The Nevari Butchers - Shatter All Organized Activities (Hanson Records, HN215, 2009)
The Nevari Butchers es el proyecto que Aaron Dilloway formó durante su estancia en Nepal por allá de 2005 con quien él mismo llamara "mi único amigo interesado en el ruido." Este proyecto , obviamente sin la adición de Ram Maharjan, ha tenido apenas actividad muy esporádica, tanto de manera discográfica, como en directo, habiendo sobresalido su presentación en el No Fun de 2008 con Hans Buetow y Greh Holger como parte de la alineación. Su actual encarnación presenta, igualmente, una alineación sobresaliente, con Wyatt Howland de los demenciales Skin Graft y Mick Travis emergiendo en apoyo de Dilloway.
En "Shatter All Organized Activities," su nueva cinta en Hanson Records, The Nevari Butchers se sostienen donde Dilloway abandonó un tanto la brutalidad (mientras comenzaba a trabajar en esferas relativamente más cercanas al arte sonoro). El comienzo del primer corte se siente así; corrosivo, industrial en pleno, inyectado de una rítmica maquinera pesada y recalcitrante. Pero claro, esto es apenas el principio; toda evolución en este orbe sónico debe tender hacia la descomposición. Las frecuencias que conducen al final de la cinta están tan torcidas entre sí y presentan formas que han visto tales mutaciones que luchan por hacerse presentes al grado que se bloquean unas a otras. Hacia el final todo vibra entre herrumbre, silencios, síncopes y distorsión extrema.
La segunda cara nuevamente se forja a partir de un ritmo maquinero, mecánico, constante como un engranaje. El movimiento de éste, cada vez más distorsionado, oblitera los lentos espasmos de electrónica que el trío ejecuta. Los conductos van cerrándose hacia un caos cada vez más descompuesto. La rítmica se convierte en un resuello. A punto de finalizar, regulando la distorsión, Dilloway cínicamente permite ver sus herramientas al descubierto; el loop de una voz femenina, girando interminablemente, dando díametro al eje sobre el cual el motórico ritmo gira.
Pesado, descompuesto, hipnótico, el sonido de The Nevari Butchers recaptura la violencia que caracterizaba el sonido de Dilloway de una forma espontánea. La adición del salvaje Howland sólo hace de este proyecto uno cada vez más tóxico y genial. Brutal. Ya hace falta un documento definitivo, en larga duración de este proyecto. (S.S.)
The Nevari Butchers es el proyecto que Aaron Dilloway formó durante su estancia en Nepal por allá de 2005 con quien él mismo llamara "mi único amigo interesado en el ruido." Este proyecto , obviamente sin la adición de Ram Maharjan, ha tenido apenas actividad muy esporádica, tanto de manera discográfica, como en directo, habiendo sobresalido su presentación en el No Fun de 2008 con Hans Buetow y Greh Holger como parte de la alineación. Su actual encarnación presenta, igualmente, una alineación sobresaliente, con Wyatt Howland de los demenciales Skin Graft y Mick Travis emergiendo en apoyo de Dilloway.
En "Shatter All Organized Activities," su nueva cinta en Hanson Records, The Nevari Butchers se sostienen donde Dilloway abandonó un tanto la brutalidad (mientras comenzaba a trabajar en esferas relativamente más cercanas al arte sonoro). El comienzo del primer corte se siente así; corrosivo, industrial en pleno, inyectado de una rítmica maquinera pesada y recalcitrante. Pero claro, esto es apenas el principio; toda evolución en este orbe sónico debe tender hacia la descomposición. Las frecuencias que conducen al final de la cinta están tan torcidas entre sí y presentan formas que han visto tales mutaciones que luchan por hacerse presentes al grado que se bloquean unas a otras. Hacia el final todo vibra entre herrumbre, silencios, síncopes y distorsión extrema.
La segunda cara nuevamente se forja a partir de un ritmo maquinero, mecánico, constante como un engranaje. El movimiento de éste, cada vez más distorsionado, oblitera los lentos espasmos de electrónica que el trío ejecuta. Los conductos van cerrándose hacia un caos cada vez más descompuesto. La rítmica se convierte en un resuello. A punto de finalizar, regulando la distorsión, Dilloway cínicamente permite ver sus herramientas al descubierto; el loop de una voz femenina, girando interminablemente, dando díametro al eje sobre el cual el motórico ritmo gira.
Pesado, descompuesto, hipnótico, el sonido de The Nevari Butchers recaptura la violencia que caracterizaba el sonido de Dilloway de una forma espontánea. La adición del salvaje Howland sólo hace de este proyecto uno cada vez más tóxico y genial. Brutal. Ya hace falta un documento definitivo, en larga duración de este proyecto. (S.S.)
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