Sunday, January 15, 2006

Dead Machines

Tras escuchar el famoso 10”que Dead Machines grabaron para Troubleman, ‘Futures’, decidí que no estaba demasiado seriamente interesado en la banda. Así es que dejé pasar varias oportunidades que sonaban tentadoras: un cassette para Fag Tapes, un split con John Wiese y un montón de cosas más las cuales ya ni siquiera quiero mencionar. Y, como sucede siempre, me volví a topar con el trabajo de Dead Machines en algún momento y –sorpresa- quedé muy impresionado.
La música de Dead Machines no se entrega a la norma drone ni a la noise a pesar de que la agrupación tenga su fundación precisamente el epicentro de estas escenas. Mediante una conjugación de elementos que van del abandono a la electrónica intempestiva a la creación de un sonido abierto y ambiental, Dead Machines pueden demostrar con sólo un puñado de sus -decenas de- grabaciones cuán sorprendente es su capacidad de lograr un sonido variado, a veces sencillo, a veces auto condescendiente, a veces totalmente regenerativo.

Plays Tales from the Darkside (American Tapes, AM508, 2005)

Si el primer disco que hubiese escuchado de Dead Machines fuera este cdr, definitivamente las cosas serían diferentes. ‘Tales From the Dark Side’ consiste de cuatro piezas, dos aparentemente “en estudio”, una improvisación en vivo y otra grabación casera para cerrar. Probablemente lo más sorprendente de este cdr sean las dos primeras piezas, sendas improvisaciones atmosféricas a base de portentosos loops de fondo, teclados graves, percusiones aisladas, samples tomados de programas de televisión y amenazantes manipulaciones tanto en efectos sonoros como en los instrumentos de viento. En su mayor parte, ambas piezas evitan el ruidero brutal y se concentran en un sorprendentemente mesurado seguimiento, que raya, por momentos, en lo armónico.
La tercera pieza se aleja un tanto de ese ámbito, lógicamente, y muestra una faceta bastante divertida del dueto, con el carismático John tomándose su tiempo para elaborar un par de chistes y hasta una hilarante narración de extraños eventos relativos a su llegada a Canadá. La pieza se debate entre ser una suerte de drone elaborado o una muy radical versión de free-jazz con Olson en clarinete. En general, la interpretación de la banda es mesmérica y bien llevada y, si acaso, muy hacia el final, puede sentirse un poco suelta. La última pieza es la menos consistente, de hecho, con más variedad sonora, pero también mucha menor consistencia y trabajo. Con todo, sigue eficazmente la misma vertiente y es indudablemente una buena manera de cerrar este excelente trabajo.
Demandante e inquietante, ‘Tales from the Dark Side’ exige que el escucha se tome su tiempo y se deje atrapar por sus ondulantes vaivénes sonoros. Música para oírse con audífonos y viajar.

Before, During and After (American Tapes, AM506, 2005)

De los trabajos recientes de Dead Machines, sin duda ‘Before, During and After’ es el más oscuro e inasible, con la sumamente abrasiva electrónica de Tovah proporcionando un marco seguro y secas variaciones a los ejercicios pulmonares de Olson. Con apenas dos piezas, los Olson ofrecen a los escuchas un trabajo abstracto, amorfo y complejo, pero sobre todo original y abiertamente carente de deudas declaradas.
Los sonidos de ‘Before, During and After’ son una serie de, muchas veces, inconexos destinos musicales. Ocasionales cuerdas de guitarras deformadas y hasta oscilaciones y la representación sonora de movimientos mecánicos –máquinas muertas a fin de cuentas- son desconsideradamente arrastradas minuto a minuto, a veces a partir de un declaradamente furioso duelo entre los recursos de Tovah y John, otras como un simple designio del momento.
En conclusión, este reciente, constante traslado de elementos de proyectos como The Graveyards en la órbita de los otros, más definidos, proyectos de Olson –ni mencionar la colaboración entre Wolf Eyes y Anthony Braxton- está dando, como en este caso, muy buenos resultados. La relativa imposición del formato free jazzero le ha caído decididamente bien a Dead Machines, como puede verse en los sesenta minutos de este sórdido y lúgubre cdr, cuya angustiante falta de definición es adictiva.

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