Sunday, October 30, 2005


(fotografía tomada de Kill Rock Stars)

Wooden Wand and the Vanishing Voice – Buck Dharma (Time-Lag, Time-Lag 026, 2005)

El último disco de Wooden Wand and the Vanishing Voice se ha convertido prácticamente de la nada en el disco más esperado del año. La edición de Time-Lag, como podría esperarse, está a instantes de verse agotada, y no es para menos. Limitada a 800 copias en una funda de doble panel con póster central y vinil de 180 gramos, esta versión de ‘Buck Dharma’ es seriamente fascinante. Eso sin mencionar el fantástico contenido sonoro.
‘Wooden Wand and the Vanishing Voice’ vuelven a tomar la psicodelia y a contextualizarla en este presente tan falto de sorpresas. Y no lo hacen nada mal; su sonido es totalmente verosímil y su interpretación del pasado en el presente es totalmente absorbente. Escuchar ‘Buck Dharma’ parece hacer sugerir que provienen de algún lugar idílico en donde la música de los Sex Pistols, Sonic Youth o Nirvana haya atravesado jamás un altavoz.
En su primer lado, ‘Buck Dharma’ ofrece algunas de las piezas más consistentes del álbum. ‘Hideous Whisker and His Woman’ comienza tenebrosamente con zumbidos y fraseos de guitarra que buscan seguir a un bajeo profundo, difuso. Al final de la pieza, una tónica ya se va definiendo con alguna otra guitarra interviniendo y dejándose por instantes disolver para caer ya, claramente, en ‘Rot On’. Ésta es una de esas canciones que se quedan por horas en tu cabeza. La falta de estructura de canción pop hace que el fraseo aparente ser cada vez más atemporal y vago, consecuentemente más persistente y fascinante, contagioso. ‘Rot On’ es una canción febril, alucinante y oscura, profundamente oscura. Pero toda esa psicodelia en reversa, esa alucinación negativa se colapsa con ‘Risen from the Ashes’ y ésta es de hecho un fantástico levantón. La voz de Heidi ‘H-Reality’ Diehl, es increíblemente reminiscente de la de las matronas folk de fines de los setentas, con un tono que es alto y lleno de vigor. De una pieza a otra, Wooden Wand and the Vanishing Voice nos lleva de tenebrosos callejones sonoros a paisajes pastorales dulces y afables.
El segundo lado se va un poco más del lado de los devaneos. ‘Satya Baba Plays ‘Reverse Jam Band’’ es una larga pieza instrumental que utiliza organillos para crear sonidos carnavalescos y que siguen una procesión bastante limitada pero muy envolvente. ‘Owl Fowl’, por otro lado, es considerablemente más corta y tiene un toque mucho más ácido, con guitarras acústicas marcando tiempos junto a las percusiones en una onda totalmente folk, una guitarra totalmente cargada de efectos sesenteros y una voz que canta frases que redondean la rítmica contagiosa.
El tercer lado de ‘Buck Dharma’ comienza con ciertos ecos de free-jazz. Durante algún tiempo la percusión, abierta, sigue un sendero de improvisación hasta quedarse en un descendente tiempo cerrado, el cual se regenera en ‘I Am the One I Am and He Is the Caretaker of My Heart’. A partir de su rítmica sencilla y precisa, esta canción muestra el lado más centrado de la banda, con un uso discreto y preciso de los instrumentos y dejando prácticamente sin espacio a la improvisación. ‘Snakes Blues/Rational Blues’ es de buen grado más abiertamente experimental. Aquí Wooden Wand and the Vanishing Voice hacen uso de todos sus recursos, empleando discretos teclados y guitarras que puntualizan breves disonancias a través de una rítmica persistente e intensa. Incluso en cierto punto se salen de su órbita idílica y llegan a emplear breves instancias de ruido guitarrero. Éste es uno de los mejores momentos del álbum. ‘The Roebuck Song’ es pura tribalística punketa con Crane narrando, más que cantando, mientras cascabeles y tambores corren apenas seguidos por una guitarra y un muy distante órgano en el fondo, muy en el estilo ritualista de Sunburned Hand of the Man.
En cierto sentido, la cuarta cara representa una vuelta a su punto de partida. ‘Spear of Destiny’ es cantada de nuevo por Heidi y es muestra clara de carácter y fortaleza. Cuando ‘Wicked World’ comienza su procesión, larga y alucinante, la sensación de conclusión ya es inminente. Con su instrumentación persistente y libre, esta pieza parece por instantes referirse a los primeros trabajos de bandas como Hirsche Nicht Aufs Sofa o Déficit Des Anneés Anterieures en su inocencia melódica y pulsante energía.
Como aparenta suceder en algunas de las últimas composiciones de la banda, la fuerza de Wooden Wand and the Vanishing Voice es tal que el mundo parece estar contenido en sus temas. La música de ‘Buck Dharma’ es tan atemporal que bien podría haber sido sacada de un oscuro disco folk de los sesentas o setentas. Esta insistente sujeción a la austeridad es encomiable y fascinante. Es de notar sobre todo, la capacidad de contención que los Wand tienen al no caer en la fácil tentación de emplear medios sonoros contemporáneos, dejando todo a la magia que ellos solos, como banda, colectivo o pandilla, pueden invocar. ‘Buck Dharma’ quizás –ojalá- pueda definir el camino a seguir; mostrando que pasión infinita y mágica es necesaria para crear.

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