Saturday, November 11, 2006

Heather Leigh - Jailhouse Rock (Fag Tapes, FT080, 2006)

Para "Jailhouse Rock", su cuarta entrega solista, Heather Leigh se ha puesto a tono con la desfachatada y hostil rúbrica de las Fag Tapes, ofreciendo un trabajo un poco más terroso que lo usual, pero de una calidad bastante sorprendente. Las épocas en que Heather formó parte de los legendarios Charalambides ya parecen lejanas; el sonido que esta artista ha comenzado a desarrollar dista ya mucho del limpio y sublimado quebranto que practicó con Cristina Carter en aquel famoso trío o en Scorces. De hecho, los sonidos conjurados en esta cinta ya parecen ser demasíado complejos para haber sido producidos por una sola persona. Parece ser que Leigh finalmente ha encontrado su elemento.
El inicio del primer lado de "Jailhouse Rock" probablemente no confirme lo que aquí he escrito. Heather aquí emplea su clásico y acompasado cresendo, el cual culmina con los usuales llantos de banshee que caracterizan muchos de sus trabajos. Sin embargo, tras algunos minutos, Leigh comienza a construir a base de densísimas capas de delay una enorme nube de drone, alimentada por la sobreposición de fragmento sobre fragmento de cada nota que emitió con su lap-steel y sus distorsionadas y altísimas vocales. Con todo, este lado no se encuentra tan lejano de las habituales entregas de Leigh.
El lado b ofrece un contraste tajante, con un track que pareciera arrancado de alguno de los soundtracks que Popol Vuh hiciera para las películas de Werner Herzog. De belleza lenta y meditativa y de un fluir casi propiamente pastoral la pieza corre melodiosa hasta toparse con la encarnada revuelta implícita en el trabajo de Heather. Mediante una serie de disonancias formuladas a partir del ultrajado sonido de su lap-steel, Leigh deshace la añoranza y el ensueño y forja una marejada de disonancias que hace que cada uno de sus cauces choque con el otro. Para llevar todo un poco más lejos, la voz de la ex-Charalambides se deja ir con su furia de banshee para volar entre los torbellinos en una atmósfera que por mucho ha dejado la tierra y que parece estar haciendo volar los objetos en las habitaciones. Hacia apenas unos cuantos minutos, Heather ha llevado el caos tan lejos que el resultado es un ciclón tan intenso que pareciera provocado por los mismos Double Leopards en un drone gutural, pesado y sumamente volátil.
Heather con cada nueva entrega parece llegar más lejos en cuanto al control que demuestra en su forma de tocar, de hacer subir o bajar el tono de la pieza y en cuanto a la organización de la misma. "Jailhouse Rock" se siente tanto más como una serie de exploraciones narcóticas a través de paisajes mentales vastos y diversos; un álbum pleno que, de cierto modo, inaugura una nueva, más puntual y cuidada -y también más demandante- trayectoria en el complejo sendero de esta gran artista. (S.S.)

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