Jason Zeh – (Heraclitus) (C.I.P., cipcd022, 2008)
Para Jason Zeh, las cintas son lo suyo; quien haya tenido oportunidad de ver sus presentaciones habrá podido atestiguar la pasmosa lógica con la que pone a trabajar seis o siete caseteras mientras las opera manualmente, desde los controles o arrancándoles las entrañas a los cassettes, haciendo del total un cuestionamiento de la creación sonora: en sus performances hay elementos que sólo pueden experimentarse estando allí. La manipulación de sus instrumentos –cintas, caseteras, micrófono y mezcladora-, la manera en que deshilvana las cintas, regulando la velocidad de tracción, el golpeteo que con el micrófono emprende contra los agonizantes cassettes y muchos otros oscuros, hasta primitivos recursos son piezas de una composición que se extiende inacabable y cuyo sentido varía de formas insospechadas a pesar de provenir de las mismas fuentes sonoras.
Jason sabe bien que esto no es incidental; en "Heraclitus" una de las partes decididamente privilegiadas en sus notas es la composición. La grabación del track que compone este disco supuso una interacción rayana en lo alquímico. Por una parte, la base sonora que compone el tema es la desintegración –o purificación- que implica posicionar una grabadora –durante la grabación- sobre la llama de una vela.
Por otra parte, el proceso de composición implicó variaciones radicales en los métodos de grabación, entre los cuales se plantean incluso la grabación bajo el agua y en un tanque de inmersión. Jason es muy insistente en señalar que los procesos de grabación fueron enteramente análogos y que se realizaron exclusivamente a partir del trabajo con cintas.
Esta situación, aunada a la cita heracliteana que da nombre y sentido al disco (imposible de copiar aquí puesto que está en el alfabeto original; "Heraclitus" es en realidad un nombre empleado por convenciones), hacen de este un trabajo profundo, misterioso y radical, incluso para los parámetros del noise de los cuales Jason proviene. El gis de la cinta corriendo, los zumbidos de la maquinaria, el contenido de la misma grabación y el actuar del fuego son elementos que reunidos y mezclados conforman densidades nuevas, ruidos transgresores y estructuras tan discretas que con dificultad rebasan al silencio en algunas ocasiones pero que el escucha atento, seguramente, habrá de seguir con atención.
Un disco inspirador. (S.S.)
Para Jason Zeh, las cintas son lo suyo; quien haya tenido oportunidad de ver sus presentaciones habrá podido atestiguar la pasmosa lógica con la que pone a trabajar seis o siete caseteras mientras las opera manualmente, desde los controles o arrancándoles las entrañas a los cassettes, haciendo del total un cuestionamiento de la creación sonora: en sus performances hay elementos que sólo pueden experimentarse estando allí. La manipulación de sus instrumentos –cintas, caseteras, micrófono y mezcladora-, la manera en que deshilvana las cintas, regulando la velocidad de tracción, el golpeteo que con el micrófono emprende contra los agonizantes cassettes y muchos otros oscuros, hasta primitivos recursos son piezas de una composición que se extiende inacabable y cuyo sentido varía de formas insospechadas a pesar de provenir de las mismas fuentes sonoras.
Jason sabe bien que esto no es incidental; en "Heraclitus" una de las partes decididamente privilegiadas en sus notas es la composición. La grabación del track que compone este disco supuso una interacción rayana en lo alquímico. Por una parte, la base sonora que compone el tema es la desintegración –o purificación- que implica posicionar una grabadora –durante la grabación- sobre la llama de una vela.
Por otra parte, el proceso de composición implicó variaciones radicales en los métodos de grabación, entre los cuales se plantean incluso la grabación bajo el agua y en un tanque de inmersión. Jason es muy insistente en señalar que los procesos de grabación fueron enteramente análogos y que se realizaron exclusivamente a partir del trabajo con cintas.
Esta situación, aunada a la cita heracliteana que da nombre y sentido al disco (imposible de copiar aquí puesto que está en el alfabeto original; "Heraclitus" es en realidad un nombre empleado por convenciones), hacen de este un trabajo profundo, misterioso y radical, incluso para los parámetros del noise de los cuales Jason proviene. El gis de la cinta corriendo, los zumbidos de la maquinaria, el contenido de la misma grabación y el actuar del fuego son elementos que reunidos y mezclados conforman densidades nuevas, ruidos transgresores y estructuras tan discretas que con dificultad rebasan al silencio en algunas ocasiones pero que el escucha atento, seguramente, habrá de seguir con atención.
Un disco inspirador. (S.S.)
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