Kevin Drumm - Impish Tyrant (Dagda, Dagda 001, 2009)
Regresemos un poco en el tiempo. Antes de la serie imperial -esos dos, por derecho propio, fascinantes trabajos que han simbolizado su presente resurrección-, Kevin Drumm era considerado a lo ancho y largo del mundo uno de los maestros del ruidismo más extensamente brutal. Con un sentido prístino para detectar la rítmica oculta tras las murallas de sonido, Drumm confeccionó trabajos esenciales de noise. En 2004, un par de años tras la edición del mastodonte sonoro que es "Sheer Hellish Miasma," surge "Impish Tyrant" en Spite en una edición de apenas 50 copias. Ahora con la fundación de su propia disquera, Dagda, resurge afortunadamente este trabajo a un nivel más asequible.
Los primeros dos cortes de "Impish Tyrant" están llenos de imprecisiones guitarreras, mezcla de noise y metal. En el primero, golpeteos con plumillas a velocidades vertiginosas se combinan con los espasmos de la electrónica. El segundo es un negro charco de feedback manando sin cesar. Los bordes aserrados de esta madeja de distorsión van poco a poco cerrándose sobre las montañas de gis. Ambos son buenos. Pero apenas son el preámbulo a la locura por venir.
Conjuntando estos abismos de distorsión con recortes insospechados, delirantes mutilaciones de sampleos, hirientes chirridos, descargas de ruido blanco degolladas y otras linduras, Kevin Drumm hace de este corte muestra de cuán furiosamente espasmódico puede llegar a ser el ruido. Sin quedarse corto de la portentosa sombra de gente como Kazumoto Endo, este ruidista lleva sus visiones del sonido a un extremo sicótico de velocidad y dinámica con un perfecto entendimiento de la dimensionalidad del sonido. Un drone se apodera paulatinamente e imperceptiblemente del plano central, mientras las furiosas descargas de ruido se suceden unas a otras. Todo se convierte en embotamiento. Todo se convierte en locura y obliteración sensorial. Y así cierra. Sencillamente impactante. (S.S.)
Regresemos un poco en el tiempo. Antes de la serie imperial -esos dos, por derecho propio, fascinantes trabajos que han simbolizado su presente resurrección-, Kevin Drumm era considerado a lo ancho y largo del mundo uno de los maestros del ruidismo más extensamente brutal. Con un sentido prístino para detectar la rítmica oculta tras las murallas de sonido, Drumm confeccionó trabajos esenciales de noise. En 2004, un par de años tras la edición del mastodonte sonoro que es "Sheer Hellish Miasma," surge "Impish Tyrant" en Spite en una edición de apenas 50 copias. Ahora con la fundación de su propia disquera, Dagda, resurge afortunadamente este trabajo a un nivel más asequible.
Los primeros dos cortes de "Impish Tyrant" están llenos de imprecisiones guitarreras, mezcla de noise y metal. En el primero, golpeteos con plumillas a velocidades vertiginosas se combinan con los espasmos de la electrónica. El segundo es un negro charco de feedback manando sin cesar. Los bordes aserrados de esta madeja de distorsión van poco a poco cerrándose sobre las montañas de gis. Ambos son buenos. Pero apenas son el preámbulo a la locura por venir.
Conjuntando estos abismos de distorsión con recortes insospechados, delirantes mutilaciones de sampleos, hirientes chirridos, descargas de ruido blanco degolladas y otras linduras, Kevin Drumm hace de este corte muestra de cuán furiosamente espasmódico puede llegar a ser el ruido. Sin quedarse corto de la portentosa sombra de gente como Kazumoto Endo, este ruidista lleva sus visiones del sonido a un extremo sicótico de velocidad y dinámica con un perfecto entendimiento de la dimensionalidad del sonido. Un drone se apodera paulatinamente e imperceptiblemente del plano central, mientras las furiosas descargas de ruido se suceden unas a otras. Todo se convierte en embotamiento. Todo se convierte en locura y obliteración sensorial. Y así cierra. Sencillamente impactante. (S.S.)
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