Birchville Cat Motel. “Our love will destroy the world”. Pseudoarcana. 2006.
Esta edición, que incorpora tres nuevos tracks a un lanzamiento anterior “Screamformelongbeach” (Pseudoarcana, 2003), representa el ajuste de cuentas de Campbell Kneale con el metal-rock. Orientado mucho más a la guitarra, el trabajo que venía realizando con anterioridad basado en drones acompasados, cede su espacio a la contundencia de la distorsión y el feedback. El núcleo de la obra no es el noise-drone acostumbrado, sino una variante de metal-progre-psicodelia que se da la mano con Skullflower por momentos y con clásicos como Hawkwind, por otros.
“Our love will destroy the world” es una buena dosis de stoned rock, más cercano a Oneida que a Pharaoh Overlord: tracks pulidos, con guitarra y órgano que forman muros de sonido monocordes, percusión con un bombo inmenso y un volumen descomunal. Cinco piezas asesinas, que asumen la brillantez y potencia del rock clásico, pero reconstruidas cuidadosamente por la inquieta lógica de Campbell Kneale, quien, como en su proyecto alterno Black Boned Angel, sigue consultando los viejos anales del rock y el metal. Cinco rolas duras para disfrutar a alto volumen, pero también para degustar fría y mentalmente la hechura de las mismas. Amantes de la ortodoxia, abstenerse. (Alberto Mercado)
Esta edición, que incorpora tres nuevos tracks a un lanzamiento anterior “Screamformelongbeach” (Pseudoarcana, 2003), representa el ajuste de cuentas de Campbell Kneale con el metal-rock. Orientado mucho más a la guitarra, el trabajo que venía realizando con anterioridad basado en drones acompasados, cede su espacio a la contundencia de la distorsión y el feedback. El núcleo de la obra no es el noise-drone acostumbrado, sino una variante de metal-progre-psicodelia que se da la mano con Skullflower por momentos y con clásicos como Hawkwind, por otros.
“Our love will destroy the world” es una buena dosis de stoned rock, más cercano a Oneida que a Pharaoh Overlord: tracks pulidos, con guitarra y órgano que forman muros de sonido monocordes, percusión con un bombo inmenso y un volumen descomunal. Cinco piezas asesinas, que asumen la brillantez y potencia del rock clásico, pero reconstruidas cuidadosamente por la inquieta lógica de Campbell Kneale, quien, como en su proyecto alterno Black Boned Angel, sigue consultando los viejos anales del rock y el metal. Cinco rolas duras para disfrutar a alto volumen, pero también para degustar fría y mentalmente la hechura de las mismas. Amantes de la ortodoxia, abstenerse. (Alberto Mercado)
1 comment:
Este disco es pura cera y Campbell Kneale un puto genio.
Que no decaiga.
Post a Comment