OVMN - Optimum Volume Maximum Noise (Industrial Recollections, s/n, 2010)
A raíz de las reediciones que la recién resucitada Mother Savage hiciera de las cintas de OVMN apenas hace un par de años, muchos comenzarían a señalar a este proyecto alterno de Macronympha como uno de los primeros indicios de lo que ahora se conoce como HNW o Harsh Noise Wall. Pero mientras este llamado "subgénero" del harsh noise -como lo practican en la actualidad Richard Ramirez y Vomir por ejemplo- refiere a la más absoluta -y hasta absurda- inmovilidad, el harsh noise de OVMN -Optimum Volume Maximum Noise- se trata de uno multidimensional y dramáticamente dinámico.
La dupla de Rodger Stella y Joseph Roemer se desprende de la primera generación estadounidense en practicar, propiamente, el noise. Junto a proyectos como Mlhest, Intrinsic Action, Taint y el ya mencionado Richard Ramirez, el dueto estableció bajo los nombres de Macronympha y OVMN un paralelo sin precedentes al noise japonés, el cual, durante los noventas, se encontraba en plena ebullición. Como sus colegas nipones Incapacitants, MSBR y el Merzbow de aquella época, OVMN desarrolló una compresión intuitiva de las posibilidades del noise. lo cual es plenamente reconocible en su exploración de las diversas gamas del ruido y de las posibles interacciones de sus frecuencias y posibilidades tonales.
Su debut, Optimum Volume Maximum Noise, los ve aliarse a Akihiro Shimizu (mejor conocido como Thirdorgan) en 1996. Y, a pesar de la evidente hiperactividad que desbordan sus creadores, jamás se siente como una batalla de egos y volúmenes, sino más bien como el incesante flujo de una visión unificadora, como el producto del trabajo de tres frenéticos operadores que, absortos en su misión, dan cauce y sentido al más feroz, abrasivo caos aural. Las texturas ríspidas, grotescas se extraen en buena parte de la naturaleza analógica del equipo y del formato original en que fueron grabadas: cintas. La corrosión, el peculiar sangrado de las frecuencias que ofrece el empleo de la cinta magnética queda presente en la reedición que Industrial Recollections realiza. Ésta rehusa la masterización para ofrecer dos cortes de puro audio crudo, reminiscente de las versiones originales.
El sonido en los dos cortes jamás llega a los extremos: no hay gravedades cuasi-subsónicas ni agudos filosos, sino que el total se centra, casi exclusivamente, en las frecuencias medias, con su carga granular, coartada, viciada. Con dos temas idénticos, simétricos en su adecuación a la cinta original, OVMN destiende canales, túneles de frecuencia rugosas en una descarga de ruido psicodélico irrefrenable. Sin duda alguna puedo decir que éste es uno de los más asequibles clásicos ruidísticos producidos por Mother Savage Noise Productions y pieza clave de ese oscuro rompecabezas que es la historia del noise. Una deliciosa planicie de ruido lentamente fluctuante, abisalmente hipnótica. (S.S)
A raíz de las reediciones que la recién resucitada Mother Savage hiciera de las cintas de OVMN apenas hace un par de años, muchos comenzarían a señalar a este proyecto alterno de Macronympha como uno de los primeros indicios de lo que ahora se conoce como HNW o Harsh Noise Wall. Pero mientras este llamado "subgénero" del harsh noise -como lo practican en la actualidad Richard Ramirez y Vomir por ejemplo- refiere a la más absoluta -y hasta absurda- inmovilidad, el harsh noise de OVMN -Optimum Volume Maximum Noise- se trata de uno multidimensional y dramáticamente dinámico.
La dupla de Rodger Stella y Joseph Roemer se desprende de la primera generación estadounidense en practicar, propiamente, el noise. Junto a proyectos como Mlhest, Intrinsic Action, Taint y el ya mencionado Richard Ramirez, el dueto estableció bajo los nombres de Macronympha y OVMN un paralelo sin precedentes al noise japonés, el cual, durante los noventas, se encontraba en plena ebullición. Como sus colegas nipones Incapacitants, MSBR y el Merzbow de aquella época, OVMN desarrolló una compresión intuitiva de las posibilidades del noise. lo cual es plenamente reconocible en su exploración de las diversas gamas del ruido y de las posibles interacciones de sus frecuencias y posibilidades tonales.
Su debut, Optimum Volume Maximum Noise, los ve aliarse a Akihiro Shimizu (mejor conocido como Thirdorgan) en 1996. Y, a pesar de la evidente hiperactividad que desbordan sus creadores, jamás se siente como una batalla de egos y volúmenes, sino más bien como el incesante flujo de una visión unificadora, como el producto del trabajo de tres frenéticos operadores que, absortos en su misión, dan cauce y sentido al más feroz, abrasivo caos aural. Las texturas ríspidas, grotescas se extraen en buena parte de la naturaleza analógica del equipo y del formato original en que fueron grabadas: cintas. La corrosión, el peculiar sangrado de las frecuencias que ofrece el empleo de la cinta magnética queda presente en la reedición que Industrial Recollections realiza. Ésta rehusa la masterización para ofrecer dos cortes de puro audio crudo, reminiscente de las versiones originales.
El sonido en los dos cortes jamás llega a los extremos: no hay gravedades cuasi-subsónicas ni agudos filosos, sino que el total se centra, casi exclusivamente, en las frecuencias medias, con su carga granular, coartada, viciada. Con dos temas idénticos, simétricos en su adecuación a la cinta original, OVMN destiende canales, túneles de frecuencia rugosas en una descarga de ruido psicodélico irrefrenable. Sin duda alguna puedo decir que éste es uno de los más asequibles clásicos ruidísticos producidos por Mother Savage Noise Productions y pieza clave de ese oscuro rompecabezas que es la historia del noise. Una deliciosa planicie de ruido lentamente fluctuante, abisalmente hipnótica. (S.S)
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