiente cabaretesco y las visiones tras copas y humo de bares al alba de la misma forma torcida que ’Love’s Secret Domain’ lo hizo hace ya algún tiempo. Prestando atención a la letra, es posible reconocer al demonio que persiguió a Balance susurrarle al oído, nuevamente, añoranzas por su propia muerte (There’s a man lying down/in a grave somewhere/with the same tattoos as me/and I love him). Cómo podría suponerse, escuchar los ebrios soliloquios de Balance a la muerte tras los sucesos de 2004 es cuando menos sobrecogedor.
‘Triple Sun’ rescata nuevamente material de discos anteriores con breves variaciones. ‘It’s in my Blood’ muestra a Balance en su temperamento más violento, haciendo chocar mantras y balbuceos contra la electrónica post-industrial de Sleazy en un ambiente muy a la Horse Rotorvator, aunque bastante más delirante. ‘I Don’t Get It’ cae en la misma lìnea sin mucha distancia. Por momentos, esta pieza se llega a sentir concisa, pero, en su mayor parte, se escucha rota, incompleta, distante. Valdría la pena revisar de que época data este track, definitivamente.
‘Heaven’s Blade’ es otra pieza original que se siente un tanto vieja, mayormente gracias a las secuencias rítmicas electrosas, las cuales recuerdan fuertemente a las que predominaban en el trabajo noventero de la banda. ‘Cold Cell’ suena un tanto más reciente con sonidos oscuros y fluidos enmarcándole, de nuevo, esta canción fue rescatada de algún oscuro rincón, habiendo sido previamente presentada en una mucho más conmovedora y compleja versión en ‘Live Three’. Asimismo, ‘Teenage Lightning 2005’ retoma el clásico original de ’Love’s Secret Domain’ sin agregar mucho a la bizarra pieza original.
’Amber Rain’, otra de las pocas piezas originales, es, de nuevo, otra de las poco agraciadas. En definitiva, aquí se siente la falta de acuerdo entre ambas partes, con una letra que difícilmente sigue la música y una participación instrumental que no puede redondear la voz, tras lo cual, el disco vuelve a recurrir a antiguas y más seguras estancias -‘Going Up’.
La mayor parte del material que compone ‘The Ape of Naples’ fue previamente grabado y empleado en anteriores ofertas de la banda. Por momentos, los diversos materiales que forman ’The Ape of Naples’ parecen querer hacer coincidir sus registros. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, la capacidad de reunirlos se queda corta y la ausencia se hace más presente que el fantasma de Balance; su guía, su dirección, su carisma y hasta su incompetencia hacen falta en este disco.
Sí, es Coil. Y también es un buen disco. Pero no es el disco definitivo de Coil en estudio ni mucho menos. Quizás hubiese sido pertinente esperar un poco más, trabajar el material un poco más. Creo que las últimas palabras de Coil debían haber tenido más peso.

1 comment:

astral said...

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